Estimado Paolo: estoy de acuerdo contigo. Ya es hora de cerrar este diálogo. Lo podemos convertir en algo interminable para los lectores. Pero, soy de la idea que, con los debates, siempre gana la gente. Sobre todo si se construyen decentemente. Sin malas artes.
Tampoco quiero decir que tú, o yo, somos maestros de nada. Pienso que al menos sostenemos puntos de vista diferentes con una buena dosis de tolerancia. Debatir así siempre es agradable.
Estoy de acuerdo contigo que ningún periodista debe dejar que lo instrumentalicen. Lo que me distancia de tu posición es que si un gobernante denuncia que un antecesor presuntamente recibió $10 millones del gobierno de Taiwán, y ese dinero habría ido a parar a una cuenta en Bahamas, eso es noticia aquí o en cualquier país del mundo. Máxime si muestra copias de un documento que el Fiscal General, Luis Martínez, no ha dicho que el contenido es falso.
Creo que ya pasaron cuatro días desde que se publicaron las copias y nadie nos ha dicho que los papeles son falsos. (¿No es extraño eso? ¿No te inquieta eso?).
Tampoco es sensata tu posición en el sentido de que, si un gobernante filtra documentos que supuestamente comprueban corrupción de sus adversarios, es que quiere ocultar sus pecados. Separa ambas cosas.
Lo primero que debes hacer es publicar la denuncia del gobernante. Sobre todo si muestra copias de documentos de nada menos que el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. Después investiga los pecados.
Sabes que los gobernantes se la juegan. Si los documentos fueran falsos o adulterados, Mauricio Funes sería un mentiroso. Y yo sería el primero en titular de esa manera.
Pero, si se publican las copias del documento y ni el Fiscal General ni el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos salen a advertir que son falsos, no puedo decirle mentiroso al gobernante Funes. No hay ninguna razón para hacerlo. Y entonces, menos tendremos, aún, razones para no publicar esos documentos.
Tal vez en todo esto no te ha caído la peseta, como decía mi abuela, que quien hace la denuncia es el presidente de un país. Y el buen periodismo no encontraría ninguna razón válida, ni ética, para callar una denuncia de ese calibre.
Yo no he sido caja de resonancia de un gobernante. Si aplicas el principio de que todo aquel que publique lo que dice un presidente es su caja de resonancia, no existiría una parte importante del periodismo.
Entonces, el Washington Post o el New York Times serían los periódicos más asquerosos del planeta porque reproducen denuncias de Obama contra algunos afganos, sirios o quien sea.
No mi querido Paolo, tu tesis no se sostiene. No pasa la prueba de ninguna escuela de periodismo de las mejores del mundo.
Tu problema es, en el fondo, es que no puedes justificar cómo, amigos tuyos, decidieron no publicar la denuncia presidencial sobre el manejo de $10 millones dados por Taiwán y sí le dieron madera al acusado para que se defendiera.
Por eso escribo sobre la nueva doctrina: callar del todo la denuncia pero abrir las páginas para lo que quiera decir el acusado. ¿O es que acaso puedes decirme que eso es falso? ¿Quiénes son los instrumentalizadores?
Te lo repito: aquí, en China, en Vietnam, donde quiera que se pueda hacer buen periodismo, basta una denuncia pública de un gobernante (tan grave como la que se hizo), para publicarla. Ningún periodista que esté realmente cuerdo diría: yo no publico nada para investigar después.
Ahora, que de aquí en adelante se pueda hacer una investigación, eso sí es cierto. Por ejemplo, tocarle las puertas al Departamento del Tesoro o bucear en los archivos desclasificados de Taiwán. Para hacer eso no hay que esperar que lo haga el Fiscal General.
Y el periodismo decente es eso lo que debe hacer para informar, correctamente, a todos los salvadoreños.
Tienes, amigo Paolo, otra inmensa equivocación. Y la excuso porque no eres abogado ni has estudiado derecho. Pero, te recomiendo que consultes a un buen abogado especialista en derecho administrativo.
Sí y mil veces sí, para hacer un asocio público privado se necesita de una ley especial. El Estado no puede entregar un milímetro de su patrimonio si una ley no lo autoriza.
Debes entender que los privados podemos hacer cualquier acto, si una ley no lo prohíbe. Pero, los funcionarios sólo pueden hacer lo que la ley les autoriza.
Si no fuera así, invita a cualquier alcalde para que se asocie con una empresa privada y le traspase acciones de un parque público. Eso fue lo que hicieron exfuncionarios con la geotermia estatal: trasladaron el dominio, la propiedad, sin que ninguna ley los autorizara.
Vendieron el parque público a cambio de que los italianos sembraran tres palos. Más claro no te lo puedo poner.
Entonces, no hay arbitraje internacional, ni buena fama en los funcionarios, que permitan, dentro de una democracia, o dentro de un Estado moderno, que un parque público se traspase a base de gollerías. No se puede. No se vale. No se puede justificar.
Esa es la mejor forma con la que intento que, finalmente, entiendas el problema, Paolo.
Entonces, por qué debemos dejar pasar la locura que hicieron esos “beneméritos”, por temor a que no vengan más inversionistas al país.
Mucho menos tendríamos que entregar la geotermia estatal (que vale más de $1,200 millones), por una inversión, no fiscalizada del todo, por unos $100 millones. ¿Eso te suena patriótico?
El problema es el mismo: por qué callan la forma cómo se hizo ese negocio público y le dan todas las páginas del mundo a los acusados penalmente. Es necesario repetirlo: mudez total ante la acusación, brillo y trompetas luminosas para que los acusados se defiendan.
Cuida a tu suegro Paolo. Sabes que quiero mucho a esa figura que camina casi en la oscuridad. Abrazos a tu familia. Coincido contigo: es hora de parar este zipizape.