Este mes celebramos 197 años como nación independiente, pero en todo este tiempo no hemos logrado superar las deficientes estructuras político-sociales heredadas de la colonia: Pobreza, exclusión, desigualdad.
Durante 300 años, los conquistadores ejercieron la dominación política y económica en nombre del Rey de España, pero la independencia no fue una reivindicación política del pueblo, solo sirvió para cambiar la clase dominante. El poder ya no fue ejercido por los españoles, sino por sus descendientes, los criollos.
Los criollos llegaron a representar el gran capital, y unidos al estamento militar y a la iglesia, conformaron la clase conservadora que permaneció en el ejercicio del poder político y económico durante casi 200 años.
Pero la democracia en nuestro país no nace con la independencia, sino hasta la firma de los Acuerdos de Paz que marcaron el final de la guerra civil salvadoreña. Viviendo en democracia, llegó la oportunidad para que fuéramos gobernados por aquellos que se decían representar al pueblo: Los socialistas de izquierda.
Pero los socialistas del Siglo XXI mintieron al pueblo, ejercieron el poder para enriquecerse ellos, sus familias y sus compadres, mientras el pueblo continuaba olvidad.
Nuestra historia independiente se reduce a diferentes élites en lucha por tomar el lugar de la extracción económica del pueblo. Esto debe de cambiar, pero la pregunta que nos hacemos es: ¿Estarán nuestros futuros gobernantes a la altura de este reto?