PRIMERA ENTREGA
El 5 de marzo, electoralmente El Salvador amaneció siendo otro, aunque las condiciones de seguridad, desarrollo y degradación ambiental del país eran las mismas. Uno de los dos polos de la contradicción partidarista había sido reducido a su mínima expresión y los días venideros se tornaban inciertos para un sector importante, mas no el mayoritario de la población.
El 4 de marzo, la gente eligió, y eso que hasta las últimas elecciones había sido “población votante”, la que se convirtió en electores conscientes y actuantes que canalizaron su descontento y hastío del sistema tradicional de partidos.
Hasta ese momento los ciudadanos en ejercicio de su derecho a emitir un sufragio, habían venido actuando como sujetos pasivos de procesos electorales, complicados, inducidos, manipulados y forzados, en los cuales su consciencia no tenía más opciones por las que seleccionar que no fuera por uno u otro polo partidario mayoritario, o en todo caso resabios de partidos que otrora fueron de peso importante en el tinglado electoral.
La tendencia a la baja en la afluencia de los votantes, como un hecho generalizado, se mantuvo; los sorprendente fueron las expresiones que adoptaron el descontento de los miembros y simpatizantes de los partidos mayoritarios, en ambos casos hubo reducción de los votos a favor, pero en el caso del partido gobernante, la baja del llamado “voto duro” fue inaudito. Al final el voto duro resultó ser más blando y su baja afluencia lo colocó en una deshonrosa segunda posición legislativa y perdió casi la totalidad de las alcaldías ganadas en la elección pasada, incluyendo la de San Salvador.
En tanto, la llamada “derecha” controla holgadamente la aritmética legislativa y el FMLN, ha sido relegado a su solitaria madriguera, en donde vera con tristeza, como la vida de ese Órgano de Estado, transcurre sin ton ni son para ellos. Habrá una bancada de la izquierda, con diputados y diputadas jóvenes, que tendrán que pasar por un proceso acelerado de aprendizaje y de presiones de los candidatos frustrados, que no lograron ganar su curul y ahora aparecerán como flamantes asesores de la fracción.
¡Todos son los culpables de la mala elección de los militantes, menos la paupérrima calidad de la gestión gubernamental y legislativa!
El día 5, el día de la resaca de la fiesta electoral, después de un frustrado festival de la victoria, la dirección del FMLN no alcanzaba a comprender lo que había pasado, ni mucho menos las causas de su contundente derrota. Tampoco ARENA lograba decodificar los alcances de la derrota de su par opuesto y como que no se le hacía muy agradable la idea de timonear la Asamblea Legislativa en soledad.
Ante la indiscutible derrota y la creciente frustración de la militancia fiel y honesta, que había acompañado a la cúpula, independientemente de sus abusos y usurpación de la marca y legado histórico, esta comenzó a buscar un distractor que impidiera que las miradas se volvieran hacia ellos y fueran responsabilizados por el descalabro y fue así como se les ocurrió la brillante idea de culpar a la militancia, porque no votó por el partido, luego la propaganda de la derecha en contra del partido, luego la Sala de lo Constitucional, luego la gestión de los funcionarios públicos y por último, los empleados públicos que negaban a las personas las llaves de los sanitarios! Todo un desfile de ridiculeces pletóricas de las más burdas y mal educadas expresiones.
Aparecen los salvadores y los “yo lo dije” y los que creen que con cambios cosméticos lograrán revivir a un cadáver.
Una vez creyendo desviar la atención de la militancia “desleal” de las causas reales de la derrota, la cúpula partidaria comenzó a lanzar iniciativas al interior del partido, desde diversos ángulos. Uno de los miembros de la cúpula, Óscar Ortiz, no solo aprovechó de pasarles la factura por abandonarlo y preferir a otro candidato a la presidencia, sino que también propuso enmendar un error, que le costó un importantísimo número de votos al partido: reincorporar nuevamente a Nayib Bukele a las filas efemelenistas.
A Ortiz se le olvidó que Nayib no tiene su origen en las filas de los incondicionales y pragmáticos, sino que es un convencido de lo obsoleto y ahistórico que resulta la práctica partidaria del FMLN. Resulta que ahora, pragmáticamente, se busca a Bukele, creándole puentes para su retorno, por al menos dos sectores, incluso hasta representantes del ala más ortodoxa y obtusa, están en este intento.
Incluso el candidato presidencial, ungido por la cúpula, esta dudando de continuar con su intencionalidad primera, ya que resulta que hoy tiene que consultarlo con su familia y con la gente.
Hoy la división interna es más evidente y se habla de hasta cuatro agrupamientos que pretenden hegemonizar el momento y así sacar ventaja en términos de correlación interna en el partido y dentro del gobierno.
Recordemos que los cargos, salvo raras excepciones, fueron negociados según el poder e interés de su mentor, situación que analizaremos en la próxima entrega, en la que analizaremos la funcionalidad y coherencia del Órgano Ejecutivo.
De la misma manera que hay disputa de agrupamientos, se han observado en las últimas horas, disputas entre los liderazgos, como que, si eso estuviera a la orden del día, para un partido que ha sido duramente rechazado por el electorado y por su militancia.
Esta última aclaración es debido a lo manifestado por el Secretario General del FMLN, quien culpa a la militancia de la derrota electoral, asumiendo, que todos los que votan son militantes del partido, para él los afiliados y simpatizantes son la misma cosa que los militantes, craso error de percepción partidarista y política.