Por una u otra razón, a través de los años y salvo contadas excepciones, la mayoría de atletas salvadoreños no han superado la prueba de fuego en los momentos cruciales de la alta competencia.
En los ejemplos más recientes, la selección de fútbol sub-17 perdió en casa ante Guatemala una clasificación que ya tenía en la bolsa. Mientras, la sub-20 cumplió en Jamaica una actuación de altibajos, cuando en otras condiciones y preparación pudo haber logrado el boleto.
En esto de los altibajos y en otros deportes, la tenimesista salvadoreña Emme Arias superaba en semifinales hace un par de semanas en el Palacio de los Deportes 10-7 a la mexicana, Dulce Machinena, necesitando solo un punto para ir por el título y al final cayó 10-12.
En los pasados Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz, el arquero Roberto Hernández y el karateca Jorge Merino arañaron el oro. Roberto perdió ante Julio Fierro de México por una flecha y Merino cayó por un polémico fallo de jueces frente al venezolano César Herrera.
Retrocediendo en el tiempo, en sus últimas peleas el boxeador salvadoreño-estadounidense, Carlos “famoso” Hernández siempre se encontraba ante cuestionados fallos en donde unos lo miraban ganar, otros empatar y algunos perder. Un pugilista que por ganas no se quedaba y era un guerrero de punta a punta, ganando el corazón de la fanaticada.
Siempre en el boxeo, en septiembre de 2000 en Manchester, Inglaterra, peleando por el título mundial de las 118 libras, el nicaragüense-salvadoreño, Lester Fuentes daba una paliza en tres rounds al panameño Mauricio Martínez y en el cuarto, cuando todos esperábamos el tiro de gracia, Lester resultó noqueado en este asalto.
En el béisbol, en la década anterior, varios chicos de FESA fueron a probar suerte a las ligas menores de las Grandes Ligas y no pasaron la prueba. Vino el nicaragüense Erasmo Ramírez, también forjado en los programas de FESA y sí pasó la prueba. Resultado: desde hace tres años, y en constante desarrollo, juega en el primer equipo de los Marineros de Seattle.
Y así, sucesivamente, un resto de ejemplos en donde los salvadoreños se ahogaron a la orilla de la playa, después de haber cruzado el mar. Incluso, el caso de Jorge “El Mágico” González quien teniendo un privilegiado talento, rechazó atractivas ofertas para jugar en famosos equipos europeos y es posible que ni cuenta se diera.
En otras palabras y por lo general, el atleta salvadoreño que a nivel olímpico o mundial ha llegado a fajarse con los ricos y famosos, ha terminado perdiendo el compromiso crucial por una pequeña, pero gran diferencia a la hora de la consagración o la derrota. O sea que justo en el momento álgido, al deportista cuscatleco le ha faltado ese cierre lapidario que significa el dar el tiro de gracia para inclinar la balanza a su favor.
Al respecto y con tantos años de experiencia periodística deportiva, para mí que lo anterior tiene que ver con varios factores deportivos y extradeportivos. Obviamente todo tiene que ver con la falta de formación integral, porque un deportista que no sea preparado integralmente en ofensiva y defensiva, difícilmente podrá superar la prueba. Y en este apartado, lo físico, lo sicológico y la cultura táctica, siempre establecerán la diferencia…
En los momentos calientes y decisivos, la cultura táctica siempre será determinante y vital a la hora de ir por la victoria, porque el estar tácticamente bien preparado y concentrado al cien por ciento siempre permitirá mantener el control y marcar la pauta del juego o del combate. Por lo menos eso es lo que he observado en los atletas de los países de alto desarrollo y éxito competitivo.