miércoles 23 de octubre del 2024

Fetichismo electoral

por Redacción

En estos días de efervescencia electoral, desde todas las direcciones posibles se nos bombardea con un mensaje, matizado de acuerdo a su emisor, pero contundente: la obligación de cada salvadoreña y cada salvadoreño este 2 de febrero es emitir su voto. No importa por quién vote, pero lo importante es que no podemos dejar de votar.

En una sociedad en la que la participación de la gran mayoría de personas en la toma de decisiones que afectan a la nación se reduce al acto de marcar una bandera sobre una papeleta, el acto del sufragio adquiere tintes míticos, convirtiendo a la papeleta marcada en un auténtico fetiche,  con poderes casi milagrosos.

Si marcamos la papeleta de la manera correcta, el país decadente y tenebroso en el que vivimos se transformará en el reino de las oportunidades: se acabará con las pandillas, habrá computadoras para todos, seremos un país completamente bilingüe, las mujeres jamás estarán solas, tendremos suficiente dinero para cubrir nuestras necesidades, será el paraíso para artistas y deportistas, para jóvenes y adultos. Trabajo para todos, paz y bienestar casi infinitos. Y si la ingrata brevedad de la campaña electoral no los hubiese interrumpido en sus crecientes propuestas, al ritmo que íbamos, los partidos políticos nos habrían ofrecido seguramente la inmortalidad, la eterna juventud y la belleza infinita.

Poco importa que quienes nos proponen tanta maravilla sean los representantes de los partidos políticos que de una u otra manera son responsables de que en el momento actual, mientras no llega la anhelada transfiguración nacional, vivamos en la más continua zozobra, en una de las sociedades más violentas del planeta, llorando desde hace años cifras de muertos y desaparecidos que, si bien en los últimos meses habían experimentado una baja sensible, ahora está demostrado que suben o bajan, de acuerdo a los deseos y conveniencia de alguna mente criminal.Desnudando la impotencia del Estado para garantizar la vida y la seguridad de sus ciudadanos.

Poco importa que entre los mismos partidos políticos que nos prometen una educación de primer mundo se encuentren  los responsables de que en pleno siglo XXI, la escolaridad promedio de la población salvadoreña no llegue siquiera a 7 años. No importa que, a pesar de algunas acciones positivas del gobierno actual en materia de salud,  personas de escasos recursos todavía salgan de los hospitales públicos sin los medicamentos que necesitan. O que las personas afiliadas al ISSS deban esperar muchos meses para pasar consulta con un especialista, obligando a muchas personas a optar por servicios privados de salud. (Con un porcentaje de inversión anual  en salud pública que apenas ronda el 2% del PIB, no se puede esperar demasiado).

No importa que entre los contendientes se encuentren los responsable de la venta completamente legal, pero fraudulenta  de las empresas estatales, con la cual, los ricos de El Salvador se volvieron más ricos. Los responsable de la dolarización, de la forma amañada en la que se aprobó el Tratado de Libre Comercio con los EE UU y  (para poner un ejemplo más cercano en el tiempo) del robo descarado que los diputados  hacen de nuestro dinero en la Asamblea Legislativa también se encuentran entre los aspirantes a gobernarnos.

Abundan los ejemplos sobre las oscuras credenciales de los partidos contendientes y, por otro lado,  las propuestas que ahora nos hacen, no nos auguran un cambio real en su manera de hacer política: ARENA sigue pensando en el mercado como rector supremo de la sociedad, el FMLN se parece cada día más a ARENA y las acciones de las personas que se encuentran actualmente en el entorno de Saca en los últimos años nos demuestran que la honestidad y la ética no son para ellos una prioridad.

Y no es que, como piensan muchas personas, el escenario  en los próximos cinco años será exactamente igual gane quien gane. Para comprender por dónde orienta un partido sus políticas, es imprescindible conocer a las personas y sectores que le aportan la plata.

En el caso de ARENA, es evidente que sigue siendo la herramienta política de los sectores tradicionales del gran capital en el país; en cuanto al FMLN, a nadie escapa el hecho de que alrededor del mismo se está gestando una nueva camada de grandes empresarios relacionados con el ALBA,  mientras otro sector del gran capital salvadoreño se aglutina en UNIDAD alrededor de Saca.

Evidentemente, cada grupo empresarial responde, primero que nada a sus propios intereses, por lo que los beneficios y las afectaciones para el resto de la población variarán de acuerdo al ganador de las elecciones; pero en esencia, los trabajadores y las clases populares,  enfrentaremos, de cualquier manera, un futuro nada alentador.

La deuda previsional, la deuda externa, un salario mínimo que no alcanza para cubrir la canasta básica, la falta de prestaciones para los trabajadores informales, los gastos superfluos del ejecutivo, la delincuencia y, en general, la puesta en práctica de políticas paliativas más que de políticas que definitivamente rompan con la injusta estratificación social de la sociedad salvadoreña, seguirán golpeando la calidad de vida de los sectores más desfavorecidos.

Personalmente, me parece que la decisión más acertada en estas elecciones es el voto nulo. En un país en el que el apoyo a los partidos políticos se hace más por la vía de la fe ciega que por la de la razón,  el llamado que deberíamos  hacer a la población, más allá de cuál sea su opción electoral y más allá de los resultados del próximo domingo, es que, seamos empleados en una fábrica, campesinos, vendedores en un almacén, amas de casa, empleados estatales, comunicadores, artistas o estudiantes, comencemos a exigir del Gobierno políticas efectivas en materia de salud, educación, economía, seguridad, manejo de los fondos públicos.

Son necesarias políticas que sean efectivas y nos resuelvan nuestro día a día; que nos allanen el camino hacia una sociedad justa, ambientalmente sustentable y segura. Una sociedad en la que cada mujer y cada hombre (y cada payaso), ahora  y en el futuro, tengamos la posibilidad de realizarnos a plenitud.