Dagoberto Gutiérrez, meticuloso en los tonos de voz que usa para poner énfasis a frases que le interesa resaltar, dice que nació en Santa Ana pero vivió su niñez y su juventud en Chalchuapa. “Recuerdo toda mi vida de niño, tengo en mi memoria, en mi corazón, sus calles, su gente, fincas de café, sus abundantes centros de diversión”, afirma al referirse a dicha ciudad del departamento occidental.
Recuerda que su padre, un campesino autodidacta que se hizo comerciante, falleció cuando él tenía siete años de edad. Era un hombre con mucha capacidad de comunicación con la gente, mucha sonrisa, que le prestaba una atención muy especial. “Todos los días leíamos juntos el periódico, sobre todo las páginas internacionales, y después me iba estudiar Geografía. Era la época de la guerra de Corea”.
Pero la persona que más influyó en Dagoberto Gutiérrez fue su madre, también una campesina. Sostiene que ella nunca aprendió a leer ni a escribir. “Parece que no lo necesitaba porque tenía una cabeza muy lógica. Los conceptos fundamentales de mi vida, mi posición política y ética los aprendí de ella”.
Para ilustrar este vínculo más persistente el cual dejó huella en su vida, dice que de ella aprendió la relación especial con las personas más débiles _viudas y gente que sufre, por ejemplo_ y la vinculación con Dios y no con instituciones como las iglesias. Subraya que los aspectos éticos de la conducta de una persona y luego la moral vienen fundamentalmente de la madre. En ocasiones también del padre o de los abuelos; eso marcó su vida, la relación con la sociedad, con los seres humanos, y con las estructuras de poder.
La ética es la reflexión libre del ser humano sobre la libertad. Es diferente a la moral. La moral da reglas de conducta. La ética no. Es la parte más elaborada. ¿Qué tiene que ver esto? “Un día cayó en mis manos un libro sobre la vida de Jesucristo. El tipo me subyugó por su sencillez, por su definición, su justicia y por la entrega a lo que pensaba. Y entendí que lo habían matado lo romanos, que era el imperio. Gracias a él aprendí a odiar a los imperios”.
¿Y todavía los odia?
Con muchas razones abundantes, pero ya no es a Roma. Es al imperio estadounidense, que nos daña, nos hiere, nos roba y nos ofende. Esto es ética, claro, yoentendía además que no soy de Occidente, de la civilización occidental. Occidente es Estados Unidos, Canadá, Europa, Australia y Nueva Zelanda. Yo no soy de ese mundo. Pero tampoco soy del Oriente.
Y entonces ¿cuál es mi mundo? Es la periferia. Todos pertenecemos a la periferia. La periferia de un imperio.
A partir de la lectura de ese libro, que lo puso en contra de los imperios y lo ubicó en su papel en la vida, llegó el momento a partir de la ética en donde se definióideológicamente en este mundo a los 14 años. Y descubrió que los enemigos de la gente eran los terratenientes, los cafetaleros; obvio, era la oligarquía cafetalera, según sus palabras.Había que luchar contra ese poder. Días antes le habían dado en la calle un pequeño folleto llamado“La Verdad” del Comité Central del Partido Comunista de El Salvador.
“Leí una noche ese diario y me puse totalmente de acuerdo con ellos. Fui y les dije: bueno, me diste un diario. Yo estoy de acuerdo, soy de ustedes, soy como ustedes.Y me preguntaron: ¿y qué sabe de marxismo? “Nada. Allí empezó todo. Es una definición ética, no es filosófica, ni política. Es ética, por eso es perdurable”.
En aquellos tiempos ser comunista era una cosa de vida o muerte. Era un estudiante conocido, responsable de periódicos murales, escribía, pero nadie sabía que era comunista, excepto los campesinos, los panaderos que formaban parte de su célula guerrillera. Estudiaban marxismo, literatura, historia.
Ante los peligros para su seguridad personal y la de su familia, en la década de los setenta se fue de la casa y vivió 18 años en la clandestinidad. “Sabía que si me quedaba en Chalchuapa me mataban. Era correcto. Estábamos en guerra”. Y esto era un problema porque había sido presidente de la Asociación de Estudiantes Universitarios Salvadoreños; era muy conocido. Pero eso mismo me salvó la vida porque la clandestinidad consiste en aprender a vivir en tuberías paralelas a las que vive la gente y eso obliga al conocimiento más riguroso de los seres humanos.
No siempre soñó con ser guerrillero. En su niñez dice que en las fiestas de su escuela en Chalchuapa se disfrazaba de cura. Y en las carrozas de las fiestas del pueblo siempre salía de José Matías Delgado. “La gente pensaba que yo iba ser cura. Yo también pensaba que iba a ser cura. Me gustaba eso. Y mi mamá me dio luz verde. Pero ella cambió de opinión y me dijo que no porque tendría muchos problemas. Eso fue sabio porque de todas maneras yo siempre hubiera sido guerrillero. Y lo más probable es que me hubieran matado en el púlpito de la iglesia. A lo mejor hubiera sido teólogo”.
Afirma que siempre le mintió a su mamá sobre su compromiso político porque las madres casi nunca están de acuerdo con que sus hijos se involucren en este tipo de luchas. Pero ella lo descubrió por los constantes cateos de la policía a la casa y la captura de sus hermanos. Además, la oficina de Asuntos Jurídicos que había abierto fue dinamitada. “El rótulo quedó danzando. Ella sabía en lo que andaba. Yo ya era guerrillero”.
En cierta ocasión, el juez donde litigaba como abogado en Chalchuapa lo citó a su oficina y le dijo: “Mire, bachiller, hay dos grupos de abogados. Unos que piensan que usted es un abogado brillante, que va a tener éxito y otro que dice que a usted no le importa la abogacía. Dicen que usted es guerrillero. “El tenía razón en la segunda. Estaba estudiando Derecho, pero no quería ser abogado; estudié derecho para entender el Estado. Mi problema era el Estado. Y sigo sin saber qué es el Estado. El juez tenía razón: ya era guerrillero”, confiesa.
Durante su vida guerrillera, Dagoberto Gutiérrez recuerda que tuvo diferentes seudónimos. El último fue Logan. La policía tenía controlado todas sus identificaciones: Rafael, Jesús, Luis Ángel. Incautaban documentos y los relacionaban con él. Decían este es Dagoberto Gutiérrez y tenía que ocultar su identidad con un nombre falso. Logan es el aeropuerto de la ciudad de Boston (Estados Unidos). “Nadie iba a pensar que eso tan gringo tenía que ver conmigo. Y así pasé hasta el final de la guerra”.
Según el ahora vicerrector de la Universidad Luterana Salvadoreña, padre de cuatro hijos − Ana María, Ana Luz, Alicia y José Luis−todo el mundo debería tener su guerra personal para entender qué es la guerra, especialmente para que la gente aprenda a ser modesta.
Santos guerrilleros
La noche del 11 de noviembre de 1989, los habitantes del área metropolitana de San Salvador fueron espectadores de la ofensiva final por parte del FMLN. La guerra bajó de los cerros a la ciudad. Las casas de los capitalinos se convirtieron en trincheras.
El exdiputado Dagoberto Gutiérrez dice que él era parte del mando subversivo que se tomó Ciudad Delgado. “A las 10 de la noche entramos a Delgado. Bajamos del cerro San Caralampio. Maravilloso. No hay nada más hermoso que los pobres dejen de ser pobres y tengan poder. Que puedan enfrentarse a los poderosos que siempre los han humillado, mentido y vilipendiado”.
Aunque sostiene que no tuvo miedo porque en circunstancias difíciles como una guerra el temor desaparece, esta emoción ayuda, fortalece. La adrenalina puede empujar a que las personas realicen proezas como saltar sobre un barranco, con mochila al hombro, fusil y demás equipo militar, indica.
En el curso de la ofensiva final, la unidad guerrillera que comandaba se trasladó al volcán de San Salvador, que fue un escenario sangriento por los combates ente los rebeldes armados y el ejército. En una ocasión los helicópteros de la Fuerza Aérea localizaron a este grupo y la topografía del terreno no les permitía huir.
“No había donde correr para entrar a los cafetales. Entonces le captamos la orden para que nos dispararan y realmente nos podían destruir. De repente, el piloto (nosotros oíamos todo eso por los radios) avisa que las ametralladoras se le habían arruinado. ¡Mira que belleza!
Quizás intervienen en eso los santos. Ha de haber santos guerrilleros en el cielo, tienen que haber santos de izquierda, no todos han de ser de derecha. Y algunos santos de izquierda deben haber dicho “no, mis hijos maravillosos. Lo más maravilloso que tengo son estos guerrilleros. Y les arruinó las ametralladoras. Quién sabe como hubiéramos salido. Dios se mete en todo”, enfatiza Gutiérrez.
El excomandante guerrillero dice que cree en Dios, ser superior al que define como una idea poderosa, una de las ideas más poderosas que el ser humano ha producido. Para llegar a esta comprensión primero pasó por una profunda crisis existencial y evolucionar hacia un cerebro más avanzado. “Porque el proceso de creación de Dios requiere un cerebro sofisticado. Y el tema de la reflexión no consiste en si Dios existe o no, sino qué es”.
Qué piensa de Funes, Sánchez Cerén y Saca
Dagoberto Gutiérrez también es analista político y con frecuencia se le ve expresando sus puntos de vista sobre temas nacionales e internacionales. Se le preguntó sobre el presidente Mauricio Funes y los tres principales candidatos presidenciales.
A pocos meses de finalizar el mandato presidencial, ¿qué le diría a Mauricio Funes?
¡Ah!, simpático el Mauricio. Tiene dos cosas que son importantes y que lo caracterizan. Uno que no permitió que ningún partido se convirtiera en dueño del botín del aparato del Estado. La segunda es que Mauricio no se piensa ni se asume, ni se mira como presidente de la República. Mauricio sigue siendo Mauricio.
¿Qué piensa de Salvador Sánchez Cerén?
Bueno, él es una figura con importante peso histórico.
¿Era el mejor candidato?
¡Ah! Es un tema complicado porque la candidatura es una construcción ideológica que sirve para ocultar a la persona y lograr que el que vota lo haga por el candidato pero no por la persona. Entonces, ¿quién es el mejor candidato? En ocasiones el mejor no es el candidato, sino alguien que logra las condiciones para postularse. Y él en ese momento las tuvo para serlo.
¿Qué opina de Tony Saca?
Es un hombre con un pensamiento burgués, de derecha, y en conflicto con las oligarquías tradicionales.
El tono serio le cambia y ríe cuando se le pregunta:
¿Mujeres en la vida de Dagoberto Gutiérrez?
“Algunas, no muchas. Imagínate en esta vida tan agitada. La vida no se puede entender sin las mujeres, empezando por la madre de uno que es el pilar fundamental. Pero además las mujeres son más inteligentes, más fuertes, más audaces. Y sobre todo más bonitas que uno”.