Aunque en fútbol, como en todo deporte cada vez existen menos milagros, es obvio que tras varios meses de trabajo bajo la dirección técnica del español Albert Roca, la reconstruida selección mayor de fútbol pasa por una de sus peores atapas en todos los tiempos.
Y en esto de los resultados de la «era Roca» lo más triste acaba de ocurrir cuando Panamá vino al Cuscatlán a sacudirse una histórica supremacía y ganó 3-1 echando un balde de agua fría sobre una buena cantidad de aficionados que siempre terminan entusiasmándose y caen en el ritmo del pájaro picón, picón.
Pero el colmo fue la reciente visita a Nicaragua para ganar 2-0 a un pobre rival que cualquier equipo de la liga mayor salvadoreña lo hubiera goleado de cinco para arriba y no me vengan con el viejo cuento de que en el fútbol las distancias se siguen acortando. ¿Cuál zapato? Tan claro y pelado como que El Salvador le ganara en beis mayor a Nicaragua, para ellos sería humillante.
Aquí no hay nada que descubrir. Honesta y profesionalmente admitamos que salvo algunos chispazos de resurrección, desde los noventa en adelante y más desde el escándalo de los amaños, este fútbol ha venido en picada y no toca fondo. Y todo como producto de la falta de profesionalización integral.
Aquí es un solo relajo. Técnicos extranjeros carísimos van y vienen a la selección mayor y nunca se capitaliza la experiencia. Siempre estamos con el viejo cuento de que…»hay que empezar a prepararnos para el otro mundial» y al final, siempre volvemos a darnos con la misma piedra en la buchaca. No hay procesos integrales de selecciones; y si los hay, ¿por qué no cuajan?
Y es que en las selecciones se refleja el resto de crónicos problemas que abaten al fútbol salvadoreño en general. Problemas que empiezan en el sistema de elección de la federación que no permiten la llegada de profesionales conocedores integralmente de la materia futbolística. Además, pésimas canchas, extranjeros de bajo nivel, falta de instructores internacionales, jugadores que denuncian falta de pago y en fin, una serie de calamidades que tienen hundido el deporte rey de los salvadoreños.
Esperando que para entonces la renovada selección mayor ya tenga algo en concreto, la Copa de Oro 2015 será la prueba de fuego para Roca y si no, para la federación será una papa caliente querer mantenerlo con la esperanza de que «los resultados los dará en la ruta al mundial de Rusia 2018». Pura paja, mientras el fútbol salvadoreño sigue dando pena, nuestros rivales trabajan con toda seriedad y con la vista puesta en Rusia 2018.
Para cerrar, este fútbol anda tan mal, pero tan mal, que no sería remoto que en el sorteo para el próximo mundial, la FIFA lo ubicará en el «Grupo de la Muerte» junto a Belice, Nicaragua, Anguila y San Vicente. Países no futboleros, pero que poco a poco van acortando distancias con El Salvador que está muy lejísimo de ser aquel El Salvador que clasificó a los mundiales de México 70 y España 82. Es preocupante, el deporte rey de El Salvador está moribundo.