El evento de Traspaso de Mando del recién pasado 1 de junio, fue un evento histórico. Tal como citan medios internacionales “Un guerrillero es juramentado presidente de El Salvador”; ciertamente, Salvador ha cumplido un ciclo. Como lo he dicho en varias ocasiones, él fue de los que bajó de la montaña con su fusil al hombro y lo entregó, pues creyó en aquello que repetía la derecha “dejen las armas, si quieren el poder, obténganlo bajo las reglas de nuestro sistema”. Y así se hizo, rompiendo los teorías de muchos analistas que decían “aquí no ganará un candidato que huela a pólvora”.
El centro de convenciones, donde se llevó a cabo la sesión plenaria para la juramentación del nuevo presidente, muy a pesar de la lluvia, contó con una representación maravillosa de esculturas vivientes, donde se destacaban las de Roque Dalton, Lil Milagro, Prudencia Ayala, Monseñor Romero, entre otros; la mayoría de asistentes admiraron este excelente trabajo, personalmente quedé sin aliento ante el profesionalismo de los artistas que estaban metidos en su representación de todo a todo, mención especial a los que hicieron la representación de los hombres y mujeres de barro, la intervención de la Orquesta Sinfónica fue un belleza, los sonidos te hacían sentir tremendo orgullo por ellos, no cabe duda lo que la cultura necesita es apoyo, porque talento aquí sobra.
Más de seis mil personas llegamos a presenciar este evento, muchos rostros conocidos de la política nacional. Se hicieron presentes, además de dirigentes sindicales, analistas, empleados públicos, alcaldes, funcionarios del gabinete saliente y los del entrante, líderes empresariales y uno que otro que como yo, fuimos invitados, sin tener una relevancia especial, pero alguien consideró que deberíamos ir. Aprovecho para agradecer a la persona que me hizo llegar esa invitación pues hasta el momento no tengo la menor idea por qué, ni quién lo hizo, pero muchas gracias.
La organización estuvo excelente, todos cuidaban que los invitados se colocaran en el sitio que correspondía, muchos jóvenes apoyaron a adultos mayores para que pudieran bajar hasta sus asientos, así como fueron apoyo para las mujeres que fuimos en tacones bastante altos, claro los accidentes ocurren, una que otra guapa y elegante señorita terminó dejando las hermosas plataformas o doblándose el tobillo al intentar bajar con elegancia las empinadas gradas del anfiteatro.
El evento propiamente tuvo su color particular, traté −hasta donde me dio la carga del celular− de ir trasladando lo que ahí sucedía, muy a pesar de las varias críticas que leí al ir compartiendo y por el tema de la batería ya no pude compartir más ni responder los comentarios.
Probablemente quienes han tenido la oportunidad de ir a los anteriores traspasos, deben tener una percepción diferente de lo que debe hacerse o no en ellos. Muchos consideraran que el abuchear a un diputado o magistrado está fuera de las reglas del decoro y la ética en un acto solemne como ese.
Interesante es que son los mismos que consideran que “hacer desfilar un show bufo frente al hospital donde acaba de fallecer la madre de Funes, es un simple acto de libertad de expresión y nunca una falta de respeto, ni a él menos a la difunta” digo pues, solo para contextualizar que muchas veces hablamos del derecho a la libertad de expresión sin límite alguno y la defendemos, siempre y cuando sea mi grupo ideológico o de interés quien ejerza ese derecho de manera irrestricta; para los demás, siempre deben haber reglas.
Debo decir que muchas de las reacciones de los invitados fueron espontáneas, la manera en la cual se vitoreó el ingreso de las delegaciones, en particular las más afines al partido, Venezuela, Bolivia, Ecuador, pero no podemos negar que al Príncipe de Asturias –hoy rey de España- le recibieron afectuosamente también, de igual forma sucedió con el expresidente Funes y a Vanda Pignato, quienes ingresaron bajo una lluvia de plausos y el apellido ¡Funes, Funes!
No terminó hasta que éste llegó a la mesa de la Junta Directiva; es en ese momento donde propios y extraños –las delegaciones que estaban a unos pasos de ellos- nos sorprendimos al que cuatro diputados de ARENA le daban la espalda al que aún era su Presidente y no tuvieron ni el gesto de humanidad de dar condolencias por el fallecimiento de la madre de éste, el día anterior.
Esta actitud de los diputados fue un detonante para que los invitados, ya emocionados por la juramentación de su candidato, se encendieran más y de ahí se desatara una animadversión contra ellos y el ¡Funes, Funes! retumbó en el anfiteatro.
Los ánimos estaban tan caldeados que con Salvador se escucho ¡Sí se pudo, sí se pudo!, ¡El pueblo unido, jamás será vencido! y ¡no volverán, no volverán! La falta de tino de los diputados – o malacrianza como lo califican otros-, según ellos y apoyados por el señor Velado quien les justificó diciendo: “que esto se hizo para demostrar su repudio hacia Funes.
La reacción del público no se hizo esperar: un repudio generalizado. Desde ahí –tuve la sensación− que el inconsciente colectivo tomó la decisión de hacerles sentir: 1) perdieron las elecciones, y 2) su actitud no tiene apoyo, al menos no en este público. Tremendo error de los diputados, no recordaron en ese momento que, los invitados mayoritariamente simpatizantes del FMLN, no les dejarían pasar el agravio.
Video tomado del blog «Sura´s Way» de Juan Carlos Sura:
https://www.youtube.com/watch?v=FMh_vOyyvSg
Ya entrado en calor, el auditorio no dudó en entonar el himno del partido que ganó la elección, a todo pulmón. Ciertamente eso no fue muy agradable para los que no comulgan con ellos. Lo cierto es que si el propósito –como creo- era hacerles sentir el triunfo electoral, ese efecto se logró. Independientemente de nuestra posición ideológica y si nos auto denominamos defensores de la libertad de expresión, este hecho no merece más comentarios que el respeto hacia ellos.
Al ser un público con estas características, no es de extrañar que el magistrado Florentín también fuera abucheado, así como le hicieron sentir al Arzobispo que a quien querían escuchar era a Gregorio, probablemente muchos vean esto una falta de respeto hacia la investidura que ambos ostentan, pero si cuatro diputados pueden libremente demostrar su malestar ante todos ¿qué podíamos esperar de los invitados? Al final se resume en «si quieres que otros hagan las cosas de forma diferente, empieza por hacer tú las cosas de manera diferente dando el ejemplo no solo diciendo a los demás qué deben hacer». Desde la mesa de Junta Directiva de los diputados inició el irrespeto, espero que sea lección aprendida.
Salvador hizo su intervención diciendo: “Se siente, estamos ante nuestro laborioso pueblo salvadoreño, este es nuestro pueblo, alegre, feliz”, es decir, él sabía que no estaba ante un público adverso, probablemente los acontecimientos hubieran sido diferentes si la derecha hubiera ganado.
El ingreso de los niños y niñas, fue otro momento muy emotivo dentro de esta ceremonia, nada más significativo que los niños/as vistiendo los uniformes y zapatos que reciben en las escuelas, pero sí de momentos emotivos hablamos, el beso entre Salvador y Margarita fue otro gran momento que conmovió a la audiencia y qué decir de esa frase “mi gran amor de mi vida” que dijo el Presidente a su esposa.
Pero bien no lo niego, la sesión solemne se volvió ideológica en ciertos momentos, pero no creo que podamos decir que era porque invitaron “chusma” como decían varios que criticaron en redes a través de sus cuentas –estando o no en el evento- más bien debemos recordar que cada acción tiene su reacción.
Sólo espero que todos y todas comprendamos que debemos en algún momento ser nosotros mismos los que tengamos que censurarnos si en realidad queremos “unirnos para crecer juntos” puesto que no podemos mantener actitudes ofensivas hacia nuestros adversarios sin esperar que estos reaccionen al mismo tono, lo ideal sería que no se hiciera pero no es así, necesitamos madurar como sociedad y entender que el oponente político no es el enemigo, mientras tengamos esa idea errónea, el enemigo seguirá ganándonos la batalla, pues los enemigos son: delincuencia, inseguridad, analfabetismo, pobreza, exclusión social, vulnerabilidad, entre otros.
Pero no pierdo, tal y como dijo el presidente en funciones, la esperanza y no dejo de soñar, ni de luchar, porque vale la pena sacrificarse y buscar alianzas para sacar adelante el país en el que todos vivimos. «El futuro es nuestro», dijo el vicepresidente y tiene razón: el futuro y este país nos pertenecen, tenemos que sacarlo adelante pero de la mano, todos y todas.