Un nuevo aniversario de la Firma de Los Acuerdos de Paz; recordar aquel momento es jubiloso no tanto por lo que se terminaba, sino por lo que iba a suceder, mucha esperanza y fe gobernaban nuestros corazones, ciudadanos de un país sumergido en pobreza y totalmente destruido.
Los ejes transversales de aquellos acuerdos se resumían en “poner fin al conflicto armado por la vía política lo más pronto posible, promover la democratización del país, garantizar el respeto irrestricto de los derechos humanos y reunificar a la sociedad salvadoreña”.
Por lo tanto, a veintitrés años de la firma de dichos acuerdos, es necesario hacer un alto y reflexionar, qué tanto hemos avanzado en esos ejes, ¿cuál es nuestra situación de hoy?, ¿quiénes son los firmantes y su rol actual?
Asimismo, es necesario darnos cuenta si quienes dirigen el rumbo del país, como los que han gobernado en años anteriores, han tomado en cuenta estos objetivos como un mapa de guía para construir un nuevo El Salvador, sin aquellas vicisitudes del pasado.
De tal manera que, hoy por hoy nuestro país sigue viviendo aquellas vicisitudes, pero con un nivel mayor de drama humano, y es que la pobreza, la exclusión, la marginación, la violación a los derechos humanos, la delincuencia y ahora se agregan otros problemas como la migración, el desempleo, corrupción siguen siendo el diario vivir de los salvadoreños, y a la vez representando el óbice del desarrollo humano en nuestro país.
Indiscutiblemente la crisis de seguridad, económica y el alto endeudamiento de nuestro país, el más pequeño geográficamente en la región, ha creado la desesperanza de un futuro mejor, sin sueños de tener gobernantes comprometidos en un solo objetivo y no confrontados y divididos por ideologías.
En dichas crisis que esbozan la situación actual, surgen varias interrogantes: ¿cuándo nuestro país tendrá Paz?, ¿cómo podemos construir un país que en sus sistemas corra justicia y la paz? Pues una vieja frase reza ‘’No hay camino para la paz, la paz es el camino’’
Al parecer, en este tiempo no podemos estructurar, tampoco resolver incluso entre nosotros los salvadoreños no partidarios, estas interrogantes, ya que en este momento lo más importante es reforma de partidos políticos, reforma electoral, gastos en proselitismo, defender candidatos que no conocemos y claro que no se nos olvide pelear por nuestros gobernantes mientras ellos comen en el mismo plato.
Por el contrario deberíamos de exigir y crear una cultura de respeto, una cultura de paz, empecemos hoy, pidamos elecciones y no votaciones, empecemos a estructurar un tejido donde los corruptos no tengan mayor campo de acción, donde los gobernantes se sientan obligados a rendir cuentas o sucumbir en la derrota.
Necesitamos darnos cuenta que tenemos un poder en nuestra mano que se llama voto, y que necesitamos ejercerlo de la mejor forma, no esperemos cambios haciendo las mismas acciones. Es tiempo de cambiar de rumbo desde nuestras trincheras, la ética debe ser un emblema de acción.
Trabajemos todos en un nuevo acuerdo nacional que lleve consigo la paz deseada y la reconciliación, como muy bien lo afirma el filósofo judío Emmanuel Lévinas “no es un momento del ser, sino que es algo más y mejor que ser”.