El Informe de Desarrollo Humano (IDH) que fue presentado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) no se compadece en absoluto con las metas que los Estados se fijan así mismos.
Hace apenas un año se venció el plazo fijado para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y el mundo está cerca de que se redefinan las metas para los estados miembros de la ONU.
Entre el plazo vencido y la apertura de un nuevo objetivo se les va el tiempo a los países del mundo. La condena es estar así siempre: no salir del círculo vicioso de las metas fijadas, cual deudor que no puede rebajar su saldo por su abultada deuda recurrente.
Y esa falta, ese espacio vacío que se ve en las políticas públicas para generar bienestar social, es lo que aparece claramente en el informe. Asunto insoslayable y crudo: 1,500 millones de personas en 91 países, viven en situación de pobreza, carencia de educación y salud y problemas económicos. Hay 1,200 millones de personas que viven con un dólar y fracción al día.
La cifra puede aumentar porque existen personas que podrían caer en el rango de la pobreza por un ligero vaivén de las circunstancias económicas o por causa de un desastre natural. De un plumazo, entonces, podrían ser 2,200 millones las personas que aguantan hambre en el mundo.
En el documento Global Economic Prospects, presentado en junio pasado, el Banco Mundial (BM) redujo la perspectiva de crecimiento de la economía mundial en 2014, de 3.2% que se calculaba en enero a la nueva previsión de 2.8 por ciento.
Según el documento, la reducción se debe a que la economía mundial ha tenido un pobre dinamismo, debido al duro invierno en EEUU, el menor crecimiento de China y las tensiones políticas entre Ucrania y Rusia. Pero también destaca que las economías emergentes, que son las que han funcionado como motor económico mundial durante los últimos cinco años, han mostrado un bajo desempeño. De este comentario, por supuesto, no se salva América Latina, ya que incluso le rebaja la perspectiva de crecimiento a un modesto 1.9 por ciento.
En cambio, dice que para 2015 y 2016 se prevé un incremento de 3.4% y 3.5%, respectivamente, que se deberá, principalmente, al mayor dinamismo que se espera en las economías de Estados Unidos y la Zona Euro.
No se descarta, en ningún momento, que haya nuevos episodios de volatilidad que puedan provocar ajustes abruptos en las tasas de largo plazo en los mercados financieros, aun cuando la Fed mantenga el ritmo de precaución y espera para reiniciar el alza en la tasa de referencia, pues el riesgo geopolítico (Ucrania y Gaza) puede escalar y tener efectos adversos sobre Europa y Oriente Medio, y en general sobre los mercados financieros.
Como ya es costumbre, el organismo insiste en que los países subdesarrollados aceleren las reformas estructurales, para potenciar la productividad y garantizar los niveles de crecimiento que necesitan. Es decir que, desde el punto de vista del BM, la pelota está en la cancha de las economías emergentes y los países menos desarrollados.
El Salvador ha caído 25 posiciones en el Índice de Desarrollo Humano en los últimos cuatro años, según una comparación del último informe 2014. El nuevo informe sitúa al país en la posición 115. Sus vecinos en la lista son países como Mongolia, Indonesia, Botswana, Sudáfrica, Filipinas o Guyana que también están calificados como naciones con un desarrollo humano medio.
Países vecinos como Costa Rica y Panamá están en los puestos 65 y 68 en el ranking global.
Sin embargo, en días recientes el representante de la CEPAL para Centroamérica y México aseguró que el país solo invierte un 3 % de su Producto Interno Bruto (PIB) en educación, cuando países como Nicaragua ya están invirtiendo alrededor del 5%.
Este índice complementa el escaso crecimiento económico que ha tenido el país en los últimos años y su deterioro.
Mientras otros países de la región y de toda Latinoamérica están creciendo por arriba del 2 y el 3 % del PIB, El Salvador no logra crecer más allá del 2 %, lo que también incide en la creación de empleos y un mejor bienestar para su población.
Es urgente inyectar a la economía nacional los incentivos para más y mejores inversiones de alto valor agregado que vuelvan al país más atractivo y competitivo; ahorrar; cerrar la llave de los gastos superfluos y corrientes, y apuntalar la inversión en capital humano, especialmente en educación.