Los crímenes y delitos de odio son aquellos que se realizan en razón de tu orientación sexual y/o identidad de género, etnia o religión. Los victimarios escogen a su víctima porque forma parte de un grupo dentro de la sociedad que, según su mente enfermiza, no debería tener ciertos derechos o beneficios, como los tienen él o ella.
Llevan el componente de “soy superior”, y además yo decido cuáles son tus derechos y cuándo podrás tenerlos. Parece escalofriante la manera en la cual se describe, pero esta es así, sencilla.
En El Salvador se dan estos crímenes de odio bajo la mira pasiva de la Fiscalía General de la República –FGR− que a pesar de tener documentados varios casos, hasta la fecha no han llevado a juicio a ninguna persona.
Un ejemplo es el caso de la representante legal de Aspidh Arcoiris Trans, una ONG que trabaja con población LGBTI –Lesbianas, gay, bisexuales, transexuales e intersexuales− es una mujer trans. Ella fue amenazada junto a su pareja en 2009 por un vecino. A raíz de esto tuvo que dejar su hogar e irse a vivir a otro sitio. Sigue pagando el préstamo de su primera casa y alquila actualmente en otro lugar. Desde esa fecha se puso la denuncia en la FGR y hasta ahora, muy a pesar de haberse reunido con la fiscal adjunta Paula, su caso no se ha movido.
Ese es solo un caso de una activista por derechos LGBTI empoderada que utilizó el sistema, pero la discriminación está enraizada en las propias instituciones del Estado, copada de funcionarios que anteponen sus fobias a la hora de realizar su trabajo y simplemente engavetan estos casos, pues además de este caso tienen decenas de casos de asesinatos a los cuales ni siquiera le han asignado un fiscal o número de referencia.
¿Por qué? Nadie se hace responsable, pues vivimos en una sociedad que es fácil decir, “es culpa de la administración anterior”, pero no hacen nada para cambiar esa situación.
Tres personas de la comunidad LGBTI fueron asesinadas inmediatamente después de la marcha del orgullo gay. Las organizaciones siempre saben que esto sucederá, pero esto no impide que sigan saliendo muy a pesar que algunos medios de comunicación se limitan a titulares de “matan a travesti” “gay asesinado” y no profundizan en sus notas, porque estos crímenes no le generan tanta rentabilidad económica ni coyuntural como dar cobertura a la criminalidad de las maras.
La población LGBTI está siendo asesinada y acosada constantemente, por el simple hecho de ser diferentes, por tener una orientación sexual que no es la heterosexual o una identidad de género diferente de su sexo biológico. Pero el problema de la discriminación es profundo y no responde a posiciones ideológicas determinadas, tanto gente de derecha como de izquierda se burla, discrimina, acosa y maltrata a esta población y ven natural el hacerlo, de hecho muchos justifican esos asesinatos y se alegran cuando leen estas notas, en una abierta campaña para alentar y perpetuar el exterminio de este grupo de seres humanos.
Lamentablemente a esto debemos sumar que varios presentadores de telerevistas naturalizan el rechazo y la discriminación con comentarios homofóbicos y acosando a sus compañeros de trabajo, además de otros tantos periodistas que desde sus cuentas personales en redes sociales también atacan a la población LGBTI profiriendo insultos e incluso amenazas.
Si los medios de comunicación no logran proteger a sus propios empleados de la discriminación y no tienen políticas de respeto para que sus periodistas no confundan libertad de expresión con expresión libre del odio, poco podemos esperar que hagan con sus notas sobre estos temas.
Así sumamos los editoriales cargados de homofobia, transfobia y lesbofobia de hombres y mujeres que dicen proclamar el amor de Dios y a su vez calumnian e insultan a esta población. Otra vez utilizando su derecho a la libertad de expresión, pero ahora dándole retoques de religiosidad para, según ellos, legitimar ante Dios el odio que en efecto siembran en la sociedad salvadoreña.
Personalmente no creo que se deba regular el derecho a expresar tus ideas de manera libre pero siempre dentro del marco de nuestra Constitución, sin dañar a otro y menos invitando al odio y naturalizando la discriminación.
La población LGBTI ha existido desde que el mundo es mundo y siguen naciendo. Todos y todas conocemos a alguien que sabemos a ciencia cierta que es gay –salido o no del closet− o incluso tenemos parientes que lo son y lo que hacemos es decir “yo lo respeto a él o ella, pero no a los demás”. Eso es otra forma de discriminación porque han matado tres seres humanos por ser lo que son, quizá mañana sea un conocido tuyo o un familiar ¿Será hasta entonces que sí te indignarás? ¿Por qué esperar que la homofobia y el machismo mate a alguien cercano?
Espero que la FGR finalmente inicie a investigar estos casos y asigne fiscales para los demás asesinatos de los que ya cuentan con denuncias. No estoy pidiendo un trato preferencial, ellos deben investigar todos los casos y denuncias que les llegan, pero no se vale que solo porque son personas de diversidad, simplemente no se les atienda, porque es solo “un gay menos”.
Ojalá los diputados y diputadas, retomen las peticiones que diferentes organizaciones y activistas independientes hemos hecho y por fin tipifiquen los crímenes de odio en el Código Penal. Es necesario, es una deuda con estos ciudadanos/as que también viven en este pequeño país y tienen derecho a que el Estado y sus funcionarios les den el mismo trato que nos dan a los heterosexuales.