Sus fotografías y videos la revelan como una persona de aspecto frágil. Sumamente pequeña en estatura y corta en edad, tez morena y unos ojos castaños de inmensa profundidad.
Con tan solo 16 años, Malala Yousafzai, se ha convertido en la niña más carismática de los últimos tiempos. Ella regresó de los brazos de la muerte para seguir el camino que estaba destinada a cumplir, llevar al mundo un mensaje de paz y velar por el derecho de la educación en los niños de cada rincón del planeta.
Esta joven pakistaní no tuvo una infancia, como muchos de nosotros la tuvimos. No pudo mirar sus programas favoritos en el televisor e ir a la escuela para reunirse con sus amigos. Ella tuvo que acostumbrarse a vivir bajo un ambiente de represión, gobernada y aterrorizada por los talibanes. Estos tomaron su pueblo natal Swat, bajo la ley del «Jihad» a su antojo. Prohibieron toda clase de expresión para su pueblo. Asesinaron a quien desobedeciera sus órdenes.
A pesar de los constantes atentados, dejando en las calles cientos de víctimas y de las normas que prohibían que los niños (mujeres) pudiesen seguir acudiendo a la escuela. Malala, no abandonó su sueño de seguir estudiando. Hizo oídos sordos a estas órdenes. Así, continuó su vida normal de ir todos los días a su colegio. Claro, lo hizo con el consentimiento de su padre, Ziauddin Yusafzai, director del colegio, quién le cortó sus alas de llegar más allá de su realidad.
Gracias a estas acciones «incorrectas», un día, cuando conversaba con dos amigos, ella recibió el máximo castigo junto con dos compañeros de clase. Un hombre talibán, disparó contra ellos, hiriéndola, seriamente, de un balazo en su cabeza. A sus dos compañeros los asesinó.
Ahora ella es una vocera para todos los adolescentes del mundo, quienes viven en países oprimidos, víctimas de las maniobras terroristas, lugares donde un coche bomba y un muerto más en las aceras es tan común, que le pierden el gusto a la vida. Ella decidió dejar de lado su adolescencia y se convirtió en adulta.
Mala es un ejemplo de mujer. Sin duda será una líder social. Es alguien que considera que las mejores armas que puede tomar son la educación, el conocimiento que pueda obtener para mover masas y así poder liberar a su pueblo.
Muchas veces no creemos que podemos llegar a ser ese factor que pueda influir en una causa. Pues bien, la convicción nos puede llevar mucho más lejos de lo que creemos. Aferrarnos a una idea y tomarla como una meta propia puede repercutir en los demás, en la manera que se perciben las cosas y en cómo podemos cambiar un futuro.
Malala necesitó un balazo en su cabeza para que la pudiese escuchar el mundo entero. Sin embargo, ella lo cuenta como un nuevo renacer, una oportunidad que empezó como una tragedia casi fatal, es hoy un pasado oscuro que le trajo felicidad a su vida.
Les dejo un fragmento, de una entrevista suya realizada por el periódico español El país. Juzguen ustedes mismos el poder y el carisma de la palabra. No será la última vez que escuchemos de esta niña con grandes ideas y un gran porvenir.
Cuando veo a la gente de Siria, que están desamparados, algunos viviendo en Egipto, otros en el Líbano; cuando veo a toda la gente de Paquistán que está sufriendo el terrorismo, entonces no puedo dejar de pensar, “Malala, ¿por qué esperas a que otro se haga cargo? ¿Por qué no lo haces tú, por qué no hablas tú a favor de sus derechos y de los tuyos?” Yo empecé mi lucha a los diez años.