“Saludemos la patria orgullos de hijos suyos podernos llamar.”
La primera oración de nuestro himno nacional habla del orgullo que debemos experimentar de llamarnos “salvadoreños” y es que en estos casi 21,000 km2se encierra lo que llamamos patria, nuestro terruño, aquí reímos y lloramos, nos abrazamos y enfrentamos, soñamos y nos decepcionamos; pero al final del día todos debemos sentir el pecho henchido de llamarnos salvadoreños.
Luego de la fiesta cívica celebrada el pasado 3 de febrero, nos queda el gran desafío de recordar que es lo que nos une y disponernos todos juntos a trabajar por un El Salvador en progreso, justicia, libertad y la fe inmovible en el Dios inconfundible.
El desafío no solamente tiene que ver con nuestra identidad, sino que también con el sentido común.
- El presidente electo debe recordar que será el presidente de todos los salvadoreños y para todos los salvadoreños. Sería un grave error ir durante todo el período presidencial por el camino de la confrontación permanente. Aunque sean “los mismos de siempre”, ellos también son salvadoreños y en la Asamblea parece que son mayoría, lo cual significa aprender a gobernar con otros para todos. Algunos podrán decepcionarse de ver al presidente electo entrando en diálogo y negociación con otros, pero ¿queremos que nuestro país se vuelva un caos ingobernable? Por otro lado, no solamente será presidente del 53.1% del electorado que optó por él (según el escrutinio final eso contabiliza 1,434,856 votos de un total de los votos válidos para este año de 2,733,178); también será presidente del resto de votantes que no simpatizaron con él y de todos los demás salvadoreños, por ello su visión debe ser de país no sectorizada.
- Los ciudadanos salvadoreños debemos reconocer que el presidente electo lo será para toda la nación. Hubo un 46.9% (1,267,136) que no lo escogió como su opción para gobernar y casi la mitad del padrón que no expresó su preferencia (48.73%, más de 2.5 millones aproximadamente), pero a partir del 1 de junio del 2019, el presidente electo Nayib Bukele será el presidente de los 6.5 millones de salvadoreños. Esto requiere de nuestra parte un ejercicio de madurez, de humildad y de cooperación. En el sistema democrático que nos caracteriza, el candidato que logre el 50% más 1 es el candidato ganador y luego de ello se espera que “los que no ganaron” se sumen al proyecto de la mayoría. Debemos reflexionar sobre lo que necesita nuestro país y desde el lugar dónde nos encontramos cada uno empezar a hacer nuestros aportes para la patria querida.
- En la medida que trabajemos por una vida pacífica y digna para todos, en esa medida honramos el nombre del Señor. No debemos pasar por alto que nuestro Dios espera que intercedamos delante de Él por todos los hombres, asimismo por los gobernantes y que anhelemos de manera vehemente una vida que honre la dignidad humana y los principios cristianos que estemos dispuestos a trabajar por ella. En la medida que oramos y trabajamos por ello, en esa medida damos gloria a nuestro Creador.
¡Que Dios bendiga a El Salvador!