Desde que sonó el tema, la persona que crea que los amaños de los jugadores no eran posibles, debe tener serios problemas para afrontar la verdad, casi una deformación de la percepción, así como una persona miope o con anorexia.
En un país donde la política no es más que un circo o una cloaca – o todas las frases clichés que se les pueda ocurrir- no deja de sorprender que ese espíritu, que lo transmiten los “padres de la patria”, pase a otras instancias tan infantiles como un juego, pero que sin duda son rentables funcionando como un negocio.
La posición de estar en contra de los amaños es irrefutable, sin embargo no dejan de ser un poco irónicos los montos por los que se han vendido los héroes de la selecta, son risibles. La conclusión a la que llego es que al ser deportistas y todavía tener el espíritu de la garra o del amor por la camiseta, pensaron que vender empates o amistosos no nos haría daño a los salvadoreños, que no nos daríamos cuenta y, como si drogados por opio, los seguiríamos apoyando sólo por ser lo mejor que puede salir de este país para ese deporte.
Y en cierta forma ellos eran el opio para nuestro pueblo, donde la política ya se sabe que está prostituida y donde las cifras son un tormento cada día, vengan del ámbito que vengan. La selecta era un aliciente que por el momento ha desaparecido en este lugar.
Otra hipótesis que se puede generar, a partir de los patéticos montos que recibieron, es que son aprendices de esa forma de vida que involucra todos los aspectos de la vida humana. Para “venderse” no se debe tener valores morales, se debe ser cruel y tener una total indiferencia ante los mayores llamados de atención, vengan de donde vengan. La mentira, la avaricia y la “doble cara” se pulen día a día, para al final lograr un resultado digno de una obra de arte. Un ser al que robar vestido de saco y corbata no le molesta, en este caso fue con tacos y uniforme. Se transformaron en tartufos que pensaban engañarnos con sus supuestas muestras de entrega y valentía, pero detrás de todo siempre estaba la codicia en el fondo de sus acciones.
Lamentablemente, desde mi punto de vista, este ha sido el caso de corrupción más sonado de la historia. ¿La razón? Mueve a las masas, el deporte es quizás la única forma conocida en la que cualquier diferencia desaparece ya sea dentro o fuera de la cancha. Son once contra once y todas las voces que puedan gritar para alentar a su equipo. No obstante y como ya se ha dicho, el dinero es mínimo, en comparación con los casos de la administración de Perla en ANDA, los viajes disfrazados de Gallegos, los sobresueldos que se adjudican los diputados mes a mes. También podríamos mencionar la dudosa riqueza que Tony Saca obtuvo en su período presidencial. Y podría ampliar la lista, la verdad no sé hasta dónde y que se quedan calladas en las voces de los salvadoreños.
Y no es de extrañar que esos amaños ocurran en la adjudicación de proyectos, como por ejemplo, construcción de carreteras, de edificios, de infraestructura en general. O en otros ámbitos como en el judicial y con gran tristeza me cuesta imaginar que se dé hasta en la asignación de proyectos de educación. En nuestro querido país, es probable que se haya vuelto a la época en la que hasta el alma se puede salvar por un par de monedas.
¿Que desaparecerá la selección? Es discutible, al parecer no será así. Sin embargo, se debe tomar como punto de quiebre para unir a los ciudadanos no solo para gritarles “Hijos de p…” a los jugadores, sino para hacer una introspección de que somos un país tan lamentable, en el que hasta los héroes (Y no se diga los padres), sabiendo que son héroes, se venden por cantidades insignificantes.