Cada vez que Ángel, el menor de los hermanos Castro Soto del Valle, ganó un grado para avanzar al siguiente en la educación primaria en Cuba, sus poderosos padres eliminaron el nivel previo de la escuela a la que asistió con dos de sus cuatro hermanos. Por eso, cuando “angelito” salió de sexto, el centro educativo “Victoria del Socialismo” dejó de existir, porque se acabó su exclusiva razón de ser: educar a tres de los cinco hijos del matrimonio de Fidel Castro Ruz y Dalia Soto del Valle, bajo un régimen de secretismo, privacidad y estricta seguridad.
A diferencia de Alexis y Alexánder, sus hermanos mayores, Alejandro, Antonio y Ángel se educaron en una escuela creada especialmente para ellos, receptora de privilegios al amparo de su madre y el control del Ministerio del Interior (no de Educación). Con solo tres niveles escolares—los que iban cursando tres de los cinco descendientes del Comandante en Jefe–, “Victoria del Socialismo” únicamente recibió a hijos e hijas de algunos diplomáticos cubanos, de la principal dirigencia partidista, militar, gubernamental y otras instancias estatales de la revolución y del círculo más cercano al Comandante en Jefe, como escoltas y elementos del aparato de seguridad.
En los Castro Soto del Valle quedó el sello del nombre paterno, ya que el de todos empieza con A: la identidad completa del líder cubano es Fidel Alejandro Castro Ruz, por lo que de 1956 a 1959, en la guerra de guerrillas contra la dictadura de Fulgencio Batista, utilizó el seudónimo de “Alejandro”.
Castro fue el tercer hijo del matrimonio de Ángel María Bautista Castro Argiz, campesino gallego, y de Lina Ruz González, descendiente de canarios.
Nacido en 1875, enviado a Cuba a finales del siglo XIX, como integrante del Ejército de España a combatir a los independentistas cubanos, y repatriado al final del conflicto, el campesino gallego retornó a la isla en 1905 y casó en 1910 en primeras nupcias. Por eso, no fue sino hasta 1943 cuando murió su primera esposa y pudo casarse en segundas nupcias con la joven Ruz de 18 años a la que contrató en 1918 como cocinera de su finca y con la que procreó a sus siete vástagos: Angelita (1923-2012), Ramón (1924), Fidel (1926), Raúl (1931), Juanita (1933), Enma (1935) y Agustina (1938).
El padre de los Castro Ruz murió, de 81 años, el 21 de octubre de 1956 en Cuba, solo 42 días antes de que la expedición guerrillera marítima encabezada por “Alejandro” e integrada también por Raúl, otro de sus hijos, desembarcara en el oriente de la isla, procedente de México, para la lucha insurgente. La madre pereció en 1963, de 63 años, cuando ya sus hijos ostentaban el máximo poder político de la isla.
Historia de galán
Con apenas 6 años, el ahora más famoso Castro Ruz, nacido en el oriental poblado de Birán, y su hermana Angelita fueron enviados por su padre a estudiar a la ciudad de Santiago de Cuba. En 1942, el joven de 16 años ingresó en la capital cubana a un colegio jesuita del que se graduó tres años después, para ingresar en 1945 a la Universidad de La Habana e involucrarse en la política universitaria y nacional y, como en 1947, en una expedición militar contra la dictadura de Rafael Trujillo, en República Dominicana.
En la institución jesuita conoció a un joven habanero cuyo apellido le acompañó para siempre: Rafael Díaz-Balart, quien primero fue un amigo cercano y en 1946 le presentó a su hermana Mirta, y luego, junto a toda su familia, se convirtió en uno de los grandes enemigos del ex gobernante comunista cubano.
Mirta estudiaba filosofía cuando su hermano Rafael le presentó a Fidel en una cafetería universitaria. Pese a los consejos de su familia, ella desoyó las súplicas de sus parientes y el 12 de octubre de 1948 se casaron por la fe católica en el templo de Banes, una localidad del extremo oriental de la isla.
En un periplo financiado por Rafael Díaz-Balart, padre la novia, la pareja viajó de luna de miel durante tres meses a Estados Unidos, primero en avión a Miami y luego en tren a Nueva York.
Aunque el joven estudiante de apenas 22 años intentó instalarse en Estados Unidos, regresó con su esposa a Cuba. Fidel Félix—primogénito, primo de Lincoln y Mario Díaz-Balart, sobrinos de Mirta y que están entre los dirigentes cubano-americanos más anticastristas en Washington—nació el primero de septiembre de 1949.
Poco después de graduarse de Leyes en 1950, se involucró con más fuerza en política, con especial énfasis tras el golpe de Estado de Batista en 1952, mientras se distanciaba de su esposa.
Una acción militar que dirigió en julio de 1953 cambió su vida: el fracasado asalto al cuartel Moncada en la oriental ciudad de Santiago de Cuba. Ahí cayó preso, como parte de otras emboscadas que gestó contra instalaciones castrenses, junto a otras figuras que luego fueron esenciales en la guerrilla y en la revolución.
Encarcelado primero en el oriente y luego en la prisión de la occidental Isla de Pinos (hoy Isla de la Juventud), profundizó los lazos que antes del ataque había establecido con la joven Natalia “Natty” Revuelta Clews, quien estaba casada con un médico de apellido Fernández. Amnistiado por presión de su suegro en mayo de 1955, con el resto de presos por el ataque al Moncada, el ya famoso combatiente contra Batista volvió a relacionarse en La Habana con la joven Revuelta, quien le había visitado en prisión y servido de correo y para otros menesteres.
Con la joven Revuelta ya embarazada, salió poco después exiliado a Estados Unidos y México. Viviendo en el exilio, se le notificó de la demanda de divorcio en 1955 por factores como infidelidad, desatención a su hijo, largas permanencias fuera del hogar e irresponsabilidad en la manutención financiera de Mirta y Fidel Félix.
Poco después se enteró de que “Natty” dio a luz Alina Fernández Revuelta, en marzo de 1956. Pero el verdadero padre de la niña solo la reconoció en secreto—y para conocimiento de algunos pocos—tras el triunfo de la revolución en 1959. Hastiada de la vida en la isla y de la situación política, la hija de Castro que forjó una carrera de modelo en La Habana, huyó de Cuba en 1993, disfrazada de turista española y con pasaporte español falso, para establecerse primero en Madrid y luego en Miami como activista contra el régimen cubano.
A mediados de la década de 1950, Jorge, el tercer hijo de Castro, nació en Cuba, de una relación extramatrimonial con la cubana María (o Amparo) Laborde. Padre de cuatro hijos y casado, Jorge es el menos conocido de los ocho descendientes directos del comandante en Jefe.
[cycloneslider id=»778″]
Sigilo y silencio
Entre las revolucionarias, Celia Sánchez Manduley fue la más estrecha colaboradora de Castro desde 1955, primero en México y luego a partir de 1957 en la oriental Sierra Maestra, plataforma de la guerra.
Con el derrocamiento de Batista, Sánchez—o simplemente Celia para los cubanos—se colocó, con discreción, en el más influyente círculo de Castro desde el inicio del proceso revolucionario. Enferma de cáncer, Sánchez se suicidó en 1980 en La Habana.
Castro fue asiduo visitante a la casa de una calle del barrio habanero de El Vedado en la que, con acceso restringido y bloqueado por una celosa vigilancia policial, Sánchez vivió. El Comandante se inscribió en ese barrio para votar en las particulares elecciones de munícipes y diputados en la isla, organizadas y controladas por la misma revolución.
El convoy de tres inconfundibles Mercedes Benz negros en los que Castro recorrió la capital cubana, fuertemente resguardado por varios anillos de seguridad que, sin llamar la atención, eran movilizados en automóviles, motocicletas o cualquier mecanismo encubierto, mientras el tránsito vehicular cercano era paralizado, llegó muchas veces a casa de Sánchez, a cualquier hora del día.
Por eso y más, conocedores de los entretelones del poder en Cuba han coincidido en señalar que, a su manera, Celia fue uno de los “amores” del Comandante.
El hijo mayor, entre tanto, creció al principio con su madre, dentro y fuera de Cuba.
Tras el triunfo de la revolución, su ya para entonces poderoso padre logró que su ex esposa aceptara enviarlo de visita a la isla. Sin embargo, y casi a la fuerza, lo que hizo fue arrebatárselo a la madre y apropiarse de su custodia, sin que Mirta pudiera evitarlo.
Conocido en los corrillos del poder en Cuba como “Fidelito” y, en algunos círculos de seguridad con el seudónimo de “José Raúl”, el primogénito es un físico nuclear que estudió en la ahora desaparecida Unión Soviética y ha formado parte de instituciones científicas cubanas. Con frecuencia, “Fidelito” ha viajado a Madrid a visitar a su madre.
Luego de la relación con Castro, la joven Díaz-Balart se vinculó sentimentalmente con el abogado cubano Emilio Núñez Blanco, reconocido anticastrista con el que procreó a Mirta, hermana por parte de madre del primogénito del líder castrista. Los Díaz-Balart están entre los más furiosos opositores del castrismo en Estados Unidos.
De tragos y discotecas
Nacida a mediados de la década de 1940 en la sur central ciudad de Trinidad, Dalia empezó la relación con el líder cubano en 1961: ella era maestra de escuela y secretaria en un sindicato de trabajadores azucareros y él estaba involucrado en una campaña de alfabetización.
La vinculación se cimentó y así, en su orden, nacieron Alexis, Alexánder, Alejandro—los tres ligados al mundo de las computadoras—, Antonio, médico ortopédico, y Ángel, de quien se sabe que estudió medicina y nació en 1972. Sus padres se casaron por lo civil en 1980. Los cinco estudiaron en el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Vladimir Ilich Lenin, en las afueras de La Habana, la principal y más prestigiosa escuela de la fase final de secundaria de Cuba.
Con los años, los cinco ganaron fama en el mundo social habanero. Protegidos por un anillo de guardaespaldas, algunos fueron asiduos visitantes de las principales discotecas de los hoteles de La Habana a mediados de la década de 1990. A escondidas de sus custodios, en ocasiones lograron beberse uno o dos tragos de ron o un par de cervezas.
La protección sobre ellos cinco siempre ha sido recelosa… como lo fue en la escuela “Victoria del Socialismo”.