Siempre que se inicia hablando de política nacional no importa tu posición ideológica. Todos/as llegamos a la conclusión que se debe iniciar una reforma profunda en la forma de elegir a los funcionarios de segundo grado, que la clase política nacional no da esperanzas y que siguen siendo más de lo mismo y que es urgente que se den relevos generacionales.
En estas opiniones variopinto, unos hablan que debe haber mayor apertura de los partidos al ingreso de sangre joven, y otros dicen que nada tiene que ver la edad cronológica si al final “los rostros frescos” sólo repiten el discurso anacrónicos de los dirigentes de los partidos mayoritarios. Y peor si además de repetirlo se lo creen y resultan ser más ideológicos olvidando el pragmatismo y mencionan al oponente político como el enemigo a vencer y aplastarlo, soñando con la mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa y poder gobernar sin la piedra del zapato de la oposición.
Los relevos generacionales son importantes, no cabe duda, aunque comparto el criterio que juventud no necesariamente significa pensamiento progresista. Pero bien, los que justifican el cambio de adultos mayores por jóvenes, tienen su punto. Es cierto tenemos un grupo de personajes que están en la política desde antes que muchos de los que hoy les criticamos si quiera pensáramos en nacer, en más de algún caso nuestros padres ni siquiera se habían conocido, cuando ellos y ellas ya eran unas fieras en el ring político nacional.
Estos, los que se resisten al relevo, aún insisten que tienen mucho más que aportar, pues la experiencia mata juventud –hipotéticamente hablando- y no ven necesario que se dé tal relevo, al menos no por el momento, su juventud acumulada y años de vida política son sus credenciales y bueno, sus caudales de votos porque estos adultos mayores, siguen donde están por la gente que sigue dándoles esos puestos, así sin más.
Personalmente desearía ver más jóvenes, hombres y, en especial mujeres, que fueran haciendo ese relevo, siempre y cuando esto se dé con un verdadero cambio de las posiciones y dejar a un lado los discursos antagónicos y propios de la guerra fría. Que sean hombres y mujeres progresistas, dentro de sus ideologías, que vean con respeto a su oponente político, que sepan ser pragmáticos, que tengan horizonte, que sepan pactar con las demás fuerzas políticas en temas de nación, que no se metan zancadillas a los programas o reformas que sean en beneficio para todos y todas en general, no importa de quién fue la brillante idea… hasta ahora estoy divagando en lo que desearía.
Ahora bien, me conformo con una generación de políticos que no necesariamente sean sólo cipotes, creo que una combinación de experiencia y juventud puede dar un buen resultado, eso siempre y cuando, dejen a los jóvenes aportar porque si sigue haciendo como hasta ahora, que sólo son utilizados para la foto o para que sean los que salgan a explicar las acciones de la cúpula de siempre y no los dejan ni aportar y tomar decisiones de nada sirve el tal relevo.
Pero no creo que los relevos se deban dar con los exmilitares. Me van a disculpar, no veo qué de nuevo o bueno puedan aportar personajes sombríos, señalados por violación a los derechos humanos en la pasada guerra civil de nuestro país. Ellos ya fallaron y sus tácticas también; fueron estos los de las brillantes ideas de reprimir a la población y no ceder ni un paso, obligando en cierta medida a una juventud que no encontró otra opción que alzarse en armas contra un gobierno y cuerpos represivos que no les dejaban expresarse.
Porque la realidad es que aunque muchos hablen de represión como la gran solución esto no es cierto, ya lo vivimos y parece que muchos añoran volver a vivir esa época donde cualquiera te señalaba por hablar contra el gobierno –aunque no fuera cierto- y por la noche te llegaban a sacar y terminabas desaparecido por algún cuerpo de seguridad o en una cárcel clandestina torturado, sin juicio y ya no digamos la presunción de inocencia, esa señora no existía.
Estos militares que buscan saltar nuevamente a la vida política, fueron los que más daño le causaron a nuestro país, fueron ellos los que tomaron la decisión de desangrar nuestro país impulsando campañas de terror y terrorismo de Estado. Esos que ahora dicen que “no se pueden quedar sin ayudar ante la situación actual” y “que aún tienen mucho que aportar”.
No señores, por favor, regresen a sus hogares. Sean abuelos tiernos con sus nietos, den amor a sus familias y traten de purgar moralmente el daño que hicieron. Ustedes no tienen nada que enseñar, sus tácticas y métodos ya los probamos y francamente nadie ha quedado convidado de volver a vivirlas, claro hay uno que otro desvelado de esa época que desea ver a la Guardia Nacional, Policía de Hacienda, ORDEN y otras organizaciones, para controlar la desbordante delincuencia que hoy vivimos y por supuesto, siempre soñando con soluciones de carniceros y mágicas, nunca comprometiéndose a procesos y mucho menos aportando para que estos lleguen a feliz término.
No hemos tenido una política clara de combate a la criminalidad desde nunca, no hemos tenido un programa de prevención eficiente y eficaz, pero esta situación que todos y todas vivimos, donde no puedes salir sin encomendarte al ser superior regresar a casa con vida, no puede hacernos olvidar que estos personajes que dicen hoy ofrecer la solución a esta situación fueron de los principales culpables que en este país se desatara una guerra de la cual todavía ahora tenemos secuelas.
Los militares nunca fueron la solución de nada. No lo fueron antes y no lo serán ahora, pero al final si estos ingresan a los listados y la gente desesperanzada vota por ellos, los grandes culpables serán estos “civiles” que han gobernado 25 años y que no lograron cambiar la realidad de violencia que vivimos. No quiero ver más militares en el poder, pero si llegan sé que no es de ellos la culpa, es de los gobiernos, incluido éste que no ha sabido enfrentar la vorágine que nos tiene a todos encarcelados en nuestras propias casas y temerosos.