Eran alrededor de las 5:30 de la tarde. Abril de 1989. En el local de una agencia de publicidad que esa época se llamaba Izalco, en la colonia Escalón, a poco metros de donde vivía Armando Calderón Sol, en una sala de reuniones, el mayor Roberto d´Aubuisson estaba muy contento, eufórico, porque ARENA había ganado la presidencia de la República con Alfredo Cristiani. “Tenemos para gobernar por lo menos cuatro períodos. Podemos jugar con un candidato joven, luego una mujer y así… Eso sí nunca hay que olvidar a los miembros y familias de la Fuerza Armada que han dado todo en la guerra”.
Pocos meses antes, en esa misma sala de reuniones, el caudillo de ARENA había dicho que él hasta podría “dar permiso” al comandante guerrillero Joaquín Villalobos para que entrara a San Salvador a colocar bombas si el presidente Napoleón Duarte (con cáncer terminal) moría y el otrora fuerte Partido Demócrata Cristiano (PDC) lo victimizaba a su favor en la campaña electoral.
Era obvio que él mandaba y ARENA hacía, salvo algunas decisiones, al pie de la letra su voluntad. Y en ese contexto, d´Aubuisson era de la idea que ARENA tenía que desaparecer. Pero no electoralmente como lo que está ocurriendo ahora, sino que planificado. Hay testimonios de gente que lo conoció que su idea era que la misma derecha fundador de ARENA creara, de común acuerdo con la cúpula arenera, otro partido y potenciarlo cuando ya fuera evidente que iban al fracaso.
Pero tras la muerte de d´Aubuisson, ARENA se convirtió en un nido de víboras, en un club –quizá similar algunas veces a la doble moral al estilo de la pueblerina masonería salvadoreña−. La historia todos la conocen. El gordo Armando Calderón Sol se impuso de candidato, este le abrió paso a un grupo empresarial para que Francisco Flores fuera su sucesor, y otro grupo empresarial potenció a Tony Saca. Con la diferencia que Saca se dedicó a robar y, en sus cuentas alegres, vendió a ARENA para que el FMLN llegara al poder, pensando que este partido lo protegería 10 años para no ir preso. Bueno, Estados Unidos intervino y está preso en Mariona.
La historia de ARENA es una historia de intrigas, luchas internas y hasta asesinatos. Los dirigentes siempre han buscando sus intereses personales. ¿Y por qué tras esta aplastante derrota no han renunciado? Tiene la piel más gruesa que un cocodrilo. Son sinvergüenzas. Usando su mismas palabras, son vende patria.
Que toda la oposición perdió porque compitió con un Estado, no un partido, es cierto. Con un presidente Nayib Bukele que se ha aprovechado del desencanto de un pueblo (así como lo hizo Hugo Chávez en Venezuela) y practicando el populismo para conquistar el poder.
Pero eso no justifica que, por ejemplo, ARENA se haya dejado vencer antes de las elecciones y le haya dado vergüenza la marca. Mejor habría sido –aunque seguramente tendrían otros resultados− morir con las botas puestas.
Es más, el secreto del triunfo de Bukele –Nuevas Ideas− fue potenciar la marca. Casi nadie sabe por las personas que votó porque en realidad votaron por una marca.