miércoles 23 de octubre del 2024

Costa Rica frente a caminos nuevos

por Redacción

No amanece como cualquier otro día de descanso. Las banderas de colores, el bullicio de las bocinas de los carros y la inquietud en las personas, revelan  que los costarricenses quieren toparse con el desenlace de tantos meses de expectativa política. Buscan al personaje que los representará los próximos cuatro años.

Esta historia electoral empieza con un gran descontento entre los ticos. Saben que no tienen una verdadera cara política que les venda esperanza y soluciones a los problemas de todos los costarricenses.

Hay quienes sí deciden salir a votar. Otros no. Una mayoría aporta un grano de arena y se hace escuchar. Otros votan, por primera vez, fuera del país. En el ambiente se huele una buena dosis de desencanto, de rebeldía, de agravio colectivo contra lo tradicional.

Con un menú de partidos políticos ampliamente abiertos, cada uno de ellos con sus diferentes ideologías, los candidatos costarricenses prometen mejorar la calidad de vida  y reducir las inequidades. Cada quien tiene su medicina. Con discreción se habla de  los temas “callados”.

8:15 de la noche. Saltan los primeros resultados. Al principio, el partido Liberación Nacional (socialdemócrata), lidera los resultados.

Pero hay una sorpresa: el partido Acción Ciudadana (PAC), está cerca del partido oficial a pesar de que se consolidó en 2006 como un partido progresista. Nace como reacción al naufragado bipartidismo costarricense.

Conforme pasa la noche, se avecina lo que mucha gente presagiaba: una segunda ronda.

Pero, el PAC pasa adelante. Por poco, pero adelante.

Los restantes partidos están opacados. También el que representa la izquierda tradicional liderado por José María Villalta, un joven candidato que, a simple vista, parecía haber ganado muchos simpatizantes. Pero, como atleta que se le aflojan las piernas al final de la carrera, queda de tercero.

Al final, un partido tradicionalmente fuerte como Liberación Nacional no logra ganar. Su candidato, el ex alcalde de San José, Johnny Araya, está desconcertado: hace poco más de un año, cualquiera apostaba por un abultado gane suyo. Este 2 de febrero parece que Araya pegó su nariz en la acera.

Lo más sorprendente de todo es que un partido que parecía en harapos y que había perdido su apoyo, su fuerza, gana la contienda con el politólogo Luis Guillermo Solís a la cabeza.

¿Sorpresa para muchos? No cabe duda alguna. A Solís le avisan que ha ganado cuando ya casi se marchaba para la casa. No hay un solo encuestador que habría avalado su triunfo. Solís pasa del 5% de los votos al 31% en días en cuestión de horas. Araya se queda con el 19% de los votos.

En  Costa Rica, la mitad de los votantes le quieren dar una lucha frontal a lo tradicional. Se quiere romper con el mismo grupo de personas que han liderado, por tantos años, el país.

Yo diría que la mayoría de los costarricenses quieren  figuras nuevas,  soluciones diferentes, quieren mejorar lo que se tiene. También se pretende dar vuelta a la página para empezar lo que nadie ha comenzado. Los jóvenes quieren asumir un nuevo papel: ser factor de cambio. Echarse en sus hombros el futuro del país.

El 6 de abril se sabrá si gana el tradicionalismo o el torrente de gente que quiere un cambio en la administración del poder.

Recibir un  país desencantado para cualquiera que sea el sucesor de Laura Chinchilla será un trabajo duro. No hay duda que cada costarricense quiere lo mejor para su país. Hasta ahora no lo hemos hecho mal. Pero, es evidente que le llegó el momento a la lucha contra la corrupción y a lograr las mejores políticas públicas.

Las ofertas que se hagan en ese sentido inclinarán los votos. Pero, creo que, esta vez, la distancia la pondrán aquellos que se cansaron de los mismos de siempre. Al fin y al cabo, se dice, nadie pierde si se apuesta por nuevos caminos democráticos.