El Salvador
sábado 11 de enero de 2025

La cárcel de la gente buena

por Redacción


Y un día cuando la cárcel se extienda y veamos portones en el Boulevard de Los Héroes o en la Chiltiupan, entenderemos que encerrarnos en nuestras casas es el equivalente al niño que huye del monstruo de la noche bajo su cobija.

Caminas por San Salvador y por otras urbes de nuestro país, portones aquí, portones acá, pasajes cerrados donde ya no se puede ni ir a visitar al vecino ni ir a convivir con los demás, antes eran colonias enteras donde todos se conocían, donde eran solidarios, ahora no hay donde ir a jugar canchas cerradas, parques privatizados, niños que solo tienen que jugar en pedazos de cemento del pasaje por no poder moverse libremente ¿Acaso a nadie le importa esto?

La cárcel de la gente buena es un lugar común y corriente, una colonia, un pasaje, una casa, cualquier lado que le permitiera a la gente buena sentirse segura, resguardada de la violencia, alejada de la inseguridad; donde cerramos las ventanas a la realidad y al problema y lejos de solucionarlo lo obviamos pensando que una barrera y un vigilante privado nos podrán hacer sentir más seguros.

En este país la cárcel de la gente buena tiene algunas comodidades, en algunas hay internet para el Facebook y en la gran mayoría televisores (así como en la cárcel de la gente mala también lo tienen), solo que no te regalan la comida tres veces al día (al parecer tiene menos ventajas), a veces se permiten las visitas en los días de semana y nadie habla ya de reuniones familiares o de amistad nocturnas.

El calvario de la gente buena donde la cárcel se abre a tempranas horas de la mañana para que podamos cumplir la otra parte de la condena que se nos impone de trabajar extensas jornadas por un sueldo miserable, que solo sirve para pagar deudas. La cárcel de la gente buena, subsiste gracias a que las buenas personas odian los problemas, odian tanto los problemas que en lugar de resolverlos huyen de ellos, el miedo es el principal carcelero y preferimos sacrificar a nuestros hijos al encerrarlos en casa después de su estudio a tener un debate serio del tema de seguridad.

“Aquí nadie hace nada”, grita un supuesto líder comunal que aboga por cerrar una calle, y es cierto, ni siquiera las mismas comunidades se organizan, no existe la cultura de la denuncia, pero tampoco existió la corrección de los adulto a los menores que hacían algo malo. Y un día cuando la cárcel se extienda y veamos portones en el Boulevard de Los Héroes o en la Chiltiupan, entenderemos que encerrarnos en nuestras casas es el equivalente al niño que huye del monstruo de la noche bajo su cobija.