El Salvador
miércoles 15 de enero de 2025

¿Existe una conexión entre maltrato animal y violencia social?

por Redacción


Es hora de que los sectores (Salud, Justicia, Educación) responsables del diseño y conducción de programas para reducir la violencia, le den la debida atención al tema del maltrato animal en la familia ya que puede indicar de que “algo anda mal”

Desde hace varias décadas, profesionales de distintas disciplinas (derecho, salud mental y ciencias sociales, entre otras) han logrado demostrar vínculos entre actos de maltrato animal cometidos por seres humanos y el maltrato doméstico o violencia delincuencial /criminal. Ya existe una amplia bibliografía sobre esta conexión. Con base en la información contenida en algunos estudios, presentamos a continuación tres situaciones que se dan en muchos hogares, donde los animales padecen negligencia o maltrato sistemático por parte de sus amos y/o familiares. Según los especialistas, estas situaciones han degenerado o pueden degenerar en actos de descuido o violencia contra los humanos.

La negligencia hacia las mascotas del hogar puede indicar o anunciar una situación de descuido de algunos miembros de la familia, por ejemplo los hijos y/o ancianos.

En este contexto, el término “negligencia” significa fallar al proveer a un animal de sus necesidades más básicas de alimento, agua limpia, refugio o lugar adecuado para dormir y cuidados veterinarios. También hay negligencia cuando se ignoran sus necesidades psicológicas y emocionales, al mantenerlo amarrado o encerrado en un patio reducido (o cochera) toda o la mayor parte del tiempo, negándole su necesidad de ejercicio o paseo cotidiano.

Esta negligencia es sin duda la forma de maltrato más común en sociedades profundamente antropocéntricas, donde la mayoría de la población considera a los animales como meros objetos al servicio del ser humano. Se les reconoce alguna capacidad de sentir y sufrir pero para mucha gente esto no es relevante, por lo tanto no importa mucho lo que se hace con los animales, tampoco como se los trata. En este contexto, el descuido de una mascota por parte de su amo puede ser producto de la indiferencia o falta de empatía; también puede ser una consecuencia de enfermedades o trastornos mentales o adiciones (drogas, alcoholismo, uso abusivo de la internet y video juegos). Cualquiera sea el motivo por el cual un jefe (o jefa) de hogar falle de manera sistemática en proveer una atención mínima a la mascota de la familia, este descuido puede coexistir con el descuido de los familiares y, en particular, de los niños y ancianos; también una situación de descuido o abandono animal puede indicar la probabilidad de que el jefe de hogar llegue un día a desatender a sus familiares.

Maltrato animal intencional y violencia doméstica

Estamos presenciando una situación de maltrato intencional  cuando las personas que maltratan los animales, lo hacen a propósito y con pleno conocimiento de que lo que hacen es malo. A este grupo pertenecen las personas que necesitan ejercer su poder sobre los demás. Es el típico caso del esposo, compañero o novio que maltrata (o llega hasta matar) a la mascota de la esposa, compañera o novia para retener a su pareja; también es el caso del padre (o madre) que busca mantener a sus hijos en sumisión. Actuando de esta manera, el abusador manda el mensaje que puede hacer lo mismo a su pareja o sus hijos. Estas situaciones ocurren más a menudo de lo que uno podría creer, tal y como lo demuestran algunos datos estadísticos encontrados en investigaciones sobre violencia doméstica realizadas en EE.UU: el 71 por ciento de las mujeres víctimas de violencia de género que han sido acogidas en albergues, han reportado que sus parejas habían maltratado o matado la mascota de la familia. En 88 por ciento de las familias que han beneficiado a un momento dado de la supervisión del Estado por un problema de violencia doméstica, la mascota de la familia ha sido víctima de abuso.

En situaciones en que los niños presentan comportamientos agresivos contra los animales, el abuso puede ser una respuesta a una situación traumática relacionada con el entorno familiar: el niño puede haber sido víctima de violencia intrafamiliar o presenciado comportamientos violentos en contra de las mascotas de la familia u otras personas. Estos niños están en riesgo: de no recibir atención profesional a tiempo, pueden desarrollar problemas de comportamiento que los llevan a ser una amenaza para ellos mismos o las personas que andan en su entorno.

Igualmente, se dan situaciones de abuso sexual en contra de la niñez, en que los animales son usados como instrumentos de chantaje. El agresor amenaza de maltrato o mata la mascota en frente del niño (o niña) abusado, para que este último no denuncie lo ocurrido.

Crueldad animal y violencia delincuencial/criminal

Se ha documentado una relación entre actos de crueldad cometidos por niños o adolescentes en contra de animales y pautas de comportamiento delictivo violento (o no violento) en la edad adulta. Por ejemplo, un dato muy revelador de esta relación es que el 25 por ciento de los criminales agresivos han abusado de animales cinco o más veces en la infancia o adolescencia, en contraste con el 5.8% de los criminales no agresivos. Los niños con altos niveles de conducta agresiva y proactiva (con premeditación e intención) hacia los animales y/o demás personas están en peligro de convertirse en futuros delincuentes o asesinos.

A modo de conclusión preliminar:

En El Salvador, aunque el maltrato animal y la violencia social han llegado a niveles alarmantes, prevalece un amplio desconocimiento sobre esta conexión entre ambas formas de violencia. No hay estudios académicos, tampoco información periodística sobre las situaciones descritas anteriormente, las cuales son presentes en la vida cotidiana de los salvadoreños. Esto no deja de ser preocupante.

Es hora de que los sectores (Salud, Justicia, Educación) responsables del diseño y conducción de programas para reducir la violencia, le den la debida atención al tema del maltrato animal en la familia ya que puede indicar de que “algo anda mal”. La detección temprana de este problema proporciona la oportunidad no solo de auxiliar o salvar al animal abusado, sino también de prestar apoyo psicoterapéutico a niños o adolecentes abusadores, con el fin de reorientar su vida en una dirección más positiva y, de esta manera, evitar que se conviertan más adelante en un peligro para la comunidad.