Hace un par de días, escuchaba en la radio un anuncio invitando a “celebrar el Día del Trabajo” en un evento patrocinado por varias multinacionales. Momentos más tarde, caminando por la ciudad, vi una pancarta en la entrada de un exclusivo club en la que se invitaba en los mismos términos a una celebración amenizada por una discomóvil.
Me preguntaba qué motivos llevan a empresas transnacionales y a pequeñas burguesías locales a “celebrar el Día del Trabajo”, cuando históricamente el 1 de mayo ha sido una fecha de carácter marcadamente combativo, identificada con la izquierda y que tuvo su origen en las luchas de trabajadores anarquistas y socialistas.
Más importante me parecía: ¿Qué significa el 1 de mayo en la actualidad para la clase trabajadora y las clases populares? ¿Sabemos los trabajadores y las trabajadoras acerca de las luchas y los sufrimientos de quienes nos antecedieron?
Llegado a este punto, no está de más recordar un poco de la historia de las luchas de la clase trabajadora en este país. Recordemos algunos de los tramos de ese camino:
El fortalecimiento de la organización de la clase trabajadora salvadoreña se da a finales de la década de los 60, con el proceso del Mercado Común Centroamericano, el cual aumentó el número de trabajadores tanto en El Salvador como en Guatemala. En octubre de 1965 se constituyó la Federación Unitaria Sindical Salvadoreña. En octubre de 1966 se consigue la jornada de 8 horas.
En 1967 se da una huelga general en apoyo a trabajadores despedidos de la fábrica Aceros S.A., lo que marcó el punto de mayor auge de la lucha sindical hasta ese momento. De ahí hasta 1972 se da un debilitamiento del movimiento sindical.
En 1967 nace ANDES 21 de junio, con lo cual el sector docente se convierte en la principal herramienta de lucha de la clase trabajadora salvadoreña. En 1969, la iglesia católica crea la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS) que poco a poco se fue acercando a las luchas de otros sectores de oposición.
En 1969 también, el Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre (IADSL) funda la Unión Comunal Salvadoreña (UCS) en oposición a la FECCAS; sin embargo, gracias a la dinámica de la lucha de clases, la UCS escapa, -al menos parcialmente- al dominio del IADSL.
A mediados de los 70´s la Federación Nacional Sindical de Trabajadores Salvadoreños, que surge de la contradicción entre los sindicatos dominados por la patronal y los intereses de los trabajadores, se convierte en una de las principales organizaciones sindicales de izquierda.
Al final de los 70´s, el movimiento obrero entra a una fase de radicalización, uniéndose con los sectores populares para propinar duros golpes a la dictadura de turno, con huelgas impactantes, como la de la fábrica ADOC, Delicia, las minas de San Cristóbal y el paro del sindicato de CEL, que incluyó un corte de energía eléctrica por 23 horas, toma de embajadas y empresas, lo que provoca un enfrentamiento directo con los cuerpos represivos.
El inicio de la guerra en 1980 supone la incorporación a las filas del FMLN de muchos líderes sindicales. Las federaciones sindicales se identifican con las diferentes agrupaciones que conformaron el FMLN: la FUSS se estableció como federación del PCS, FENASTRAS se convirtió en la federación de la RN, mientras FEASIES se relacionaba con las FPL. Las luchas reivindicativas de la clase trabajadora se reanudan en 1984 con huelgas en los servicios públicos, la banca y otros sectores. Se dio una estrecha alianza entre los trabajadores del campo y los urbanos.
En 1986 se funda la Unión Nacional de Trabajadores Salvadoreños (UNTS), la cual el 21 de febrero organizó una de las mayores movilizaciones de la década de los 80´s con alrededor de 80 mil personas. Por el lado del gobierno del Partido Demócrata Cristiano (PDC) se encontraba la Unión Nacional Obrera y Campesina (UNOC).
Luego del arribo de ARENA al gobierno en 1989, ésta comienza a echar a andar una nefasta y sistemática política antiobrera y antisindical, lo que llevó al acercamiento de la UNTS y la UNOC para enfrentar las contrarreformas neoliberales, propiciando en 1991 la creación de la Intergremial de Trabajadores Salvadoreños, constituida, además de las dos organizaciones mencionadas, por la Central de Trabajadores Salvadoreños (CTS). Las organizaciones al interior de la UNOC sumaban unos 70 mil trabajadores, las de la UNTS llegaron a sumar 300 mil.
En el período de posguerra, la organización sindical y laboral se vio tremendamente diezmada por medidas gubernamentales y patronales ante las cuales la clase trabajadora no pudo defenderse de manera efectiva.
Uno de los mecanismos utilizados en el sector público fueron los decretos de “retiro voluntario” enmarcados en la política de reducción del estado, los procesos de privatización de las empresas estatales, la supresión y el “congelamiento” de plazas. La empresa privada, asimismo ha maniobrado de manera efectiva para eliminar a cientos de empleados organizados de muchas de las principales empresas del país.
De manera especial, en el sector de maquila han anulado casi completamente la organización sindical en sus empresas. En casos en que trabajadores y trabajadoras llegaron a constituir un sindicato, las empresas despidieron a los miembros del mismo, incluyendo mujeres embarazadas (Doall), o cerraron operaciones para desarticular la organización de las personas radicalizadas (Anthony Fashion y Tainan).
En la actualidad, aunque existen muchos sindicatos y asociaciones que luchan por mejorar la situación laboral de sus agremiados, la debilidad, la atomización, la burocratización, la falta de independencia con respecto a patronos, gobierno y partidos políticos, la informalidad en la economía y muchas otras condiciones adversas se constituyen en pesados lastres para que los trabajadores y las trabajadoras en nuestro país se planteen una defensa efectiva de sus derechos y, a futuro, el papel político que les corresponde como los verdaderos creadores de la riqueza que disfruta toda la sociedad.
Especial preocupación merece el hecho de que buena parte de los sindicatos tanto del sector público como del sector privado en la actualidad han supeditado sus agendas reivindicativas a la agenda del Gobierno y del FMLN. Si bien un partido identificado con los trabajadores y con los sectores populares necesariamente debe tener una política de acercamiento y una relación con las organizaciones de dichos sectores, que éstos fundan su agenda con la agenda del partido, especialmente ahora que el mismo está en el Gobierno, puede traer serias desviaciones en las organizaciones y el debilitamiento de la lucha por las reivindicaciones de sus agremiados.
Por todo eso, más que una fecha para disfrutar y celebrar, este 1 de mayo sería oportuno reflexionar sobre los retos actuales que trabajadoras y trabajadores debemos superar, así como es justo que también recordemos con admiración y agradecimiento a quienes conquistaron –algunos dando su vida- muchos de los derechos que disfrutamos en la actualidad y que debemos luchar para conservarlos y ampliarlos.