En San Salvador, a unas calles de la Universidad de El Salvador, se encuentra un rincón de la memoria, parece como escondido, pero resalta su gran foto de un joven Monseñor Romero asomándose a un balcón con vista a toda Roma, en la terraza bajo árboles a Prudencia Ayala diciendo “Aquí se recuerda”, réplicas en los muros de los petrograbados del lago de Güija y pinturas rupestres de Corinto, la exposición al aire libre a Roque Dalton bajo el sol de mayo cerca de una planta de izote, a través de sus puertas blancas un afiche de las fotografías del fotoperiodista estadounidense Richard Cross que invita a pasar. Es una casa antigua, de esas que hicieron en los años cuarenta, en la urbanización La Esperanza. Su recepción tiene una librera llena de todas sus ediciones como libros y revistas, es un museo memoria, es el Museo de la Palabra y la Imagen, que ha llegado a su aniversario de plata, llega a veinticinco años en junio de 2021.
En un panorama donde no habían muchas propuestas culturales, el Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI), inicia su actividad pública en 1996, en el local del extinto espacio cultural La Luna Casa y Arte de San Salvador, con la presentación de la primera publicación del museo, Luciérnagas en el Mozote, con la presencia y testimonio de Rufina Amaya, ella fue superviviente de la masacre de El Mozote en 1981; y en esa misma noche se realiza el lanzamiento de la campaña permanente Contra el Caos de la Desmemoria, que invita a donar o prestar materiales con valor histórico, cultural o artístico. Mucha gente se le acercó a Santiago, había y hay sed de conocer, compartir y preservar memoria. Es así, que en septiembre de ese año 1996, el MUPI inauguró su primera exposición con La Huella de la Memoria, en el local de Intercambios Culturales, ubicado en la Colonia Roma, que abarcaba desde las pinturas rupestres y pirograbados hasta otros sucesos en la historia y hasta ese presente, asistiendo diversas personalidades.
Posteriormente realizó otras exposiciones que fueron vistas por miles de personas en la Feria Internacional, donde se tuvo encuentros con familiares de Prudencia Ayala, quien nos dieron más pistas sobre una mujer salvadoreña precursora por los derechos de la mujer en América Latina. En esa época, se inician investigaciones sobre los sucesos de la matanza ocurrida en 1932.
La idea del museo, surge concluida la guerra civil en 1992. El periodista y escritor Carlos Henríquez Consalvi, “Santiago”, inició como “un sueño”, y se dedicó al rescate de archivos documentales sobre las luchas sociales y posteriormente, orienta este esfuerzo hacia diversos temas sobre cultura, identidad e historia de El Salvador. Sin tener un local propio, en su casa, inundado de papeles y objetos, se ocupa en primera instancia de salvar importantes y valiosos archivos sonoros, fílmicos y audiovisuales, que se encontraban en diversos lugares, las grabaciones de los programas diarios de emisoras radiales rebeldes como Radio Venceremos. Dicho material es el primer legado a rescatar por parte de ese proyecto museográfico inusual, ahora parte de la historia contemporánea.
Luego, gracias a la confianza obtenida por Contra el Caos de la Desmemoria, el trabajo que realiza el MUPI, la gente continúa donando colecciones o documentos. Hoy el MUPI, posee un acervo excepcional representado en fotos, audio, cine, video, afiches, objetos, publicaciones, pinturas y dibujos, periódicos, manuscritos y libros donados a la institución por la entusiasta colaboración de la sociedad, algunos pertenecieron a personajes como el escritor Salvador Salazar Arrué (Salarrué), la poeta Claudia Lars, el poeta Roque Dalton, la investigadora cultural y etnomusicóloga María Mendoza de Baratta, la escritora y activista por los derechos femeninos Prudencia Ayala, el escritor Hugo Lindo, el escritor y abogado Pedro Geoffroy Rivas, la escritora y académica Matilde Elena López, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, el cineasta Alfredo Massi, el pintor Carlos Cañas, entre otros.
Algunas de las exposiciones producidas por el MUPI son: Richard Cross: memoria gráfica; Bordadoras de la memoria; Roque Dalton bajo el sol de mayo; Liliam Jiménez el corazón del sueño; Carlos Cañas días de Montaña; Maya color y memoria; Prudencia Ayala presidenta; El ojo de Giò; Mujer la desnudez de mi lenguaje; La Historia de Chiyo, Ana Frank y Nuestras Voces (jóvenes testimonios); Romero voz y mirada; De la Guerra a la Paz; Monseñor Vive; Patria peregrina Pedro Geoffroy Rivas; El Legado de Salarrué; Prudencia Ayala: la lucha por los derechos femeninos; Roque Dalton tormenta tocando la raíz de los volcanes; Trémula Tierra: una historia para prevenir; Memoria de Los Izalcos, 1932; El Mozote nunca más; Tres Mujeres: Claudia Lars, Prudencia Ayala y María de Baratta; La Huella de la Memoria.
Actualmente, mantiene nueve exposiciones en su sede.
Un ejemplo de la perseverancia y reconocimiento público hacia el MUPI, es que ha logrado que el Legado del artista salvadoreño Salarrué, que incluye a su familia, la pintora Zelié Lardé, y sus hijas Olga, María Teresa (Maya), y Aida, sea Patrimonio Memoria del Mundo de la UNESCO, el legado es de los más grandes e importantes que el museo resguarda fue donado por el pintor Ricardo Aguilar Humano en junio de 2003. En marzo y abril de este año, pinturas de las hijas de Salarrué fueron parte de una exposición sobre 100 años de la historia visual en las artes «Urdir la Trama Rota» en el Centro Cultural de España.
El Museo, recibió de manos de Santos Delmi Campos de Cabrera en 2010, el legado fotográfico de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, un cofre conteniendo cientos de diapositivas del archivo personal de San Óscar Romero cuando era un joven sacerdote, y hoy estas imágenes son exhibidas en Romero Voz y Mirada una sala permanentemente en el museo y han sido vistas en muchos espacios dentro y fuera del país.
En estos años, Ediciones Museo de la Palabra y la Imagen, ha realizado cine foros, conversatorios y charlas, con sus producciones, audiovisuales sobre memoria, cultura y literatura, como el documental 1932, Cicatriz de la Memoria, La Palabra en el Bosque, Puerto El Triunfo, Cuentos de Cipotes de Salarrué en dibujos animados, Prudencia Ayala en dibujos animados, además de rescatar documentales históricos.
Ha publicado una treintena de libros y diez ediciones de su Revista Trasmallo. Los libros publicados varían en estilo y diseño entre testimonios, poesía, fotografía, derechos humanos, comic históricos, son: Luciérnagas en El Mozote, La Terquedad del Izote, El Salvador: unicornio de la memoria, Sagatara Mío, Salarrué el último señor de los mares, Morazán recuerdos del futuro, Manual de Derechos de los Pueblos Indígenas, Informe Alternativo sobre la situación de los Pueblos Indígenas en El Salvador, Kabrakán: la Furia de los Dioses, 1932 Rebelión en la oscuridad, Rompiendo Silencios desobediencia y lucha en Villa El Rosario, Torola: río de los guayabos, La lucha así es: memoria oral en Chalatenango, Carta del Norte: una historia de migración, Romero voz y mirada, Rostros y Rastros de Chilanga: memoria oral de sus pobladores, El Río de la Memoria: historia oral del Bajo Lempa zona Tecoluca, De mi jardín sin cultivo, Siete Gorriones ,Prudencia Ayala historieta, Los mendigos me amaban, Tentaciones y estropicios, Los doce nacimientos de Miguel Mármol, Díganle a mi madre que estoy en el Paraíso. Todos estos productos se pueden adquirir en la sala de ventas-librería del museo.
Premios y reconocimientos
En 2008 incluido por la AECID en su Banco de “Buenas Prácticas de Cultura para el Desarrollo”; En enero de 2009 recibe el Premio Internacional de Cultura Prince Claus 2008; en 2010 el Premio Ford por el Juego didáctico sobre cultura ancestral indígena “Los Izalcos”; en 2010 el II lugar del Premio Iberoamericano en Educación y Museos en Madrid, España; en junio de 2013, fue nombrado parte del Comité Regional de América Latina y el Caribe del Programa Memoria del Mundo de la UNESCO- MOWLAC, 2013-2017; en 2017 la OEI entrega Premio Iberoamericano de Educación en DDHH Monseñor Romero, en Colombia; en 2019 gana el 5º. Lugar del Intercultural Innovation Award en Madrid, de la Alianza de Civilizaciones de Naciones Unidas y BMW; en septiembre obtiene el 8º. Premio Ibermuseos en Educación.
Ha sido nominado al Premio Nacional de Cultura, pero nunca lo ha recibido.
Capital humano
Desde el año 2005, cuenta con un espacio físico en San Salvador, con nueve salas de exposiciones, archivo histórico y biblioteca, cubículos para investigadores, ha recibido miles de estudiantes, además de llevar a la diáspora actividades culturales. Es parte de Sitios de Memoria, y Comité Nacional de Memoria del Mundo. Actualmente, el MUPI, con muchos esfuerzos financieros, cuenta con un equipo permanente multidisciplinario de 16 personas entre gestores culturales, comunicadores, escritores, educadores, antropóloga, . Por su sentido de responsabilidad social, a la par de su trabajo museográfico, ha realizado diversos talleres con jóvenes, estudiantes, y docentes, sobre derechos humanos, prevención de violencias a través de las artes y la cultura. Su proyecto Escuelas de Paz, que por la pandemia ha tenido que trabajar a través de su nuevo canal de YouTube, donde jóvenes facilitadores realizan los Talleres Creativos como serigrafía, fotografía, dibujo, pintura, guitarra, flauta, batucada.
Asimismo, el MUPI invita a apoyarle con la Campaña Yo Me Uno, te invita a ser parte aportando desde cinco dólares a esta cuenta: https://yomeuno.com/el-salvador/organizaciones/museo-de-la-palabra-y-la-imagen
Cuenta con la colección De La Pandemia a la Esperanza, recopilada a través de redes sociales en 2020. Son fotos, textos, videos, dibujos, collages, audios, enviados a través de correo electrónico durante los meses más duros de la cuarentena de mayo a octubre de 2020, y con ello diseñará una exposición, publicación, audiovisual, con los materiales recibidos. Por dicho proyecto ha sido uno de los galardonados con el Premio Ibermuseos de Educación, destinado a la realización de proyectos virtuales en respuesta a los desafíos planetarios que plantea el COVID-19.
El museo está ubicado en la Urbanización La Esperanza, 27 avenida norte entre 19 y 21 calle poniente 1140, de la capital salvadoreña. Local que ya se hace pequeño, ya que ha tenido que alquilar un espacio contiguo donde conserva y mantiene el cuarto frío para resguardar archivos como la cinemateca, audioteca, fototeca; hemeroteca.
En su 25 aniversario, el Museo de la Palabra y la Imagen como un oasis cultural, un rincón de El Salvador que se mantiene tejiendo los hilos de la memoria y cultura, patrimonio del pueblo salvadoreño que debemos cuidar y conocer