En los días previos al viaje a los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz, el presidente del INDES, Jorge Quezada, reveló que el aporte estatal para la participación salvadoreña en estos juegos ascendía a 682,500 dólares.
Significa que cada una de las 23 medallas ganadas por El Salvador en el citado evento deportivo regional (2 oros, nueve platas y 12 bronces), le costaron a las arcas estatales de este pobre país, 29 mil 673 dólares.
Una cantidad escandalosa que de mucho hubiera servido a la hora de reforzar económicamente la lucha contra el chikungunya y, sobre todo, porque al observar el medallero general nuestro máximo rival y principal dolor de cabeza centroamericano, Guatemala, con sus 77 medallas (15,19,43), nos pegó una tremenda paliza.
Y la cifra, con respecto al aporte estatal pudo haber sido mayor, ya que en su oportunidad, el COES solicitó ante la gestión anterior del INDES un millón con 300 mil dólares para esta participación en Veracruz 2014. Obviamente el valor de cada presea es mucho más porque el COES también aportó recursos para este objetivo, pero desconozco esta cantidad.
Al final y de acuerdo a los vaticinios, porque en la mayoría de casos no se viajó con la preparación integral idónea, El Salvador terminó cumpliendo el más pobre de sus papeles en los últimos años en estos juegos y encajando la peor de las afrentas ante los chapines. No obstan te y viene al caso dejar constancia, nuestros públicos reconocimientos para los 23 medallistas que marcaron la excepción a la regla.
Por lo demás y a un alto precio para los impuestos del pueblo, el saldo fue un desastre con muy pocos deportes entre ellos, karate, natación, tiro y pesas, sacando el coraje cuscatleco para saludar la patria orgullosos desde el podio. Y por lo demás, la mayoría de disciplinas quedaron en deuda con sus expectativas y con sus seguidores.
A pocas horas de comenzar el éxodo a Veracruz, se le preguntó a Eduardo Palomo, presidente del COES , sobre si se había procedido bajo control de calidad para integrar este contingente (de 185 atletas en más de veinte deportes) y sostuvo que “todos habían ganado su clasificación y tenían derecho a viajar”.
Pero por lo visto a la hora de ver la realidad las palabras de Palomo perdieron sentido cuando quedó demostrado que este derecho (de clasificación), como ya ha ocurrido en otros juegos, a la mayoría les quedó muy grande y solo sirvieron de peldaño o de conejillos de indias.
Mientras al presidente del INDES la cantidad le pareció “muchos”, pero con la voz de la experiencia y presintiendo el resultado, se desmarcó al afirmar que su Instituto había cumplido con sus responsabilidades estatales adquiridas, sin ceder a todas las aspiraciones económicas del Comité Olímpico.
En resumen: No estoy contra la ayuda al deporte y si hay que darles más que le den más. Soy el primero en apoyar el trabajo integral planificado a corto, mediano y largo plazo, con sus respectivos frutos. Lo que no apruebo es la irresponsabilidad, las falsas expectativas y la venta de humo.
Soy del criterio que esta considerable cantidad de dólares casi 700 mil dólares estatales, tirada a las aguas de Veracruz, bien hubiese sido invertida en la compra de implementos deportivos y en la infraestructura de la mayoría de nuestros escenarios deportivos, que tanto lo necesitan. Eso hubiera sido más provechoso, sin renunciar a enviar un modesto contingente a dichos juegos regionales, (para dar señales de vida).
Finalmente y en esto de las metidas de pata, se tuvo conocimiento que la cereza al pastel en Veracruz se la puso el presidente del COES cuando despotricó públicamente contra el diputado del FMLN, Guillermo Olivo, cuando este, ante la presencia del expresidente de la Fedefut, Méndez Cabezas, le extendió la mano para saludarlo. Fue un micro show de mal gusto bajo cielo extranjero.