A pocos días de llevarse a cabo los comicios legislativos y municipales, los partidos políticos involucrados en la contienda electoral han intensificado su campaña de cierre en la búsqueda de la simpatía y del sufragio popular, que les permita obtener una correlación de fuerzas importante para el próximo ejercicio legislativo y municipal.
Las elecciones constituyen el método básico democrático para designar a quienes toman las decisiones en representación nuestra, haciéndolos responsables de sus decisiones. En ese contexto las elecciones del 28 de febrero de 2021 no solo supone el arribo del partido Nuevas Ideas como la eventual primera fuerza política del país y el crecimiento de GANA a una segunda posición, sino también serán trascendentales en el marco de las decisiones importantes que inevitablemente deberán aprobarse en la próxima Asamblea Legislativa 2021-2024, entre las que están: la elección de magistrados en la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y de otros funcionarios de segundo grado, que incluyen la elección del fiscal general de la República; a eso debe agregarse una gobernabilidad que se requerirá para abordar temas importantes como la reforma del sistema de pensiones, la discusión de una política de responsabilidad fiscal, el fortalecimiento de una institucionalidad que por hoy es débil, el respeto del Estado de Derecho y del cumplimiento de las leyes del país, en una coyuntura atípica por los tiempos de la pandemia del Covid por los que atraviesa el país y el resto del mundo desde el año pasado, y que sin embargo, no debe significar ningún impedimento para no elegir a quienes nos ofrezcan las mejores propuestas de solución a los problemas estructurales del país y de las necesidades de la gente, sino también para castigar al político populista, manipulador, demagógico y otros que ya fracasaron en la gestión pública, que en esta contienda siguen ofreciendo de todo, ofreciendo lo mismo que no han cumplido, o los que reparten guacales, delantales y chilindrinas a cambio del voto, queriendo sorprender la inteligencia de la gente.
Evidentemente, no se puede caer en la generalización absoluta, a razón que aunque existe una percepción negativa de la calidad de política que se ejerce en el país, hay políticos que por el rol que juegan en sus partidos, por su desempeño personal, por la gobernabilidad en apego a su actuación en cumplimiento a su función constitucional de representación popular, como un Guillermo Gallegos, Mario Tenorio, Francisco Merino y algunos más de bajo perfil, son necesarios su presencia en el parlamento salvadoreño, mientras tanto no suceda un verdadero relevo generacional con gente joven o nueva que ponga la política al servicio del país, y no para los mismos de siempre, como acontece en lo actual, donde se legisla a conveniencia de intereses facticos, políticos, económicos y corporativos que tanto daño le hacen al país, en menoscabo de las condiciones de vida de la gente.