El Salvador
lunes 13 de enero de 2025

El tiempo que gastamos haciendo colas

por Redacción


Los estudios en España y Alemania concluyen que es tiempo perdido o no productivo y por lo tanto es una enorme pérdida en dinero, además del tiempo de vida.

El diccionario define, entre otras, la palabra “cola”, como una fila de personas que esperan turno para algo. Ese algo es muy amplio, puede ser desde pagar recibos hasta entrar a un evento grande como los que se dan en los estadios.

Ahora bien, como tenemos que hacer muchas colas a lo largo del día de la semana, del mes, del año y de toda la vida, tendríamos que desarrollar actividades paralelas como leer, estudiar, hacer crucigramas, tejer, escuchar música, etcétera, etcétera. Ya hemos dicho en este espacio que el exceso de población, también está destrozando la convivencia. En muchas colas, nunca faltan personas abusivas que llegan a meterse antes de quienes han esperado con paciencia o impaciencia.

Evidentemente el inefable teléfono celular y la infinidad de “Aplicaciones” que contiene para quien tiene para pagarlas y aunque no tenga, igual se endeuda, ayuda a una gran cantidad de personas a aguantar las largas colas, en particular a los adictos que no saben hacer muchas cosas sin él y que paulatinamente les ha ido conformando, deformando y transformando la vida ¿por qué no van a servir para “matar” el tiempo? como acostumbramos a decir, pese a que la vida es tan corta.

No encontré estadísticas salvadoreñas que indiquen cuánto tiempo de nuestras vidas perdemos haciendo colas. Sin embargo los estudios en España y Alemania concluyen que es tiempo perdido o no productivo y por lo tanto es una enorme pérdida en dinero, además del tiempo de vida.

Veamos algunas de esas pérdidas de producción en El Salvador que son, posiblemente, miles y hasta millones de dólares: en el banco, en el supermercado, en el restaurante de comida rápida, en la escuela, en la Universidad, para recibir un cupón cualquiera, para comprar una entrada al cine, o a los conciertos, pequeños o grandes, para recibir la hostia en la misa, para saludar a los que se casaron, cumplieron años o cualquier razón para hacer una fiesta.

También para subir y bajar del transporte público y los que tienen carro para entrar y salir de los estacionamientos. A los que tienen carro, en medio del caos de la capital y de unas tres o cuatro cabeceras departamentales, les toca hacer cola dentro de sus vehículos en las horas llamadas pico, que ya casi son todo el día.

Además para pedir la solvencia de la policía, de la escuela, de la graduación y para pedir un autógrafo de alguien famoso o la exhibicionista “selfie”. Incluso para comer el bufé en el hotel o restaurante al que muchos asisten obligados y/o precisamente por la comida, en las llamadas “capacitaciones” charlas, etc. Si quiere sacar un documento único de identidad, licencia de cualquier clase o para la actividad que las normativas dicten, obtener un pasaporte, acta de nacimiento o defunción, pagar cuotas, impuestos o reclamar algo defectuoso o equivocado, hará por supuesto, la respectiva cola.

Las colas más terribles son en los hospitales y cualquier actividad de centros de salud públicos. Es en extremo dramática la espera de personas de la tercera edad o niños muy enfermos. Luego se acaban los cupos y si consigue uno, debe esperar de una a cuatro horas para ser atendido. O que le den una cita para tres meses, seis meses o un año después.

Si logra pasar consulta, deberá hacer otra cola para que le den las medicinas y si le ordenan exámenes de cualquier tipo, el día que le tocan, deberá hacer unas dos o tres colas: la de llegada, la de control y la del examen.

Definitivamente perdemos mucho tiempo haciendo colas; tiempo de vida y de dinero, no lo hemos asimilado, pero “ocupamos” mucho tiempo en esta actividad. Es una verdadera lástima.