En el autobús froto mis manos con alcohol gel, una señora lleva múltiples bolsas.
La ventana refleja su cansancio. Su rostro arrugado me sonríe.
Cuenta que es tarde, se dirige a San Juan Opico.
El mercado cerrado, los comercios en silencio.
Vive con sus hijas y nietas, ahí guarda unas libras de frijol y arroz
por si un día no puede salir.
Su voz triste relata que las ventas bajaron.
Vende donde puede. Hoy le quedó casi toda la venta.
Si ella no vende, no come, tampoco tiene para pagar diario el alquiler
de la pieza donde duerme.
Aún lleva chiles verdes, tomates, cebollas.
Le compro tres bolsas de tomates a dólar cada una.
Las paradas siguen vacías como las calles.
El conductor lleva guantes y mascarilla.
Ella se baja en el parque para abordar otro autobús.
Voces
Diario vivir
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