El Salvador
viernes 10 de enero de 2025

El arte de los cementerios del café

por Redacción


Muchos no saben que el año escolar fue diseñado, precisamente, para que no afectara la asistencia de estudiantes y docentes a las escuelas, durante la época de recolección y la fuerza laboral se dedicara totalmente al proceso del café.

A mediados del siglo XIX,  el café se volvió el producto más importante para la economía salvadoreña. Marcó la construcción de la República como Estado Nacional y toda la vida cotidiana. Incluso en nuestros días, relegado a un cuarto lugar de las exportaciones, sigue marcando los meses de septiembre a febrero con las que fueran las actividades más importantes del comercio, las exportaciones,  importaciones y la derrama de dinero para todo el país.

Muchos no saben que el año escolar fue diseñado, precisamente, para que no afectara la asistencia de estudiantes y docentes a las escuelas, durante la época de recolección y la fuerza laboral se dedicara totalmente al proceso del café.

Entre la magnificencia de edificaciones públicas y privadas de San Salvador, Santa Ana, Chalchuapa, Ahuachapán,  Santiago de María, Santa Tecla, Zacatecoluca, San Vicente, Sonsonate y hasta San Miguel de manera periférica, se encuentran los panteones, campos santos o cementerios.

El arte religioso se manifiesta en la pintura, escultura, música y arquitectura; con excepción de la música, todas las demás están presentes en los lugares de enterramiento de los seres humanos a lo largo y ancho del mundo católico. En El Salvador se aprecian trabajos extraordinarios en los panteones de los municipios mencionados y en algunos otros en menor escala.

El área de Los Ilustres del Cementerio General de San Salvador posee verdaderas obras de arte en mármol de Carrara, hierro forjado, bronces, lámina troquelada, mosaicos italianos  y algunos trabajos de pintura y escultura al interior de varios mausoleos, por demás grandiosos en arquitectura.

En este lugar se encuentran los restos de al menos 18 jefes de estado y unos doscientos de figuras de la cultura, del militarismo, pioneros de las ciencias, el comercio, la industria y las artes. Son historia y parte de la Historia Nacional. Igual pasa en el no menos grandioso de Santa Ana.

Chalchuapa, Ahuachapán, Sonsonate, Zacatecoluca y San Miguel, también, aunque en menor escala que las de las dos metrópolis mencionadas, poseen extraordinarias muestras de arte funerario.

Independiente de las muestras de la riqueza de las grandes obras de arte y los inmensos mausoleos, las pequeñas tumbas con cruces, Ángeles, Crucifijos, Vírgenes, y otros Santos, hechos en serie, también son muestra del afecto a los seres queridos que se adelantaron y se aprecia el cariño de quienes los han sobrevivido en los pequeños mausoleos y de los que únicamente poseen una cruz con el nombre del fallecido.

Los cementerios son poseedores de grandes obras de arte, pero también de inmensas obras de afecto. Se crearon con el café, con la República, se mantienen con ella, también, pero sobre todo, por el significado de nuestra actitud ante la muerte y ante la vida.