El Salvador
domingo 22 de diciembre de 2024

43 rostros salvadoreños

por Redacción


Cuando una injusticia se vuelve tuya, donde sea que se cometa, te estás haciendo más humano, estás luchando por la justicia y la reparación, estás entendiendo que el mundo no sos vos, no es solo lo que te puede afectar, que la piel del otro/a es la tuya.

No vale que un gobierno diga están muertos, quemados, calcinados. No vale que un pueblo entero llore injusticia tras injusticia, muerte tras muerte. No vale que se laven las manos y finjan investigar(se). No vale que ese pueblo mexicano llore, que Latinoamérica llore, que el mundo llore más muertos.

Son 43 nombres, 43 rostros, 43 vidas desaparecidas por el Estado. Son 9, son 5, son 13, son las muertes de todos los días. Veo en redes sociales miles de acciones en solidaridad con México y siempre tiene que salir algún “inteligente” con lo mismo: ¿Y por qué no hacés nada por lo que pasa en tu país? Cuando una injusticia se vuelve tuya, donde sea que se cometa, te estás haciendo más humano, estás luchando por la justicia y la reparación, estás entendiendo que el mundo no sos vos, no es solo lo que te puede afectar, que la piel del otro/a es la tuya.

En El Salvador matan jóvenes, matan jóvenes estudiantes, pobres, pandilleros, mujeres, gays, niñas, personas morenas, colochas, en esas donde todavía son visibles nuestros orígenes. Les matan a diario, les mata la pobreza, la ineptitud de un gobierno que pasa de consulta en consulta, de comisión en comisión, de tregua en tregua. Les mata el silencio y nuestra estúpida creencia de pensar solo en lo que nos afecta.

Conozco dos mexicanas que han dado parte de su vida en El Salvador, dos de muchas que viven en nuestras calles, que caminan nuestra vivencia, dos mexicanas morenas que hasta que hablan se descubre que no son de aquí, de este país chiquito, pero sí de esta tierra adolorida y herida. Ellas lloran la injusticia de Romero, de Roque, de las masacres, de la guerra, la de ayer y la de hoy, lloran como suyas nuestras muertes. No vale no llorar con ellas, no vale no ver en esos rostros a El Salvador, a sus estudiantes, a quienes desaparecen a diario[1].

Y sí, este es un blog, no es periodismo, no es análisis, y no quiero que lo sea; hoy es dolor y rabia, desde ahí escribo y desde ahí quiero ser leída, porque es el dolor y la rabia de Ayotzinapa, que es la nuestra.


[1] 1,070 personas en 2013, solo en este pedacito de tierra mal llamado El Salvador.