David Morales ha sido uno de los pocos titulares que ha tenido la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos a lo largo de su historia que ha realizado un trabajo comprometido plenamente con los derechos humanos. Esto significa contra la arbitrariedad y el abuso del poder; un perfil muy diferente y opuesto al de otros a quienes la historia les permitió ejercer ese mismo cargo, y que hicieron de esa valiosa institución una estructura inoperante y poco efectiva.
Los partidos políticos, principalmente los de oposición, han manifestado que no darán sus votos para apoyar su intención de reelección. Justifican su postura con el anodino argumento que, a su juicio, es “activista del FMLN”, expresión que desdice mucho de la capacidad analítica y de la habilidad crítica de sus detractores, quienes con eso dan a entender que si ellos volvieran a gobernar sería con absoluto desdén a los derechos humanos, y por otro lado, obvian –o quieren ignorar– que los principales destinatarios de sus resoluciones han sido las diferentes estructuras del Órgano Ejecutivo.
La defensa de los derechos humanos es sin lugar a dudas una de las actividades más admirables y satisfactorias, precisamente porque solo quienes están comprometidos profundamente con el humanismo tienen esa intensa capacidad de indignarse ante las injusticias que se cometen contra otros seres humanos, no importando el origen ni la condición de la víctima ni de su agresor. Precisamente por ello esta tarea genera muchos enemigos: al final del día, cuando el Procurador para la Defensa de los Derechos Humanos concluye que una autoridad violó los derechos de una persona, le está indicando que ha utilizado su poder formal o de facto, motivado por la arbitrariedad, el despropósito, la sinrazón, o quizás incluso, por pura maldad.
La Constitución delimita muy claramente el mandato de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos: velar por el respeto y la garantía de los derechos humanos, sin que existan instituciones, poderes o autoridades fuera de su alcance. Por otra parte, juega un rol muy importante en la mediación de importantes conflictos sociales, ayudando a generar condiciones que promuevan la cultura de paz.
David, como se le refiere comúnmente, sin los engalanados títulos académicos con los que algunos funcionarios buscan demarcar una distancia, se ha enfrentado a muchos detractores por realizar su trabajo de manera independiente e imparcial, sobre todo en estos últimos meses en los que se ha pronunciado en contra de los asesinatos extrajudiciales perpetrados por grupos de exterminio, pues muchas personas en redes sociales han emprendido una horrible campaña en su contra, no comprendiendo que su mandato ofrece la oportunidad para recapacitar, para debatir y para criticar las políticas públicas y las acciones concretas de su implementación, y enderezar la acción estatal. Es una premisa sencilla pero muy acertada que el respeto de los derechos humanos no es sinónimo de pérdida de eficacia para el control de la criminalidad, a menos que bajo el nombre del control de la criminalidad se quiera instituir una situación de barbarie.
A nadie le deberían caber dudas que el Estado no puede ocupar sus brazos para aplastar y menos para exterminar a personas o grupos de personas, a las que por años y de una manera estructural ha privado también tanto de sus familias como de las oportunidades que otras personas gozan, incluso, en demasía. La Procuraduría debía pronunciarse ante estas denuncias e investigaciones, muchas destacadas por investigaciones periodísticas. En buen salvadoreño no podía hacerse “del ojo pacho” y unirse a las voces de ciertos diputados y diputadas que celebran la muerte de los jóvenes pandilleros, mientras se rasgan las vestiduras para defender la vida de los no natos, en un claro intento de construir una moralidad con la que no creen.
El actual Procurador desde su mandato constitucional ha generado mesas de trabajo con varios sectores de la sociedad entre las que se pueden mencionar, las entidades ambientalistas, las personas LGBTI, las defensoras y los defensores de derechos humanos, y en general, con sectores históricamente olvidados, quienes han encontrado un espacio donde son escuchados, comprendidos y apoyados en sus reivindicaciones. Fiel a su trayectoria y compromiso, David también ha sido incondicional con las víctimas del conflicto armado, a quienes ha apoyado plenamente, recordándole a esta sociedad que aún estamos en deuda con ellos y ellas, que existen y que todavía no se les ha reparado el daño causado.
Aunque el FMLN no ha dicho a quién de los aspirantes apoya, tampoco se ha pronunciado por la reelección; los únicos que han hablado son los voceros de ARENA quienes ni bien supieron que él formaba parte de la lista de candidatos, expresaron su delirante grito de no reelección; los voceros de GANA, como en otros casos, han manifestado que no descartan nada y que no se suman a nada; y en los últimos días algunas voces hablan de la necesidad de abrir nuevamente la lista de candidatos, en una descarada intención por buscar un Procurador a la carta.
Todos los partidos políticos, pero principalmente los de oposición, deberían ser los primeros en reconocer la labor realizada por David, plantearse con seriedad la posibilidad de reelegirlo, y comprometerse con el fortalecimiento de su institucionalidad y presupuesto. Algunos diputados y algunas diputadas me han preguntado mi opinión sobre la reelección de David, y les he expresado con mucha honestidad que si bien tres años no son suficientes, ha sido David quien ha ejercido su mandato constitucional con indudable compromiso. Lamentablemente sé que hay una línea divisoria entre las cúpulas de los partidos políticos y sus diputados y diputadas.
Ojalá los diputados y diputadas jóvenes de ARENA abran sus ojos y no se dejen “mangonear” por la vieja guardia de su partido y den los votos por la reelección de David; espero que el FMLN rompa su misterioso silencio y respalde a uno de los mejores Procuradores que hemos tenido, y que GANA tome con seriedad la temática de los derechos humanos, obviando por un momento las agendas eminentemente partidarias. Ya no podemos volver a aquellos tiempos en los que el Procurador sea un aficionado al silencio, ya vivimos eso y fue un tremendo retroceso del cual nos costó mucho tiempo recuperarnos.
El trabajo del Procurador para la Defensa de los Derechos Humanos no es fácil. Con carencia de un presupuesto adecuado, con ausencia de recursos, con influyentes medios de comunicación que ignoran su importancia, con partidos políticos que permanentemente atacan su desempeño, con autoridades que se niegan a responder de manera oportuna los oficios que les son remitidos, y un largo etcétera de obstáculos.
Ahora David está frente a todos ellos que unidos forman un enorme monstro, un Goliat. La lucha por la reelección de David es eso: David contra Goliat. Ojalá que como en la historia bíblica el más débil sea el vencedor. No conozco a los demás aspirantes y con el respeto que me merecen quiero decirles que no podemos quedar expuestos a que lleguen a aprender; esa curva de aprendizaje nos atrasará y necesitamos seguir avanzando.
Mi apoyo incondicional a tu reelección David, mi respeto a tu trabajo y mi total admiración a tu profesionalismo; si no te reeligen el país pierde… ¡y mucho!