Aquella noche me encontré frente a Fanal, mi barca, me parecía que hacía tanto que no la miraba que se me hizo irreconocible, aquello no tenía nada que ver con el recuerdo que yo tenía. Debes imaginar mi impacto. Suele ocurrir con frecuencia, al final de ver las mismas cosas todas los días, de escuchar los mismos sonidos todos los días, de respirar el mismo aire todos los días, ya nada parece sorprendernos y las cosas bellas de la Vida nos pasan desapercibidas aún se tenemos hermosos amaneceres y puestas de Sol espléndidas. Nos olvidamos de mirar el cielo. Y yo me olvidé de mirar mi barco. Melpómene me apartó de todo, me quitó mi mapa y mi sextante… Me dejó la brújula porque era lo único que me haría falta y a Eros porque sabía que no podía apartarle de mí. Ordenó que me trajeran una cubeta con jabón de espuma, detergente, trapeadores escobas y una espátula para arrancar ostras.
-Es un barco enorme, tiene un mástil alto y firme y las velas son espléndidas – observó Eros.
-Tienes razón – apunté. No pude evitar sorprenderme al notar lo poco que conocía mi barco. Creo que jamás me había tomado el tiempo para valorar la fuerza de su madera o el vigor de sus cuerdas… No había notado nunca la amplitud de la cubierta y lo bien que se siente el viento al lado del timón… Viaje mucho tiempo con Él, pero no sabía quién era.
Aquello me pareció en verdad triste. Creo que no hay cosa más triste sobre la tierra que no saber quién se es. Claro, todos tenemos un nombre, pero un nombre dice cosas vagas sobre cada quién y si se va a un registro de personas se descubrirá que al menos en sólo país existen tres o cuatro personas con un nombre completamente idéntico al de uno. Un nombre no es definición. Yo puedo decir soy viajera y marino, pero existen montones de viajeros en el mundo, pero vivir de viajero, no es una definición, es una acción, una actuación. Yo no soy mi trabajo, hago mi trabajo, pero el trabajo no soy yo. Si no soy mi nombre ni las cosas que hago, entonces ¿Quién soy yo?. ¿Qué es lo que me hace diferente de los millones de personas que habitan en el mundo y qué es lo que me hace igual a todos ellos?. Me di cuenta que no podía comenzar a limpiar, si no tenía ni idea de estas cosas… ¿Cómo limpiar la cubierta que no conozco?. Pero también me di cuenta que limpiar me haría consciente de su belleza y su imperfección. Me mostraría sus bordes, sus límites y sus posibilidades. Por eso Melpómene manda primero a limpiar.
La purificación es una limpieza exterior e interior, es una vía, tal vez la primera porque nos enseña a sanar el dolor, para conocernos mejor a nosotros mismos. Porque cuando comenzamos a limpiar, la primera cosa que surge es ¿Qué es lo que hay que limpiar? ¿Qué es lo que hay que purificar?
Nuestros antepasados en muchos sentidos más sabios que nosotros lo sabían muy bien. Ellos nos cuentan que en términos sencillos los seres humanos contamos con un cuerpo somático formado por el cuerpo físico, donde se incluyen los músculos, los huesos y los órganos donde el cerebro y el sistema nervioso juegan un papel fundamental, y el cuerpo energético o vital que anima este cuerpo y le concede la vitalidad necesaria para sus movimientos, los chinos le dominaban chi en su medicina el flujo energético es un medio de curación, si los canales del flujo de energía están limpios el cuerpo esta sano, si por el contrario están obstruidos, el cuerpo enferma. Además de soma, también tenemos psique. La psique suele pasar la mayor parte de su tiempo entre nuestras emociones y pensamientos que son otros componentes principales de nuestra personalidad. A la primera la fascina sentir de todo y a al segundo desear de todo. Nos sentimos tristes porque nos aman, o porque somos culpables, o porque no tenemos esto o lo otro. Y la mayor parte del sufrimiento nace de ahí. ¿A que sí?. Pero la psique también tiene alas como la mariposa y puede volar más arriba hasta el espíritu donde encontramos la inteligencia que nos enseña a discernir y integrar, el amor que nos une y la voluntad que nos impulsa a superar nuestras dificultades. Es aquí donde el sufrimiento ya no existe… Es aquí donde dejamos ser víctimas de nuestra tragedia, es aquí donde encontramos la posibilidad de ser héroes.
¿Qué papel tiene la purificación es este esquema?.
Veamos. En el cuerpo sómatico, la suciedad se conoce como enfermedad. Lo que está sucio se enferma. Ya sea porque entró un elemento patógeno o porque existe un bloqueo en el chi. La enfermedad es un síntoma de que hay algo dentro de nosotros mismos que no está bien. El cuerpo está diseñado para funcionar perfectamente, si hay disfunción, es porque nosotros mismos la creamos. La purificación en el cuerpo somático es equivalente a la tener un cuerpo sano.
En el cuerpo psicológico, la suciedad se manifiesta como ira, celos, ambición, en fin un conjunto de defectos de lo más perniciosos. Pero de los que hay que tener especial cuidado es del rencor y el resentimiento emociones y pensamientos que nos causan heridas que no sanan nunca y de los paradigmas obcecos y cerrados que nos cierran las oportunidades de crecimiento y expansión creando muros en la amplitud de nuestro pensamiento y nos arrastran a las cadenas del fanatismo… y luego también a la guerra donde mueren cientos por un tanque de pétroleo.
La Purificación es la Via que nos cura de la enfermedad y nos libera de los rencores, de los resentimientos, del miedo y del fanatismo. Nos lleva hasta la orilla de nosotros mismos, y cuando parece que no hay más… Nos muestra que tenemos alas y ¡Que nacimos para volar!…
Bitácora: Próxima parada La Purificación somática.