El Salvador
sábado 23 de noviembre de 2024

Miguel Sáenz Varela: «Nosotros solos no podemos gobernar este país»

por Pabel Bolívar


Ateo desde la juventud. Médico de profesión. Estuvo 17 veces en la cárcel y dos años en el exilio. A sus 78 años de edad, el dos veces diputado Miguel Sáenz Varela mantiene una intensa actividad política, regida por el pragmatismo y la vocación humanista.

La tragicomedia parlamentaria

Entregados los fusiles y los militares de regreso a los cuarteles, con los Acuerdos de Paz las trincheras políticas cambiarían de naturaleza pero no de intensidad. Con ARENA de nuevo en el poder, la lucha armada se transformó en lucha parlamentaria. Miguel Sáenz Varela fue uno de sus soldados cuando salió electo diputado por primera vez en 1994. Inicialmente fue un cadete desorientado.

Se sincera aún más. Normalmente la actitud de un exparlamentario suele ser reservada, al menos ante los medios de prensa. Pero Sáenz Varela no oculta que el día en que entraron por primera vez la Asamblea Legislativa, deambulaban por ascensores y pasillos porque no ubicaban las oficinas que les correspondía como fracción. La describe como una experiencia tragicómica.

“No teníamos rodaje parlamentario. Ese ambiente es de tiburones y de ballenas, si uno no lo conoce se lo comen. Recuerdo que le dije a Gerson Martínez: ‘mirá, este no es mi ambiente, no es de personas con franqueza, aquí todo se mueve por debajo de la mesa. Planteemos al partido que nos saquen de este embrollo’. Hablamos con Schafick: ‘Esto no es que si les gusta o no les gusta, ya se metieron y ahí tienen que estar, ya van a aprender’. A los seis meses agarramos la onda y empezamos a dar filazos”, manifiesta.

Shafick Jorge Handal fue uno de sus referentes, no solo en la política, sino como ser humano. Miguel acota que tuvo dos infartos: uno en el 2000 y el segundo en 2009, en pleno funeral del dirigente de izquierda. Cuenta que llevaba el ataúd cargando en su hombro derecho cuando comenzó a trastabillar. Se apoyó en Violeta Menjívar, quien iba a la par suya.

“En mi segundo periodo como diputado nos sentábamos a la par. Como era de mecha corta lo primero que le dije fue que tenía que controlar su carácter porque si no iba a estropear la estategia para manejar a los areneros, que era la de pelear sin enojarnos”, recalca. Pese al doloroso infarto de ese día, tiene la imagen de Schafick de toda una vida como un hombre honesto y una autoridad en todo sentido.

Ateo de principios humanistas

Durante un debate legislativo sobre la legalización del aborto terapéutico, las aguas se agitaron más de lo normal. La plenaria era un vaivén de voces a favor y en contra. Entonces, Sáenz Varela se levantó, tomó la palabra y dijo: “A los que apoyamos el aborto terapéutico nos dicen que estamos en contra de la vida y de Dios. Pues bueno, yo soy ateo ¿y qué? Parece que en este país ser ateo es peor que ser ladrón”.

El libro Hacia una moral sin dogmas, del pensador argentino José Ingenieros, fue el que lo llevó a no creer en nada sobrenatural. Asegura que se ha conducido por la vida respetando las opiniones y principios de los demás. Ni en el momento de su segundo infarto, donde tenía la muerte a la vuelta de la esquina, pensó arrepentirse. Así educó a sus hijos quienes, como él, tienen asentados los valores humanistas y no han hecho cosas indebidas.

Ha entablado amistad con muchos sacerdotes; los domingos, cuando predicadores de distintas iglesias visitan los barrios casa por casa, los recibe y deja prediquen sin ningún problema por espacio de diez minutos, ni más ni menos. “Cada quien tiene el derecho a creer en lo que quiera. ¡Pero a veces es terrible! empiezan a leer como que es poesía de memoria, como que no razonan; me dan la revista el atalaya pero nunca discuto con ellos. Son contadas las veces pero lo hago para ver qué piensan”. Cuando conversa con algún amigo y surge el tema, muy cortésmente le dice que respeta su opinión, pero prefiere que hablen de otra cosa.

«Hay que dejar a un lado el sectarismo: Nosotros solos no podemos gobernar este país»

Firmeza de principios no implica intransigencia ideológica. Miguel Sáenz Varela es parte de la Comisión Política y encargado del trabajo municipal del FMLN, pero eso no le nubla la perspectiva. “Quien crea que yo solo estoy de adorno, se equivoca. Mi trabajo dentro del partido es más fuerte que antes, y eso me obliga a seguirle el pulso a lo que pase todos los días, y a analizar una realidad que cambia siempre».

Para él, esta campaña electoral refleja un proceso de desarrollo político de la sociedad salvadoreña porque las personas han empezado a estudiar las propuestas de los partidos y no dejarse llevar únicamente por la imagen del candidato. El grado de desarrollo lo ve principalmente en el sector rural. Hace diez años, los campesinos no se fijaban y debatían tanto las propuestas como lo hacen ahora.

No lanza cuentas alegres, ya que considera que aún falta mayor nivel de análisis; por eso cifra sus apuestas en la educación, desde parvularia, para que las decisiones políticas de la ciudadanía sean cada vez mejor pensadas. Pero para eso se requiere tiempo.

Afirma que buena parte del éxito del FMLN en la primera vuelta se debió a la estrategia de campaña, cuyo eje principal fueron las propuestas y el “no pelearse con nadie”. Ahora el desafío, de cara a la segunda vuelta, consiste en afianzar los acuerdos con otras organizaciones y tendencias políticas, vengan de donde vengan.

“Hay que tener claro que las alianzas no dependen de la unidad ideológica y en un momento dado van a salir a flote diferencias no solo ideológicas, sino de intereses. Pero para mí hay una verdad contundente: dada la difícil situación económica que vivimos, hay que dejar a un lado el sectarismo y reconocer nosotros solos no podemos gobernar este país”, sentencia.

Su experiencia militante y amplio conocimiento nunca lo convirtieron en un político de escritorio. Si algo se desprende de esta charla con Sáenz Varela es que es un hombre pragmático. Por eso, sin muchos rodeos, reconoce que no puede descansar más de dos o tres días seguidos porque puede más la entrega a su trabajo y a sus ideales políticos.

Después del último paro cardíaco tuvo que guardar reposo por varios días. Esto lo angustió no solo a él, sino a su esposa; ella por las razones equivocadas. “Me sentía como que era el hombre enjaulado ahí en mi casa. Mi mujer solo se me quedaba viendo cuando un día me dijo: ‘mejor ándate a trabajar que si te estás aquí te va a dar otro infarto”.

Como responsable del FMLN de trabajo político en los municipios, considera que el país ha alcanzado un importante grado de desarrollo político, principalmente en la zona rural. Foto D1/Nelson Dueñas.

Como responsable del FMLN de trabajo político en los municipios, considera que el país ha alcanzado un importante grado de desarrollo político, principalmente en la zona rural. Foto D1/Nelson Dueñas.