América del Sur está sacudida por una ola de movimientos sociales con diversidad representativa, espontanea convocatoria, grupos dispersos, mini grupos radicales, masiva participación ciudadana en cacerolazos. Es un movimiento con dirección poli-céntrica, independiente al sistema de los partidos, no electoral, opera paralelo al poder legislativo, ejecutivo y es extra parlamentario.
Dos motivaciones de fondo provocan esta irrupción ciudadana ante gobiernos. Una cuando el gobierno desmantela la democracia alternante. Otra son exigencias de bienestar mínimo que desmejoran los Gobierno de izquierda, centro o derecha, elegidos democráticamente que con poca sensibilidad social imponen y continúan con medidas económicas del Banco Mundial- FMI.
Los gobiernos reaccionan rápidamente. Creen que es ley, apertura, pensiones, precio del transporte público, la colegiatura de educación, salarios. La presión es más de fondo, se quiere ocultar.
Ecuador, suspende subir el precio de la gasolina. Oculta la distribución, uso de la divisa petróleo-banano. Chile da salida con una Reforma Constitucional, interviene el Ejército. Argentina, la alternancia de gobierno traslada el problema a otro gobierno. Bolivia fractura la alternancia democrática y convoca a nuevas elecciones, pero no explica el uso de la divisa de sus recursos naturales estratégicos.
Venezuela, por la amenaza de invasión externa, interfiere, retrasa la salida viable. El movimiento civil queda débil por la migración de 4 millones de pobladores a países vecinos. Los líderes quedan con el doble poder sin movimiento civil de respaldo. Son dos gobiernos internos que deben convocar a elecciones y dar pasos políticos inéditos, mientras el ejército no interviene.
Colombia es síntesis de confrontación de movimientos sociales emergentes con el aparato estatal municipal, gobierno, donde incide un cacique neocolonial que es contrapeso a la cultura ciudadana que se expresa culturalmente por el diálogo. No interviene el ejército
En América Central los líderes de partidos protegen la corrupción de grupos financieros y líderes políticos. En Guatemala irrumpe el movimiento social espontáneo presiona salidas de presidentes. Con 24 partidos eligen candidatos a la presidencia. El ejército no da golpe de Estado.
En Honduras un líder de Gobierno lo protege el partido, trastoca la alternancia democrática y polariza la vida política. Los movimientos sociales presionan, pero el gobierno no da salida, protege corrupción, no dialoga en un impasse. El ejército no da golpe de Estado.
En Nicaragua, después de abrir la Mesa en el 2018, los ciudadanos desbordan al régimen y piden elecciones inmediatas. El gobierno y su cacique neocolonial cierran el diálogo nacional. Año 2019. Entroniza el terrorismo de Estado paralelo con las “divinas turbas”, que son del partido sandinista, que desmantela el civismo y la identidad propia nacional. El ejército no interviene.
Por ahora, en América Latina no está bajo cuestionamiento la alternancia democrática que es conquista después de larga intervención de los ejércitos. Ahora la intervención de estos está limitada por la Constitución. La excepción es el eje del Socialismo del Siglo XXI que administra políticamente la divisa del petróleo multinacional hasta su bancarrota. Acceden al poder por elecciones, exportan la revolución, alquilan líderes, partidos, al final anulan la apertura democrática, intentan instaurar nuevas dinastía del caciquismo neo colonial fuera de la economía mundial en crisis.
La nueva historia la encabeza las capas medias del movimiento que cuestiona el modelo económico, la distribución del ingreso que disminuye en cada país, el costo de la vida sube, el costo de producción sube. El malestar social es espontáneo, genuino, y va extendiéndose a todos los sectores de la sociedad dual. La desmejora del bienestar social de los “los condenados de la tierra”, frase del intelectual africano Fannon, década del 60, aumenta.
Es una fuerza real y no es asunto de jóvenes violentos o de peligro de guerra civil. Es asunto de reformas económicas que se ocultan como en 1979. El famoso derrame de la globalización parcial, no derrama una gota generosa en 30 años. El sistema estructural del capitalismo extractivo y depredador está cuestionado a nivel mundial y apenas el Foro Económico Mundial inscribe propuestas, pero El Salvador cierra la democracia económica.
La chispa enciende en un punto del tejido social que no podía manifestarse, en medio del abuso de un grupo financiero internacional que instrumentaliza la democracia nacional para extraer, expatriar la ganancia de pequeños países y dejarnos sin divisas, una deuda impagable, que debe sacrifica el presupuesto y la nación, la inversión. Creen que el sistema capitalista extractivo está sano y la gran guerra comercial mundial entre RPChina–EEUU-Europa-Inglaterra-Rusia es un ajuste entre ellos.
El hecho histórico en esta coyuntura muy latinoamericana nos acerca a la África del Norte mediterránea, el centro y el sur. No se puede ocultar el consumismo por remesas importadas, las migraciones al norte, la redistribución de ingresos, la deuda externa, bajan las pensiones, no pueden ocultarse.
Abrir el debate es ahora. Las consecuencias del sistema económico mundial impuesto con las medidas de apertura comercial, el modelo macro económico, década del 90, se olvidan, la autocensura es complicidad. El sistema fue impuesto a los industriales, el comercio nacional, al sector agrícola, agro industrial, pequeños inversionistas y micro financieros.
Por lo que los aumentos de salario son parches sin crecimiento, sin inversión masiva, sin créditos con bajo interés. Ello crea inflación inmediata por la presión de la economía informal.
El movimiento social desborda los cauces institucionales, niega el poder legal y debe dialogar para negociar. Es positivo el primer paso de la transición porque el nudo en transición es cambiar el modelo económico, hacer los ajustes al ajuste de apertura comercial, para dar al callejón la salida.