–Aló,
–Sí, ¿con la señora María Linares?
–Ella habla.
– Roberto Salazar del programa de “Búsqueda de familiares” del RNPN le llama. Me comunico con usted porque hay un familiar que la busca.
– ¿Cómo? ¿Quién me busca?
–Una hija…
Esa fue una de las tantas llamadas telefónicas que a diario realiza Roberto Salazar tratando de seguirle la pista a una persona que ha perdido total contacto con su familia. Es empleado del Registro Nacional de Personas Naturales (RNPN) y el encargado –desde hace un poco más de dos años- del programa “Búsqueda de familiares”, servicio echado a andar hace una década por el Estado para propiciar la integración familiar.
Al colgar el teléfono, de inmediato se trasladó a una de las oficinas del RNPN donde le esperaba Doña Simona, una señora de unos 70 años y quien estaba a pocos minutos de reencontrarse con su hermana, Luisa. Ambas tenían 50 años de no saber nada una de la otra: fueron separadas luego de que sus padres fallecieron, forzándolas a vivir en diferentes hogares.
La tarea de Roberto se basa en rastrear como sea y pueda a la persona cuyo paradero es desconocido. Él recibe una solicitud de búsqueda, la procesa a través de la base de datos del RNPN y se pone en comunicación con la persona que considera podría ser la solicitada.
Es a través de esta base de datos del Registro que se atan cabos. El nombre, la referencia de edad, el lugar de nacimiento o la ciudad que habita, hasta la identidad de otros familiares son datos ineludibles en el rastreo.
Parece ser una labor fácil si los datos son exactos. Sin embargo se torna enredosa cuando, entre los millones de salvadoreños, se despliega una larga lista de personas bajo el mismo nombre, o cuando el número de teléfono no sigue disponible, cuando además la dirección de domicilio ya no es la misma (o es inaccesible) o simplemente cuando –en el peor de los casos- la persona que se busca no tiene registro alguno de existencia.
En momentos como esos, se repite Roberto, inclusive una partida de nacimiento o ficha de cédula de identidad son válidos e ideales para agilizar las indagaciones.
Para un 29 de agosto de 2013, Roberto había logrado resolver –en un poco más de 10 días- uno de los casos que mantenía sobre su escritorio. Era el expediente de un hijo buscando a su padre, a quien no veía desde hace 12 años. “Tomás”, un señor nacido en 1928 y del que se desconocía si aún vivía.
Sin embargo, luego de una exhaustiva búsqueda, logró localizarlo en un asilo ubicado en Sonsonate. Al saber de Tomás, el encargado del programa de búsqueda dio el segundo paso: llamarle al hijo y darle la noticia, no sin antes aclararle que debía buscar a su padre primero, y preguntarle si estaba de acuerdo en hacer el reencuentro.
Así es como este programa funciona: al detectar la ubicación del desaparecido, a través de sus datos, le informan al familiar que solicita la búsqueda que deberá preguntársele a la persona que es buscada si quiere propiciar el reencuentro.
Según comenta Roberto Salazar, muchas veces las separaciones se han dado en un contexto conflictivo entre los parientes, lo que podría llevar a que no se realice el reencuentro. Pero, de acceder, Roberto aclara que todo se propiciará bajo un “borrón y cuenta nueva”; es decir, que al momento de verse frente a frente no debe existir reclamo alguno entre ellos.
Con este programa de búsqueda se ha logrado encontrar a personas desaparecidas, no solo por el conflicto armado, sino por circunstancias sociales que han cortado la cuerda que conecta a los integrantes de una familia.
Solo en 2013 se reportaron a la Policía Nacional Civil cerca de 1,070 personas desaparecidas en El Salvador. De esta cifra, la Policía maneja que de cada 10 denuncias interpuestas, al menos una se atribuye a homicidio, tres son catalogadas como personas desaparecidas y entre cinco o seis –un poco más de la mitad- siguen con vida, pero prefieren huir de su familia; sobre todo, si la violencia social les rodea.
A diario, al programa de ayuda del RNPN, ingresan de dos a tres fichas de personas que solicitan encontrar a un familiar.
Incluso, algunas son solicitudes hechas desde Estados Unidos, Canadá, México, Guatemala, Honduras y hasta Noruega. Instituciones como Pro Búsqueda también trabaja de la mano, y ha solicitado información al RNPN, para encontrar a personas extraviadas durante el conflicto armado.
En el último año (entre 2012 y 2013) ingresaron 215 solicitudes, cifra de la que solo se logró un poco más de 40 reencuentros. En algunos casos, no se encontró dato alguno del pariente extraviado, su domicilio no era el correcto, el número de teléfono no funcionaba o se conoce que la persona ya falleció.
“No es una tarea sencilla, pero cuando se logra dar con la persona, me llena. Y no me rindo, a veces siempre pienso que si no se pudo encontrar a la primera o a la segunda, habrá una tercera”, comenta Roberto luego de haber dado con el paradero de Doña Simona a inicios de este diciembre.
Roberto, más que un rastreador o un empleado del RNPN, también debe hacer uso de la sicología humana y saber aplicarla, para preparar a las personas que se reencontrarán. Antes de que algo más suceda, les tranquiliza, les hace una terapia breve para aminorar los nervios.
“Yo no sé cómo voy a reaccionar, creo que me voy a desmayar”, fueron las palabras que salieron de Doña Simona mientras caminaba nerviosa acompañada de Roberto a reencontrarse con Luisa, la hermana que en los últimos siete años hizo una búsqueda obstinada, pero sin éxito, para dar con ella.
Lo que Luisa desconocía, además de que si su hermana aún vivía, era el sufrimiento por el que atravesó Simona en esos 50 años. Antes de tenerse frente a frente, Luisa no sabía que Simona sufrió maltrato, cada que su esposo aprovechaba para machetearla. Tampoco sabía que escapó de su casa junto a sus hijos y que, tras esta decisión, deambuló y vivió en los portales de Cojutepeque, en Cuscatlán.
Este caso forma parte de los 130 reencuentros que ha efectuado este programa desde su existencia.
La ansiedad terminó al ver a Luisa. Pese a la edad, Doña Simona aceleró su caminar, la abrazó y sin mediar palabras le dijo: “Estás igualita de viejita que yo”.
Las imágenes de otros reencuentros
Número de contacto:
Roberto Salazar, del programa «Búsqueda de familiares», del RNPN.
Los teléfonos directos son el 2521-9335 y 2521-9337.