El Salvador
sábado 11 de enero de 2025

De los teléfonos públicos a los celulares

por Redacción


Los aparatos públicos, su presencia en plazas, parques, edificios públicos y privados, se volvieron piezas de museo. Ahora usamos las yemas de los dedos porque los celulares ya ni teclas traen.

En febrero de 1966, el entonces Presidente de la República Teniente Coronel Julio Adalberto Rivera, inauguró las nuevas centrales telefónicas de los también nuevos aparatos automáticos. Los teléfonos pasaban de tener cuatro cifras a seis, dado el enorme aumento de residencias con teléfonos, además de las oficinas públicas y privadas, más el comercio y la industria.

Primero fue el área metropolitana capitalina y pocos días después, en más de sesenta municipios que poseían suficiente población para pagar la telefonía. Aparte de las más de ciento cincuenta sedes de telégrafos y de servicio público de teléfonos.

Rivera anunció también la instalación de mil aparatos telefónicos públicos en toda el área metropolitana y unos doscientos para las ciudades del interior del país que pudieran necesitar dado su tamaño y población. La, entonces Administración de Telecomunicaciones (ANTEL), fue la empresa estatal responsable.

Se instalaron estaciones terrestres para llamadas de larga distancia dentro de El Salvador y al extranjero. Igual para radio y televisión.

Esto se consideró un gran paso tecnológico en ese momento. Ya no solamente correo y, a veces telegramas, sino que también telefonía. Así continuaron actualizando aparatos hasta casi finalizar el siglo XX.

A mediados de los noventa empezó el servicio de la telefonía celular. Muy caro en un principio, baratísimo después. El tiempo pasó y paulatinamente fueron desapareciendo los teléfonos de cable públicos, llegaron a modernizarse hasta dejar de usar monedas y finalizaron su vida con tarjetas prepagadas para tal fin. Dejaron de tener disco para marcar y empezaron a tener teclas.

La necesidad no satisfecha de tener teléfono en casa, o si se tenía se podía contactar desde un público, hizo populares estos aparatos y sus cabinas. Ayudaban mucho a los ciudadanos.

Para el año 2000, los llamados teléfonos celulares empezaron a abaratarse para lograr que cinco años después toda la población adulta y la no tanto, tuviera al menos un aparato digital. Los llamados fijos no desaparecieron, es posible que en algunos años pudiera suceder, pero por ahora están muy vigentes y sirven mucho en la casa y en los negocios de todo tipo y tamaño.

Los aparatos públicos, su presencia en plazas, parques, edificios públicos y privados, se volvieron piezas de museo. Ahora usamos las yemas de los dedos porque los celulares ya ni teclas traen.

Es verdaderamente increíble que en apenas medio siglo o sea cinco décadas o cincuenta años, la nueva telefonía, con ilimitados alcances y velocidad para comunicarse al igual que su capacidad de destrucción de buenas costumbres sociales y familiares; públicas y privadas, sin necesariamente tener conciencia de ello; hayan transformado el paisaje urbano, en buenas y malas formas y en las relaciones interpersonales. Debemos esperar cosas mejores….también peores.