martes 22 de octubre del 2024

La Mirada de Melpómene

por Redacción


El que ha vivido una catarsis sabe quién es. Y como recuerda quién es ha llegado a beber una gota de la fuente de Mnemosine.

No hacía mucho que Eros flotaba alegremente delante de nosotros tomado de la mano de La Rosa, cuando logramos divisar aquel castillo del que Eros hablaba. Aquello no era un palacio, sino una fortaleza de altos muros gruesos de piedra. Ciertamente Su Señora no parecía amigable, pero Eros la amaba. Respiré profundo: Si quería recuperar a Fanal debía entrar, pues Ella y sólo Ella conocía la salida de aquella pútrida isla. Debo confesar que me sentía enferma y tratar con aquel par de guardias en la entrada no me hacía nada de gracia. Tenían la manía de contradecirse el uno o al otro, o de hablar al mismo tiempo. Y no habían acabado de formular una pregunta, cuando ya entraban con otra totalmente opuesta.  -¡No esa no es! – ¡Sí, esa sí es! – ¡Que no!, -¡Que si!  –¿Qué color es caballo de la Reina? –Azul – dije. – ¡Ese no es! – ¡Ese sí es! –Anda, que azul es su carro. – ¡Que no! – ¡Qué sí! Y volvían a empezar. Me mareaban, la cabeza me dolía a mares, hacía un calor horrible y el miasma era insoportable y esos no se callaban nunca… ¡Callarse!, ¡claro eso es! – ¡A que no pueden hacer una igual! – les chillé extendiéndoles un lirio de origami. –Eso es muy fácil. – No lo es. -¡Pruébalo! – les grité antes de que volvieran a empezar extendiéndoles un cuadro a uno – El que termine primero tendrá la razón – apunté. –Hecho – dijeron y se pusieron a intentar, pronto se olvidaron de nosotros, de la puerta, de la contraseña y lo demás… Y así conseguí entrar.

No puedo describir lo que vi porque todo era Luz y cristal en formas infinitas y composiciones infinitas, se iniciaban y se finalizaban a sí mismas y cambiaban a cosas diferentes y entonces en medio de todo aquello… Sus ojos. Ojos de cristal, duros y penetrantes como dagas, fieros y sin compasión. El fuego ardía en ellos y me desarmé por completo. Sentí miedo.

-¿Quién eres? – preguntó

-Pues, yo, este… – musité

-Vaya si me hace gracia. Esta vez tu sentido del humor, Eros, ha sido excesivo – le dijo mientras mi miraba con altivez de pies a cabeza – ¿Cómo te has atrevido a traérmela?… Si al menos hubiera formulado una respuesta… pero, ¡Qué va! – y se volvió a él con extrema dulzura.

-Tiene un barco y lo ha perdido – le dijo el mientras se colgaba dulcemente de su mano.

-¿Ah sí?… ¿Te refieres a ese barco inmundo que ensució mi isla?

-¡Su isla ya estaba sucia! – le espeté al fin… Fanal era la barca del Quijote, que dijera cualquier cosa de mi si quería, pero no la herencia del Quijote, eso si que no se lo iba a permitir.

-¡Ah!… Al menos tienes valor… Y la valiente muchachita, ¿Podría decirme desde cuando está sucia?… Es evidente que no tienes memoria, pero al menos tengo esperanza en que no seas tonta – y arqueó la ceja con desdén, hizo un ademán con la mano frente a mí y me arrancó la voz- Al menos así serás menos molesta… Si quieres tu barco te lo devuelvo. Pero debes limpiarlo primero. ¡Hazte responsable de una buena vez!

Y por fin vi mi barco… Sucio, lleno de moho y caracoles, gastado y maltrecho… Y me encontré a mi misma y mis propias faltas… Yo arrastré el miasma conmigo.

La tragedia es dolor y el dolor nos guste o no es un mecanismo de conciencia. El dolor despierta. Todos reaccionamos hasta que nos duele y cuando nos duele tenemos dos opciones. Ser víctima o ser héroe. Si se elige ser víctima se quejará de sus penas y tristezas infinitamente, culpando al destino, al universo, a Dios y a los demás de sus males. Si se elige ser héroe se abre al alma una nueva posibilidad: La Catarsis.

Gracias al mal empleado psicoanálisis, tenemos la idea que vivir una catarsis es soltar las emociones a diestra y siniestra en un frenesí desbocado y pretender que el adefesio resultante es una obra de arte solo porque se usó pintura, barro, tinta, una guitarra o un grito para darle rienda suelta a la ira, a la depresión, a la desesperación y al desamor. Esto es basura, conviene que te deshagas de ello. Y si tienes alguna cosa elaborada de este modo, conviene también que la botes.

Catarsis viene del griego kátharsisque significa purificación. No hemos de confundirla con el olvido que nos arrastra a llevar las experiencias al inconsciente sin extraer de ellas ni una perla de sabiduría o con el frenesí que impulsan los vientos de “locura creativa” al plasmar en ellos el llanto, el miedo y de la desesperanza, las quejas de nuestra propia impotencia o bien los laberintos incomprensibles de nuestras dudas y miedos. Estos estados solo “alivian” nuestra pena sin curarla nunca como una droga cualquiera recetada para la gripe.

La catarsis es una experiencia vital profunda. Es medicina y a la vez cura. Penetra en lo profundo del ser humano y desde el centro, desde el corazón que se libera de las impurezas se irradia hacia lo demás produciendo una transformación en el individuo.

La catarsis purifica, libera y transforma. Aquel que experimenta una catarsis encuentra en si mismo un Ser Nuevo. Se produce en él un crecimiento y una evolución. El que vive una catarsis despierta: No comete los mismos errores, no se queja, no sufre, ni se amedrenta.

El que vive una catarsis, encuentra en el dolor un camino de redención. No porque le guste sufrir, sino porque se descubre a sí mismo.

El que ha vivido una catarsis sabe quién es. Y como recuerda quién es ha llegado a beber una gota de la fuente de Mnemosine.

La catarsis es un Arte. Es el Arte de conocerte a ti mismo. ¿Te atreves?