Como en los sueños pasa, una mezcla de cosas ocurren cuando pienso en nuestra historia. Lo irracional es lo que busco. Lo salvaje. El fresco olor a tierra después de la lluvia. Instantes en cápsulas de olvido, por la memoria de nuestros antiguos habitantes, sigo. Después de la sentencia y ejecución de muerte al líder indígena Anastasio Aquino en 1833, nada pasa, pasa la vida, y sigue la economía que hay que levantar. Pasó ese levantamiento y fue exterminado. Solo quedó en leyenda rebelde. Es tiempo del café.
Un arbusto, da una flor blanca aromática que luego se convierte en frutillas de gajos que se tornan maduros llegando al rojo, entre la pulpa su semilla pequeña dulce, el café. En el mundo, cada mañana es un ritual donde cada quien prepara café de su forma favorita. El café ha causado revoluciones a través de la historia. Una bebida que cambió el rumbo de la cultura y la economía en el mundo. Hay varias versiones de su procedencia, se dice que es en Etiopía, África, de donde luego llega a otros lugares donde se conocen los primeros cultivos. Surgen las primeras cafeterías. Se dispersó. Llega a Viena, Londres, Venecia, Paris, Amsterdam… El comercio sigue, hasta que es llevada a América. Una planta bastó para propagarse, en diversos sitios, instalan plantaciones con esclavos llevados de África en la isla San Domingo o sea Haití, La Española, como le llamó Colón antes. Se convertiría en uno de los lugares de donde mas se cultiva el café, además de la caña de azúcar, lo cual termina con la revolución de los esclavos en 1791, se revelaron y lo primero fue destruir las plantaciones de caña y café, quieren librarse de la esclavitud, esta revolución dura varios años. Hoy la isla se divide en dos países: Haití y República Dominicana.
En El Salvador, el café se llega a mediados del siglo XVII. Se cultiva café, pero en ese tiempo era el añil el producto de exportación, posteriormente ocurre la caída de los precios del añil, que comienza a perder fuerza debido en gran parte a la aparición de la anilina alemana, esos tintes sintéticos tomarían fuerza. El café seria el producto estrella. En el país se funda el centro de estudios más importante, en 1841 se decreta la fundación de la Universidad de El Salvador, aunque es hasta en 1889 que una mujer se gradúa de la Universidad, Antonia Navarro Huezo, antes solo era para hombres. El suelo es propicio, tierras volcánicas ricas en nutrientes, perfectas para este cultivo del café, se necesitaba mano de obra abundante. Leyes que obliguen a trabajar las tierras, a los vagos, a los ociosos.
Se podría decir que se consolida la sociedad cafetalera y el Estado entre 1848 1890, una época que se fue definiendo en sus bases sociales, políticas y económicas. Pero, los de abajo, los descalzos, eran los últimos en enterarse. Históricamente, se ha conseguido acumular riqueza, apropiándose de tierras desde el periodo colonial, a través de la violencia, solicitando mano de obra barata o gratuita. Entre 1860 y 1880, el café tomó un impulso mayor y las exportaciones se multiplicaron. Entre 1860 y 1863 el presidente de turno Gerardo Barrios, militar, impulsó la reorganización de las finanzas públicas, alentó la producción de café, creó el ejército, entre otras actividades, aunque a él lo terminan fusilando por sus ideas unionistas centroamericanas, ahora un parque frente a catedral lleva su nombre. En 1868 nace en Alegría, departamento de Usulután, el intelectual, escritor y diplomático Alberto Masferrer. Otra zona cafetalera y volcánica.
En aquellos años de los albores de la República cafetalera, inicialmente, la fracción pudiente más fuerte, se había formado entre San Miguel-La Unión; otro grupo se constituyó en el centro sur de El Salvador, en torno a negocios a nivel exterior, créditos y producción de café. Y el otro, se forma en el occidente, en Santa Ana-Sonsonate-Ahuachapán.
Pero a todo eso, ¿qué ocurre con los habitantes originarios de estas tierras? Los pueblos indígenas y campesinos tuvieron que ser despojados de las tierras que habitaron, progresivamente, ya que para introducir el café se tomaron las tierras y para levantar la economía. Y en muchos casos se quedan a vivir, viviendo en la finca, trabajando en la finca pero sin tener propiedad de nada. Sin acceso a su propio pedazo de tierra. El mercadeo contrasta con la herencia mística y ancestral de ver y sentir a la tierra como madre, como lo mas importante. Su cosmovisión destruida, mutilada, su espíritu su paz se ve afligida.
Irónicamente, variaba la sociedad y su economía, la ciudad capital San Salvador, elegante, con sus parques, iglesias, salones, hoteles, clubes, y gente bien vestida, contrasta con los trabajadores vestidos en cotón y sombrero o trabajadores de la ciudad. Ciudad sofisticada perdida en la memoria. La calidad de nuestro café era de las mejores del mundo. Una República cafetalera con hambre de poseer tierra cultivable.
En 1882, despojan de las tierras ejidales a las poblaciones indígenas y campesinas. La tierra, siempre la tierra. El gobierno hace efectivo el Decreto Legislativo del 2 de marzo de 1882, publicado en el Diario Oficial No. 62, Tomo No. 12, del 14 de marzo de 1882 de República de El Salvador en la América Central: la Ley de extinción de ejidos.
Nadie transcribe ni estudia el Náhuat, no se le da la importancia. Sufren la expropiación de sus tierras comunales. En esos años, en un poblado indígena llamado Sonzacate, del departamento de Sonsonate, nace improvisadamente bajo una gran tormenta y en una choza, Prudencia Ayala era el 28 de abril de 1885, su madre Aurelia Ayala dio a luz en dichas condiciones, esa niña que había nacido, en 1930 del siglo siguiente querrá ser presidenta de la República.
Mientras se iban silenciando las voces, las tierras quitadas, nadie les registra nadie, excepto después, María Mendoza de Baratta, etnomusicóloga, que nació en 1890, estudia maravillada y con paciencia, viajando en los pueblos, dejando todo en su obra de vida “Cuscatlán típico”.
No importa el pueblo, importa el café.
El tren. Ese año, el 4 de junio de 1882, el Presidente Rafael Zaldívar inauguró oficialmente el servicio del ferrocarril, con la llegada a Sonsonate de la primera locomotora que conducía un convoy de pasajeros y carga. La primera línea en construirse en el país conectó la ciudad de Sonsonate con el puerto de Acajutla, que después enlazó con Santa Ana y Chalchuapa (las zonas cafetaleras) y luego con San Salvador. Ese año, de 1882 nace el general Maximiliano Hernández Martínez, quien llegaría a la política y a ser presidente de facto desde 1931.
Es curioso para mi, observar entre el panorama histórico personajes que se me vienen a la mente. Tan distintos. No sé si se habrán conocido el salvadoreño David J. Guzmán y el sueco Carl Vilhelm Hartman.
David J. Guzmán, es conocido por ser el nombre que lleva nuestro Museo Nacional de Antropología (MUNA). David Joaquín Guzmán nació en San Miguel en 1843 y murió en San Salvador en 1927. Un estudioso de la botánica salvadoreña, mi madre tiene aun unos tomos sobre especias dela flora. Estudió filosofía en la Universidad de San Carlos en Guatemala, y Medicina en Paris, Francia, trabajó como catedrático de medicina y botánica en la Universidad de El Salvador. Fue el primer director del Museo de Nacional, fundado por decreto en 1883, y que por cierto fue dos veces director, hoy llamado Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán. Se supone que ahí estarían las mas grandes riquezas de nuestra cultura. David J. Guzmán, desempeñó cargos políticos y de administración pública enfocados hacia la regeneración social, frente al atraso de la población indígena. Un personaje poco explorado como intelectual, médico, naturalista, explorador, una figura política importante, con influencias en la sociedad. Realiza publicaciones sobre especies útiles de la flora y fauna salvadoreña. Decía que había que transformar el modo de ser local, y adoptar modelos europeos y norteamericanos para así acabar con la indolencia producto de la raza tropical y cambiarla. Esto es un claro racismo, me parece. Poco explorado.
En Teotepeque, costa del Bálsamo, espacio sagrado ancestral donde crece nuestro árbol de bálsamo, nace en 1893 Agustín Farabundo Martí.
Carl V. Hartman en Los Izalcos. Siendo director David J Guzmán del Museo Nacional, ocurre algo sumamente valioso, y aun desconocido su paso por el país. En 1896, desembarca en Puerto de Acajutla un curioso hombre experimentado, etnógrafo, naturalista y botánico sueco Carl Vilhelm Hartman (Suecia 1862-1941). Permaneció aquí hasta 1899. Tres años investigando. Sus crónicas y fotografías captadas son un registro único e invaluable que nos revela cómo eran las comunidades indígenas a finales del siglo XIX. Investigó durante esos años in situ a Los Aztecas de El Salvador, como él les llamó.
Estaba yo realizando mi servicio social universitario en el Museo de la Palabra y la Imagen, en el año 2003, cuando me dan un documento para transcribir. Eran parte de las crónicas escritas del sueco Carl V. Hartman, seguí y seguí leyendo y digitalizando, transcribiendo esos textos. Comenzaba a imaginarme ese paisaje, así como él lo vio. Desde poner pie en Acajutla, ver el paisaje volcánico desde ahí, las formas, el verde, el trópico, los colores en las personas y sus vestimentas. Lo llevan a la capital, pero quiere ir a Nahuizalco.
Según sus crónicas, se fue a caballo con un acompañante. Y a la mañana siguiente, salió del lugar donde durmió y se sorprendió de ver tantas chozas. Y a él le habían dicho que eso no era importante. Mujeres con su atuendo indígena: el refajo, una tela tejida elaborada en el telar de cintura, la cual ocupan como falda enrollada al cuerpo, muchas de esas mujeres quizás las mas mayores no usaban blusa o huipil. Solo algunas usaban blusa, y los hombres con su taparrabo. La mayoría aparecen con el cotón, pantalón y camisa de manta. Descalzos, en sus chozas. Carl Hartman realiza visitas a otros pueblos y fotografía todo, escribe relatos, registra un valioso eslabón de nuestras raíces mas lejanas. ¿Se habrá reunido con alguien en el museo nacional? No lo sé.
Estaban ahí como quizás nadie lo había visto ni retratado, dándole la importancia que tenían, nadie como él realiza este tipo de registros: nuestros ancestros con sus costumbres, sus máscaras, sus muñecos de juego como las chintas, sus comidas, sus instrumentos, sus danzas, sus ojos temerosos de ser fotografiados. La muchacha se tapa los senos, la señora mayor no. En otras fotos aparecen al natural. Un extraordinario registro, es el que realiza Hartman.
Carl Hartman consigue mas de lo que imagina, es un terreno virgen, inexplorado, en el sentido que nadie como el nunca mas registraría ese instante que queda intacto. Es 1899, año en que nacen dos artistas que se desarrollarían en la primera mitad del próximo siglo Claudia Lars y Salarrué.
(Continuará, en la cuarta y última parte)
PRIMERA PARTE: El Salvador: tierra, vida y cultura (260 dc-1932) Parte I
PRIMERA PARTE: El Salvador: tierra, vida y cultura (260 dc-1932) Parte II