El Salvador
lunes 23 de diciembre de 2024

Sergio Ramírez: «Países sin clase media se ahogan en sus propias aguas»

por Redacción


El escritor nicaragüense dice que no entiende el papel de China continental en Centroamérica. Ve a ese país muy enigmático. También ataca con dureza a Daniel Ortega. Asegura que siente impotencia ante los males de su país.

Sergio Ramírez no solo es el mejor escritor que tiene Centroamérica: es uno de los principales y más batalladores intelectuales que pisan estas tierras.

Conozco a Sergio desde hace muchos años, desde que daba mis primeros pasos en la Universidad de Costa Rica y cuando viajaba con mi par de cuadernos debajo del brazo.

Con la lectura de sus primeros libros y desde sus primeras conferencias universitarias (vivió mucho tiempo en Costa Rica) aprendí que Sergio tenía cerebro, valor y  estilo.

Me gustaba sus disecciones de la realidad, su método para interpretar escenarios propios y ajenos y hasta la forma cómo evolucionó su pensamiento conforme se fue alejando de los derivados del castrismo, como terapia para los males de la patria.

Sergio es uno de esos personajes centroamericanos epopéyicos: saltó de la literatura a la academia. Luego apareció en la política y, de pronto, alzó la mano y fue el vicepresidente de Daniel Ortega, en su primer gobierno.

Después Sergio quiso seguir su propio camino político. Fracasó quizá porque no se rompió el espinazo haciendo política como la hacen el resto de los mortales.

Ahora ya no quiere hacer política. A sus ochenta años parece no tener fuerza para pedir votos o negociar parte de un pastel del poder. Eso sí: para él la política sigue siendo una dimensión ética como lo creían los primeros izquierdistas que parió la región.

Sergio es ahora un profundo y persistente crítico de Daniel Ortega. No le gusta lo que hace ni cómo manipula a los jóvenes. No le gusta nada de él.

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Soy de los que creo que el problema fundamental de América Latina es que nunca hemos armonizado dos palabras: libertad y justicia. Si te vas de lado de la libertad te olvidas de la justicia. Cuando buscas la justicia, atropellas la libertad ¿por qué  nos pasa eso?

Yo encontraría dos razones importantes. Primero hay un déficit institucional muy profundo. Sigue existiendo frente a los grandes enfrentamientos o diferencias ideológicas o políticas.

Las instituciones son los grandes instrumentos de equilibrio y siguen siendo débiles en Centroamérica. Por eso es que se alzan esas grandes disputas, no entre instituciones, sino entre las personas que están en las instituciones.

Aquí pasa algo de eso…

Correcto, como lo que se da aquí entre la Asamblea Nacional y la Sala de lo Constitucional. La conciliación tan clave entre justicia y libertad, como la que vos hablas, solo la puede dar el equilibrio institucional.

¿Entonces para vos no están muertas las ideologías? Siguen vigentes en ese tipo de problemas?

No, yo creo que no. Dentro de las ideologías siempre hay intereses. Y esa es otra manera de interpretar los intereses a favor de una ideología. Yo creo que hay una especie de arcaísmo en la política, como parece en muchos países de América Latina. Claro, no podemos generalizar. Hay países que han avanzado más.

¿Por qué?

Yo siento que los países que tienen una mejor perspectiva en ese equilibrio entre libertad y justicia, es porque, desde siglos atrás, las instituciones han prosperado. Se han visto interrumpidas en determinados momentos como Uruguay, con una dictadura militar, aunque las instituciones no fueron pulverizadas. Regresaron a recomponerse como eran antes y eso fue decisivo.

¿Por qué tantas guerras perdidas de uno u otro lado de la justicia y la libertad?

Porque la falta de institucionalidad coloca el poder como el interés supremo. Es decir, el poder de un individuo sobre un interés supremo es un proyecto de nación que no existe.

Si examinamos la agenda política, y vámonos a lo más cercano que es Centroamérica, salvo Costa Rica, no hay un proyecto de nación en el resto de naciones.

¿Y qué entiendes por eso?

Unas ideas fundamentales que, a largo plazo, se van desarrollando. El gobierno que llegue va abonando a cumplir eso .

¿Quiénes son los grandes culpables de los errores de Centroamérica? … ¿La historia? ¿El hombre?  ¿Los procesos?

Más que culpables te pondría factores. Primero, el gran déficit de cultura política que tenemos y que está basado en el faltante de educación en general. En tercer lugar la debilidad de la clase media.

Los países sin clase media acaban ahogándose en sus propias aguas

La clase media en Centroamérica es débil. Los otros países están estratificados de otra manera,. Guatemala sigue siendo un país de clase feudal. En Nicaragua la clase media es mínima, no tiene fuerzas como expresarse, no tiene uñas, en la sociedad, para poder agarrase. Es muy débil.

Pero…

Hay un déficit cultural, debilidad de las clases medias, debilidad del sistema educativo. Todo esto te lleva a otro factor que para mí es muy importante. Nosotros vivimos en sociedades supuestamente de cultura urbana pero que siguen siendo rurales.

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¿Qué impacta eso?

En la cultura rural vos ves una ciudad como Managua, que tiene millón y medio de habitantes, la cuarta parte de la población del país. Tú dices, acá hay una gran urbe. Sales de una carretera pavimentada y entras a un barrio campesino. Pero en las concentraciones campesinas ves a la gente con un perro, con su chanco, su chagüite, con un patio haciendo vida campesina. ¿Y cuál es el eje de la vida campesina?

¿Cuál?

No las instituciones sino el camino. No le podés decir a alguien “mira se te está metiendo agua en tu casa: aquí están las tejas y aquí dos  bolsas de cemento”. Ahí mueren las instituciones.” No podés decirle a la gente…qué piensa de del debilitamiento institucional Te respondería…¿y eso cómo se come?”.

En parte porque la política también se está reduciendo al régimen de los problemas. Ya no hay saltos hacia el futuro ni atajos ideológicos. Ya la gente no cree en eso.

El clientelismo populista son las inversiones de Chávez y Daniel Ortega. El clientelismo populista es tal la esencia misma del quehacer político de América latina desde siempre. Se reinventa, se remoza, se le pone un apodo, una etiqueta. No salimos del siglo XXI con socialismo cristiano solidario, no sé como dice la Rosario Murillo, pero es lo mismo. Lo  que cambia es el empaque.

Esta Centroamérica que abandona conflictos de los que fuiste testigo de primera línea y que pasa de la guerra a la paz…esta región no debió hacer una transición? Esa falta de transición no abona a los problemas que vemos?

En Centroamérica se dieron situaciones bélicas al tiempo tiempo, pero de naturaleza muy diferente. En Nicaragua, un discurso de reivindicación marxista toma el poder la clase proletaria para desbancar a la burguesía.

¿En  qué acabó?

Lo que prosperó en Nicaragua fue el discurso de una dictadura opresora y eso se prendió en la juventud. De ahí se montó un proyecto seudo socialista con raíces marxistas.

¿Qué pasó en El Salvador?

La lucha fue planteada de manera diferente. No contra una dictadura militar. La lucha se da contra Napoleón Duarte, quien es un social cristiano repudiado por los militares. Es una lucha que se monta sobre una estructura feudal que este país también tenía. Eso pega. El campesino pobre es el que se enlista. Por eso la solución fue diferente.

¿Y Guatemala?

Ahí la guerrilla nunca fue una fuerza masiva. Fue una fuerza ideológica pequeña dividida en tres partes. Nunca llegó a ser una amenaza real. Claro, el Ejército reaccionó como si fuera una amenaza real. De ahí vienen las terribles matanzas.

¿Ahí nacen las soluciones diferentes?

Los conflictos tienen tres soluciones diferentes. En Nicaragua hay una negociación entre la contra y el sandinismo. Se resuelve con unas elecciones que gana doña Violeta de Chamorro y el país comienza a andar más o menos bien.

En El Salvador fue diferente…

Termina con una negociación de paz que crea un equilibrio y el día que se rompe ese equilibrio se perjudicaría todo. Hay equilibrio de la izquierda y la derecha y de eso depende todo. Y en Guatemala la guerrilla sacó la cuota de poder que se merecía.

¿Tenemos en Centroamérica otras rémoras pero vestidas de otra manera?

Hay diferencias fundamentales. En Guatemala tenemos al general Pérez Molina como presidente de la República. No está por un golpe de Estado. Está por elecciones. Para mí eso es una diferencia abismal.

Pero Guatemala tiene sus propios problemas…

Es la única democracia asistida de todo el continente. Hay un fiscal nombrado por las Naciones Unidas.  Pero, a pesar de eso no veo a Pérez Molina diciendo que quiere quedarse y que va a manipular el Congreso para que se diga que lo que prohíbe la Constitución es inconstitucional. Por eso es que en Nicaragua necesitamos otro tipo de formación política.

¿Y qué pasa en su país?

Hay una figura infaltable que está ahí y dice:” Mire, yo voy a hacer este canal y entonces, si yo no estoy aquí, este canal va a durar tantos años en construirse. No va a ser posible. Yo quiero entregar el canal al país”. Ese es parte del discurso político de Daniel Ortega.

¿Qué papel le da a la izquierda en todo eso? Ya no sé si el papel de la izquierda se está reduciendo a decirle a Venezuela: «Deme dinero».

Cuando se trata de que me des petróleo, todo mundo se pone en fila. En la conferencia de Petrocaribe en Managua estuvieron todos. República Dominicana, Guatemala, Costa Rica. Bueno, a quién no le va a gustar que le den petróleo. Esa es una arma política muy poderosa.

Pero, el papel se está reduciendo a decir “deme”…

Sí, es un deterioro salvaje. Y se produce una gran confusión sobre lo que es la izquierda. En eso hay mucha tela que cortar. Para mí, como alguien de la izquierda, eso sigue siendo una dimensión ética. Alguien que basa su poder en la corrupción, no lo puedo considerar de izquierda.

Quien reclame justicia siempre va a estar en posición más cómoda que la de cualquier otro…

¡Claro!. Ese es, para mí, el segundo gran elemento. Primero el espacio de transferencia  y después de lo que considero esencial que es el ajuste entre el discurso y la realidad. El que proclama lo que no está haciendo, está engañando en nombre de la izquierda. Ese es el viejo discurso que todavía usa Ortega hasta el cansancio que es el antiimperialismo, la burguesía.

¿Por qué pasa eso?

Todo eso es falso, porque Daniel Ortega tiene un entendimiento perfecto con la empresa privada y una neutralidad de los Estados Unidos. Él  ha logrado que los Estados Unidos asuma una posición neutral.

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¿A cambio de qué?

A cambio de que Nicaragua participe en la persecución del narcotráfico, que me parece es el interés fundamental de los Estados Unidos en América Latina. El interés no es  la democracia, sino la seguridad de sus fronteras que pasan por la colaboración a la persecución del narcotráfico.

¿Y qué papel juega la empresa privada?

Daniel Ortega tiene una alianza perfecta con la empresa privada, con las cúpulas empresariales. El Presidente del COSEP habla como si fuera ministro. No vamos a examinar si eso es bueno o malo. A lo mejor es bueno porque hay un gran entendimiento entre los empresarios y el gobierno.

¿Se está quedando solo Ortega en ésta Centroamérica o pueden surgir otros Ortegas?

Lo que yo creo es que cada año que pasa se van creando una gran distancia entre el pretendido modelo autoritario de largo plazo de Ortega y el resto de Centroamérica que, necesariamente, funciona de otra manera. Yo no veo a nadie surgiendo como caudillo militar o caudillo populista a lo largo de Centroamérica.

Pero, creo que los centroamericanos miran a Ortega como un problema de los nicaragüenses…

Eso está claro, el repudio o el disgusto con Ortega, hasta en el caso Doña Laura, se expresa por debajo. Nadie le va a declarar la guerra a Ortega porque es un gobierno autoritario. Si en Nicaragua no hay reacciones internas no van a existir reacciones en el mundo. De eso no estoy culpando a nadie.

¿Eso te da un sabor amargo?

Un poco de impotencia es lo que siento. Estoy en una etapa de la vida donde es poco lo que puedo hacer para cambiar esa situación. Mi papel es ser crítico.

¿Hay dictador eterno?

No, eso es absurdo. Sobre todo si estás provocando, cada día, más desajustes, más abusos. Yo creo que hay un proceso de desaceleración.

¿Ve una salida cercana a eso?

Si lo consideramos fríamente no. Pero, la historia de Nicaragua nunca ha sido una historia de soluciones ordenadas ni de procesos previsibles. Siempre ha sido una historia de atajos. De repente todo sale por un atajo.

¿Y entonces?

Yo creo que hay un deterioro inadvertido que el poder político no ve. Pero, sí  hay, necesariamente, un deterioro en la medida que se va forzando la situación. Hay un deterioro.

Hay, entonces, orteguismo para rato ¿o no?

Siendo objetivos, hay un orteguismo fuerte. Él y su mujer han logrado crear una clientela joven.

¿Eso les da oxígeno?

¡Mucho oxigeno!, yo no sé hasta dónde ese respaldo tiene firmeza o si se basa en prebendas. También la juventud es objeto de prebendas, de regalar notas en las universidades.

¿Tanto así?

Las Universidades están totalmente bajo el control del Estado, que es algo en lo que Ortega ha avanzado también. Antes las Universidades fueron el gran foco de resistencia contra el poder, ahora no. Están totalmente sometidas.

¿Desde el primer hasta el último profesor?

Totalmente, o los que no están en contra tienen que callarse.La represión es muy fuerte en todas las universidades. Entonces las uniones estudiantiles están bajo control.

Es clientela juvenil entonces….

Si, hay una clientela juvenil y allí sacan, desde la gente que va a las calles, hasta las fuerzas de choque; pero bueno, fuera de esos mecanismos de poder hay  respaldo entre la gente pobre de los barrios, del campo. Hay obviamente un respaldo mayoritario.

No te da grima que estás describiendo retrocesos a lo que, en alguna medida, se veía, en Nicaragua, hace treinta años.

No te puedo decir que Daniel es igual a Somoza. Tampoco es así. No es que en Nicaragua las cárceles están llenas de presos políticos. Tampoco estamos llenos de desaparecidos. Yo digo que hay represión creciente. Pero, por lo menos hasta ahora no es para asustarse.

¿Y aumentará esa represión?

En la medida que el poder de Ortega sea desafiado, la represión va a aumentar. En la medida que la necesiten, van a hacer uso de la represión.

Y en medio de todo eso, hay factores emergentes como el de China Popular en Nicaragua o en Costa Rica….

Para mí el papel de China continental es enigmático. El presidente de China hizo, en Costa Rica, una declaración que me llamó la atención. Dijo que privilegiarían la cooperación con quienes tienen relaciones diplomáticas. Dijeron: en Centroamérica tenemos relaciones con Costa Rica. Por eso haremos la carretera a Limón y una refinería.

Pero, parece que tienen un trabajo solapado con sus negocios…

Exactamente. Ahí comienza, para mí, el enigma. Por ejemplo, con esos canales interoceánicos, secos o húmedos. Ahora cada presidente dice…»El mío está más adelantado». En todo eso aparece China.

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¿En qué consiste el juego?

A mí me cuesta compenetrarlo. No es el estado de China el que está en el medio. Son grandes empresas, inversionistas más o menos fantasmas como el chino que dice que va a construir un canal por Nicaragua.

¿Y quién es ese chino?

El otro día me sorprendió leer, en una conferencia que dio en Pekín. Dijo que se había graduado en una universidad de Pekín que él no podía revelar. Entonces, creo que es un farsante.

Y…

Tiene una empresa de telecomunicaciones que firmó un contrato con el Estado de Nicaragua para abrir un tercer frente de telefonía celular, pero nunca la abrió. Yo creo que entre los millonarios de China él está en tercera fila. Y a pesar de eso está ofreciendo cosas absolutamente  desproporcionadas para Centroamérica.

Es que a veces son especuladores que toman un proyecto y luego lo van a vender por el mundo como grandes coyotes de los negocios. Eso es lo que me parece que está ocurriendo.