Colores cálidos, o grises con negros y blancos, escenas con olor y sensación a barro, a calle, a pueblo, trazos y brochazos que traspasan dimensiones, que llevan a lugares, de la mano siempre de las personas humildes, excluidas, a niños y niñas, carretas y bueyes, enmarcándolas como en cápsulas de luz, amarillos, o tonos tierra. Su mano lleva el pincel, su ojo la memoria y el presente, el deber, el camino, su pintura habla por su silencio.
Él, es uno de los artistas más sensibles y reconocidos en El Salvador, es Camilo Minero. Pintor, muralista y grabador. Nació en Zacatecoluca, departamento de La Paz, El Salvador, el 11 de noviembre de 1917.
Camilo se formó en una familia humilde. Su padre, Camilo Minero, ebanista y constructor de féretros, y su madre, Josefina Nóchez de Minero, elaboraba las telas para los ataúdes En su pueblo Zacatecoluca, a los 15 años recibe clases de dibujo y pintura en la academia del maestro Marcelino Carballo. Unos años después, se trasladó a la capital San Salvador, donde ccursó estudios de pintura en la Escuela de Artes Gráficas de El Salvador, bajo la dirección de Carlos Imery de 1936 a 1938. En ese tiempo, por la necesidad económica tenía que trabajar, y fue ayudante de escenografía y otros en el Teatro Nacional.
En 1952, la gestora cultural hondureña Clementina Suárez, organizó una exposición de pintores centroamericanos y mexicanos, en el Parque Libertad, de San Salvador, donde Camilo participó, él ya era un pintor conocido.
Fue becado por el estado para estudiar pintura en el Instituto Politécnico Nacional y grabado en el taller de Gráfica Popular, en la ciudad de México. Obtuvo el primer lugar en pintura y grabado, Instituto Politécnico Nacional en 1958. Conoció, aprendió y experimentó la influencia de los grandes muralistas mexicanos: Diego Rivera, Orozco y David Alfaro Siqueiros. Desde muy joven se afilió al Partido Comunista. Camilo se casó con María del Carmen Cornejo y procrearon a tres hijas.
Su obra es extensa y variada. En ella sobresalen dibujos, óleos, grabados, acuarelas, serigrafías y murales. Fue maestro en 1960 de la Escuela de Artes Plásticas en la Universidad de El Salvador, llegando pronto a convertirse en el director del Taller de Artes.
Fue desde siempre un luchador social, frente a las injusticias y el autoritarismo, lo que le costó el exilio durante largo tiempo. Vivió en México y Nicaragua. En los años ochenta vivió y trabajó en Nicaragua, realizando diversos murales. El artista volvió a El Salvador, después de la firma de los Acuerdos de Paz. Sus obras se encuentran dispersas en diversos lugares y colecciones privadas, particularmente en México, Cuba, Nicaragua, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y en museos europeos. Le fueron conferidos numerosos premios y distinciones internacionales. Entre ellos: en 1996 se le concede el Premio Nacional de Cultura, en 1998 la Asamblea Legislativa lo declaró “Hijo Meritísimo de El Salvador, en 2001 la Universidad de El Salvador le entregó el título de Doctor Honoris Causa.
El pintor, el hombre, el artista, que le puso color a su pueblo, murió el 6 de mayo de 2005. Su familia resguarda su memoria.
Desde 2012, en el Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI), fue colocado un busto realizado por Salvador Borja Ávila, en la llamada Galería de la Memoria, donde le acompañan otros bustos de figuras como Monseñor Romero, el Ing. Félix Ulloa, la escritora Matilde Elena López.
En marzo de 2019, en la sede de la ONU en Nueva York, en el Nivel 1B-Sala de Negociaciones, se realizó la develación del mural de Camilo Minero “Mi pueblo”, es la primera vez que es colocada una obra pictórica de un salvadoreño en dicha organización internacional.
