Ya no te quiero,
Nariz de moronga,
Andá donde tu nana
A que te la componga.
La disputa amorosa entre la ciencia y la conciencia del lenguaje. A la pre-determinación técnica el libre arbitrio le replica…
Abstract: “On riddles. Linguistic okScience vs. Consciousness” studies a collection of three hundreds and sixty five (365) riddles (adivinanzas) —one per day of the year— from a compilation of Salvadoran Folk (1941-4). The essay notices the unpredictable way in which popular creativity analyzes meaningful linguistic units. Innovative speech submits to the listeners (You) a discourse in discrepancy with formal scientific research. Presupposing that meaning needs to be deciphered, riddles suggest a linguistics of the speech act in clear distinction with the science of language. Not only subjective daily use of language assumes other significant units than phonemes, morphemes, lexemes, phrases, sentences, but also the speaker (I) insists that real meaning is a reconfiguration of an original logical and lexical prescription. The essay concentrates its inquiry in three subjective linguistic mechanisms: playful activity between sound and meaning or rearrangement of sense, double meaning of words, and a creative description that evocates the object, without pointing to it. Instead of defining national identity by a Lettered City (Ciudad Letrada), riddles recommend popular language use as foundation of democracy, in disagreement with current cultural studies. As a linguistic fact, the political sphere is susceptible of confusing the representative entity, the word “people”, with the represented people themselves.
Resumen: “De adivinanzas. Ciencia vs. Consciencia lingüística” estudia una colección de trescientas sesentaicinco (365) adivinanzas —una por día del año— de una recopilación del folclor salvadoreño (1941-4). El ensayo anota la manera impredecible en que la creatividad popular analiza las unidades lingüísticas del sentido. El habla creativa le propone al oyente un discurso en neta discrepancia con el análisis científico formal del idioma. No sólo el uso diario subjetivo de la lengua asume otros significantes que los fonemas, morfemas, lexemas, frases, oraciones, sino también el hablante (Yo) insiste que la significación real reconfigura la prescripción lógica y léxica original. El ensayo concentra su atención en tres mecanismos lingüísticos subjetivos: la actividad juguetona entre el sonido y el sentido o recomposición de sentidos originales, los dobles sentidos de las palabras y la descripción creativa que evoca el objeto sin apuntar a él. En vez de definir la identidad nacional por la Ciudad Letrada, la adivinanza recomienda el uso popular de la lengua como fundamento de lo democrático, en desacuerdo con los estudios literarios. Como hecho lingüístico, lo político a menudo confunde al representante, la palabra “pueblo”, con el representado, las personas mismas.
0. Preludio
Una diaria, el volumen “Recopilación de materiales folklóricos salvadoreños” (1944: 204-236) transcribe trescientas sesentaicinco (365) adivinanzas. En esos acertijos prevalecen dos mecanismos de la lengua que acentúan el sonido y otro adicional que privilegia el sentido. No interesa describirlos para ofrecer una explicación científica. En cambio, la conciencia popular del idioma rebasa la formalización de la ciencia. El análisis lógico jamás prediría el uso efectivo del idioma en el instante creativo del acto de habla. La gramática ni el diccionario indican la manera en que el hablante (Yo) —al proferir un enunciado— incita al oyente (Ud./Tú/Vos(otro/as)/ Uds. = You) a descifrarlo.
La adivinanza enseña que todo mensaje es un código complejo a interpretar. Discurso en miniatura —anticipo de lo literario, político y religioso— anuncia ciertas pautas —sonoras o gráficas— cuyo fundamento material construye el edificio psíquico y cultural del sentido. La materia terrenal sostiene el espíritu ultramundano, como en aquel breve relato de J. L. Borges —“Diálogo sobre el diálogo”. Al eliminar el cuerpo —sonidos y letras del idioma— el alma y su significación se diluyen en la Nada. O, quizás, descarnadas perduran como ánimas en pena, fuera del Reino Político de este Mundo.
Los tres recursos a comentar invocan la primacía del sonido-letra cuyo sentido original se recompone al ensamblarse en una nueva palabra (1) —San-cho; (s)ancho— la interacción entre los varios sentidos de una misma palabra (2) —»matar un animal para matar el hambre”— y un principio descriptivo del objeto nombrado (3). Un ejemplo sencillo lo ofrece el nombre del departamento occidental del país: Ahuachapán. Su descomposición creativa ilustra la neta discrepancia entre la ciencia y la consciencia del idioma.
Mientras la lingüística indaga su etimología correcta, el habla lo recorta en tres secciones significantes: agua, chapa y pan. A la búsqueda de los morfemas del toponímico, se oponen tres contenidos que lo remiten al río, la puerta y el trigo. Los tres sentidos originales de las secciones significantes se diluyen al combinarse en una unidad mayor que los engloba. De su carácter original sólo permanece constante el sonido-letra, esto es, la materia fónica-gráfica como el cuerpo difunto, terreno, se recicla en tierra bajo la migración celeste del alma.
Esta recomposición popular presupone la existencia de dos lingüísticas: la científica o letrada y la popular o creativa. Si la primera analiza el idioma en fonemas, morfemas, léxico, frases y oraciones —a lo sumo relatos— la segunda prefiere el juego constante entre lo concreto del sonido y la abstracción del sentido. Las reglas estrictas de la gramática —las definiciones del diccionario— no predicen la reconversión que el locutor (Yo) realiza al hablar y analizar el idioma.
La doctrina máxima de la adivinanza establece una complementariedad esencial entre la lingüística científica —el código gramatical, léxico, etc.— y la lingüística del habla en su creatividad impredecible. A la lingüística del código se contrapone la lingüística de la innovación. Mejor aún, la ciencia de la lengua la complementa —la precede— la conciencia de la lengua que viola sus preceptos formales. El cuadro siguiente resume la contradicción entre la ciencia y la conciencia, entre la prescripción y la acción.
Sólo en una utopía científica totalitaria —vuelto computadora— el hablante ideal (Yo) carecería de toda capacidad de innovar. La lingüística prediría todo discurso futuro sea político, poético, periodístico, religioso, etc. Tal es el límite bastante estrecho de la ciencia del lenguaje: la creatividad humana y la libertad del habla. Acaso, se insiste, esta conversión define el dilema de la política. Durante las dictaduras militares repiten “demos gracia por la democracia”.
En la actualidad, la cuestión política la expresa la conciencia popular de la lengua que establece unidades lingüística distintas a las científicas. Si la Verdad del idioma fuese un monopolio de la lingüística, ya casi nadie podría hablar libremente. La adivinanza enseña que la verdadera po-Ética genera sus propias reglas de análisis. El habla popular ilustra cómo su actividad meta-lingüística —la lengua hablando de la lengua— en su disparidad, semeja al análisis de la ciencia del lenguaje.
Así lo demuestra el ejemplo conclusivo de esta sección, al hacer de las letras-sonidos, entidades referenciales análogas a los objetos naturales. Las vocales no las definen sus rasgos fonéticos distintivos —lingüística del código— sino su colocación directa en las palabras, lingüística del habla. La ciencia del lenguaje no predice los hechos del habla —la creatividad idiomática— ni anula la consciencia pre-científica. En cambio, a regañadientes, el saber lógico convive junto al conocimiento intuitivo. Como el clima, cambiante e irreverente, el discurso no acata todos los dictados lógicos de las matemáticas.
En medio del cielo estoy,
No soy estrella, ni sol = la E.
El burro la lleva a cuestas,
Metida está en el baúl,
Yo no la llevo nunca,
Y siempre la llevas tú = la U.
Lingüista sin título ni poder político, el anónimo popular (Yo) sabe que el hecho primordial de la lengua es la lengua misma.