Durante la pasada guerra interna en nuestro país, combatió en la primera línea de fuego. Vestido con su uniforme verde olivo, era usual verlo en la televisión o en los periódicos con una cara de gruñón, defendiendo apasionadamente su visión del conflicto o atacando verbalmente a sus adversarios.
Nació el 2 de septiembre de 1944 en uno de los barrios más viejos de San Salvador, el otrora bohemio y pacífico Santa Anita, atrás del Cuerpo de Bomberos. Sus primeros años de estudio los realizó en la Escuela Salesiana Domingo Savio, luego en el Liceo Salvadoreño, donde aparentemente los Maristas no pudieron doblegar su espíritu indómito, según se desprende de sus palabras: “ya no me quisieron validar la permanencia”.
Pero la disciplina rígida del Colegio Salesiano Santa Cecilia –conocido en esa época como un cuartel–parece que le sentó muy bien. Se graduó aquí como bachiller en 1962. Recuerda que este centro de estudios “era muy estricto, una de las características de la enseñanza salesiana” de esos tiempos en los que había internado.
Mauricio Ernesto Vargas, conocido en su familia y entre sus amigos como “Chato”, obviamente por su dorso nasal ancho y alas muy separadas, cursó las materias comunes de Derecho en la Universidad de El Salvador. Pero se sintió atraído por un anuncio en el periódico en el que la Escuela Militar informaba que abría el proceso de selección para caballeros cadetes.
Su padre, un tenedor de libros que posteriormente se convirtió en contador público certificado y uno de los fundadores del Partido Demócrata Cristiano (PDC), le inculcó la práctica del servicio a través de diferentes instituciones como los Boy Scouts y Club 20-30. “Y la profesión militar es de servicio, de sacrificio”, considera el general Vargas, quien nunca tuvo un apoyo decidido de parte de sus padres en su formación castrense ni en sus diferentes etapas de hombre de armas. Tanto así que “jamás me visitaron en un cuartel”, dice.
Desde un escritorio desordenado lleno de papeles, donde resalta una imagen de unos 50 centímetros de alto de San Judas Tadeo –patrón de los casos difíciles según la tradición católica–,afirma que la Escuela Militar prepara a la gente para que entregue la vida en combate. Es por ello que gran parte de la educación está orientada a la formación de un carácter valiente, ya que esta cualidad es indispensable para enfrentar situaciones complicadas.
Minucioso en la elección de sus palabras, sostiene que San Judas Tadeo es un mediador (ante Dios) para los casos difíciles y desesperados. “El ha intercedido por mí”, manifiesta el militar en situación de retiro, luego de autodenominarse católico practicante que asiste a misa todos los días, se confiesa y comulga, además de rezar el rosario diariamente. Y en su escritorio, a su lado izquierdo, frente a un pichel plástico variopinto con agua, está un librito de pasta azul con letras blancas que dice “manual de oraciones”.
Esta confesión cristiana-católica contrasta con una cruz blanca de unos 30 centímetros que está relegada en una esquina, atrás de su escritorio, sobre un montón de papeles.
¿Y esa cruz?
–Me la regaló el Obispo Medardo Gómez” (líder de la Iglesia Luterana), responde. El la llama la “cruz subversiva”.
¿Y por eso la tiene ahí?
En un tono serio lacónico simplemente dice “no”.
Para romper esta respuesta parca, se le pregunta acerca del deporte, ya que estuvo por muchos años ligado al fútbol. Rápidamente se muestra apasionado por este tema. Rememora que fue presidente de la Federación de Básquetbol en los años sesenta y presidente del Atlético Marte durante veinte años. De los ocho títulos que tiene este equipo, cinco los ganó bajo su conducción.
En términos generales, actualmente el deporte necesita una reestructuración profunda. Una cirugía mayor sin anestesia, paulatina, porque las estructuras no responden, es decir, árbitros, entrenadores y futbolistas. Todos tenemos una parte que debemos cambiar, de acuerdo con el militar en retiro firmante de los Acuerdos de Paz que pusieron fin a la guerra fratricida.
Recuerda que en el pasado los futbolistas se compraban con su dinero algunas prendas deportivas y “jugaban por amor a la camiseta”. Con las magulladuras que producen en el rostro tener setenta años de edad encima, al “Chato” Vargas le resulta difícil creer los recientes amaños denunciados en el fútbol nacional. “No sé si uno está viejo, pero en las sociedades actuales, quizá por la dinámica de ciencia y la tecnología, así como por el aumento de la relativización de los valores, ya no hay honradez, amistad, sacrificio ni responsabilidad. Y eso podría ser que haya permeado en la sociedad y se estén produciendo estos casos”.
Consejos a los candidatos
Retirado de la Fuerza Armada, su trinchera ahora es una empresa que importa carne y la distribuye localmente. En la primera planta, después de una modesta recepción, a la derecha, en una esquina debajo de las esclareas que conducen a la segunda planta de la fábrica, está su escritorio y solo una silla para visitas. Para probar su tendencia crítico-analítica se le pide que dé un consejo a los actuales candidatos a la presidencia de la República? Frunce el ceño y responde:
A Salvador Sánchez Cerén:
Hay problemas que son nacionales y se deben desechar las ideologías porque las soluciones no tienen tintes ideológicos. En el desarrollo de grandes proyectos económicos, es indispensable abrirse. “Si nos abrimos en los Acuerdos de Paz durante una guerra en la que éramos amigos y enemigos, ¿por qué no podemos ponernos de acuerdo en ciertos programas y proyectos de orden nacional? La institucionalidad del país, la economía, el empleo, las finanzas públicas y la justicia deben ser proyectos de nación. Un pacto entre todos los candidatos ayudaría a que en un momento determinado gane quien gane estos proyectos no cambien de rumbo porque benefician a la nación”.
A Norman Quijano:
El mismo mensaje con una visión un poco diferente: la economía debe ser más humana, tiene que estar con base a componentes como la persona humana, la dignidad, solidaridad y subsidiariedad que son principios rectores de la doctrina social de la Iglesia (Católica). “En ellas está basado prácticamente el bienestar porque no es nada más ni nada menos que la palabra de Dios traducida hacia un concepto que no es político, económico ni social”.
A Elías Antonio Saca:
“Me parece que actualmente el país no está para divisiones y que la sociedad no puede estar dividida. Los mensajes deben tener un poco de más claridad en lo que es la sostenibilidad de los mismos. Porque siento que hay demasiadas propuestas abiertas y tengo mis serias dudas de la realización y sostenibilidad y de las mismas. Hay que acordarnos que frustración conduce a agresión en una teoría psicológica. Y en ese sentido tenemos que tener mucho cuidado”.
Viejo mi querido viejo
Amante de la música instrumental, especialmente guitarra y violines, con orgullo dice que tiene tres hijos –Mauricio, Regina y José– y seis nietas, tres de ellas trillizas. Todos los días hace ejercicio durante dos horas para mantenerse en forma físicamente. No menos importante es el intelecto, ya que le gusta leer mucho. Junto con otros profesionales ha impartido asesorías sobre las relaciones cívico-militares en diversos países de América Latina, entre ellos Guatemala, Colombia y Argentina.
¿Qué se siente llegar a la tercera edad? El general retirado firmante de los Acuerdos de Paz dice sentirse privilegiado por haber llegado a esta edad, sobre todo por ser sobreviviente de la guerra con Honduras y del conflicto interno con la guerrilla del FMLN.
A simple vista, la apariencia indica que emocionalmente es difícil de conmover porque algunas veces parece estar hecho de una combinación de hielo y acero. Pero este autodominio se cae estrepitosamente cuando se le pregunta cuál es su canción preferida. Responde “Mi viejo” porque le recuerda a su padre que murió hace cinco años a la edad de 90. Y acto seguido canta: “¡ahora ya caminas lerdo, como perdonando el viento!”.