SEGUNDA ENTREGA
La estrategia de la cúpula del FMLN para desviar la atención, tanto de la población en general como la de la llamada militancia, fueron los cambios en el gabinete del Ejecutivo. Este ofrecimiento, desató las pasiones más enardecidas de los agrupamientos dentro del partido, que buscaban reposicionarse y llevar cada cual, agua hacia su molino.
En esa búsqueda de aprovechar la coyuntura para sacar el mejor beneficio, afloraron los viejos intereses y las diferencias ideológicas que habían estado subsumidas o en baja intensidad.
Incluso, llegó a plantearse la disputa de la Secretaría General, por una de las lideresas que más habían contribuido a la debacle electoral, por su cuestionada y anti-ética conducta en la Asamblea Legislativa, en donde era jefa de fracción.
En el maremágnum generado, hasta el entonces ungido candidato presidencial por la cúpula, prácticamente dimitió de sus intenciones, aduciendo que iba a someter a consulta con su familia, la posibilidad de ser la apuesta del partido. Este cuasi harakiri político del candidato ponía en el congelador el conflicto generado con el otro aspirante −Oscar Ortiz− y permitía enfilar el esfuerzo y las energías en lavar la cara del partido y del gobierno. También mostraba la falta de liderazgo fuerte y contundente que el momento demandaba para un posible presidente.
Circularon en las redes sociales varios listados que contenían los posibles cambios, listados que más que todo buscaban vulnerar al contrincante, pasar viejas facturas o generar incertidumbre y confusión. En algunos, había honestidad y sinceridad, ya que el o la funcionaria cuestionada, se llevaba el reconocimiento público por su pésima gestión y niveles de conflictividad en el interior de sus ministerios o autónomas a su cargo. Simultáneamente el partido se preparaba para la realización de asambleas locales, para analizar la derrota y proponer los cambios necesarios para garantizar el triunfo en las presidenciales del 2019.
Ni hubo cambios en el Gobierno ni de las asambleas de partido, salieron soluciones: más de lo mismo, la derrota está asegurada.
En las asambleas que se realizaron se pretendió que la militancia regurgitara la amargura de la derrota que sabia en donde se había originado; era el uso de la catarsis, para quitarle presión a la olla partidaria, antes que explotara.
Nada más triste de lo que fueron tales asambleas. Los miembros del partido que pidieron la palabra fueron formados en larguísimas filas, como si estuvieran en alguna institución pública esperando a ser atendidas, se les limitó el tiempo de exposición a tres minutos, aprovechándose de lo complejo de la situación a abordarse y de la habilidad no desarrollada para hacer planteamientos sintetizados y sustanciales; al final solo los que pudieron expresarse a la usanza de la izquierda combativa le dijeron a la representación de la Dirección Nacional lo que pensaban de la gestión de los funcionarios y funcionarias, de la corrupción en las instituciones públicas, el desarraigo con la gente, y el abandono de los principios que le dio vida a partido.
Muy pocos pidieron la renuncia de la cúpula, y los que lo hicieron a estas alturas ya están marginados.
En el cierre, el final fue sellado por el o la representante de la Dirección Nacional: ninguno va a renunciar, así es que mejor pónganse a trabajar para las presidenciales. Lo único que quedó para consolar la autoestima vulnerada fueron los comentarios de corredor. La necesidad de tener un trabajo más o menos digno es un poderoso mecanismo para acallar conciencias y reprimir la autoestima. ¡Todos a trabajar!
Algo similar sucedió con los tan ansiados cambios en el Ejecutivo. En los ministerios, los empleados se congratulaban porque tenían la esperanza que al fin removerían al dichoso titular que tantas arbitrariedades estaba cometiendo. También que los pleitos entre los dueños de los feudos institucionales desaparecerían y que al fin iba a haber una real y necesaria integración y sinergia en las instituciones y además, el nepotismo hacia los activistas del partido y los abusos en las asignaciones de las plazas desaparecerían.
¡Ni fu ni fa!!
De las asambleas no salió absolutamente nada, a excepción de la leve, pero hiriente sensación de haber sido manipulados y que no habrá cambios que impriman un giro estratégico. Incluso, voces alternativas, como las del alcalde de San Marcos, quien en los próximos días enfrentara una campaña de bloqueos, marginaciones, desautorizaciones, etc., por haberse atrevido a lanzar la manzana de la disidencia y del pensamiento propio. Si en esta vez hubo muchísima dificultad para conformar las Juntas Receptoras de Votos y las estructuras periféricas, por falta de asistencia de la militancia a las tareas, en 2019 todavía la resistencia y el desgano serán mayores.
Pero lo más absurdo, irónico e inesperado, fueron los anunciados cambios en el gobierno. Solo fueron ocho posiciones las rotadas y en lugar de emitir verdaderas medidas correctivas hubo premios y reafirmaciones de la impunidad de los funcionarios cuestionados y aborrecidos por la población y los empleados de los ministerios.
La disfuncional, inepta, poco transparente y desacertada gestión del Secretario Técnico fue transformada en la oficina de propaganda, al estilo de Paul Joseph Goebbels, desde la cual, según el Presidente, utilizará su experiencia para comunicar los logros del gobierno, además de su capacidad negociadora y concertadora (sic). En su gestión al frente de la Secretaria Técnica, no logró articular ni institucional ni territorialmente, las políticas y objetivos del publicitado Plan Quinquenal, dedicándose a discursar y darse tonos de gran pensador y filósofo de lo irreal y a hacer una práctica política propia de los ilustrativos y culturalmente educativos debates legislativos. Afortunadamente, serán pocos meses los que los salvadoreños tendremos que soportar a tan oscuro y fatuo personaje.
La política agraria nacional seguirá sin existir en la práctica, solo en papeles y sin mayores cambios; lo mismo que la Estrategia Nacional de Medio Ambiente. Dos ministerios enfrentados por sus titulares, que más que resiliencia nacional generan vulnerabilidad y fragilidad ambiental y alimentaria. Ambos ministerios, comparten una particularidad y es la de poseer ambos, dos vice ministros, apabullados por sus ministros, sin mayor protagonismo, pudiendo dar mejores aportes. ¡Esto es con el beneficio de la duda!