Las palabras sobran cuando una imagen es tan fuerte que puede llegar a envolver todos nuestros sentidos. Eso hace que las letras no sean nada en comparación a lo que vemos.
Existe un lema famoso que dice que las personas muchas veces no creen en algo que no pueden mirar ni tocar. Creo que cuando se trata de noticias, o dar a conocer algún acontecimiento, este calza perfecto. El periodismo no sería nada sin la visualización.
Al igual que los pintores tienen a sus musas, los periodistas tienen sus imágenes para hacer valer las palabras, darles crédito, veracidad y creatividad. La imagen, y lo que se deriva de ella, los gráficos, infografías, entre otras. Suelen ser el arma más poderosa. Como dije anteriormente, estas pueden llegar a valer mucho más por sí solas.
Alberto Cairo, un reconocido infografista a nivel mundial, comenta en su libro «El arte funcional» que la información de la visualización ayuda al lector a descubrir las historias por su propio mérito, es decir, facilita el análisis de lo que se está presentando.
La imagen mental de algo es un mecanismo que ayuda al cerebro a ser mejor comunicador.
Pienso que de igual manera, estas teorías se aplican en nuestra vida cotidiana. Nuestra memoria guarda cientos de imágenes al día, unas miles al mes y posiblemente, millones al año. Somos creadores de nuestra propia historia y hay quienes usan esta virtud para plasmarla en una hoja y compartirla con los demás.
Yo les contaré la mía. Soy periodista. No experta pero lo soy. Hay ciertos momentos donde buenas historias llegan a uno sin siquiera buscarlas.
Una vez caminando, en un día extremadamente lluvioso, me topé de frente con una imagen. Ciertamente, al principio me conmovió bastante. Luego vino a mí la increíble empatía que tenía ese ser humano hacia los demás seres vivos.
Pensé en que esa persona podría ser un mundo intrigante al cual conocer, alguien que contara su historia y la de su pequeña «familia», formada por dos hermosos perros.
Pese a esto y al gran acontecimiento que estaba sucediendo ante mis ojos, lo único que acaté a hacer fue sacar mi cámara fotográfica y plasmar esa imagen. Era hermosa y no quería olvidarla jamás: un pordiosero dormía juntos a dos perros. Los tres bajo la lluvia. La candidez y hasta la ternura del hecho era toda una imagen.
Claro, no quería molestar a nadie, ni mucho menos cortar la escena. Pero lo más importante para mí fue tomar la fotografía y hacer valer el momento, compartirla y hacer de una imagen un valor que las palabras no alcanzan a describirla.
Estoy de acuerdo con la afirmación del periodista e infografista. Captar la historia sin que nadie nos diga nada, de contarnos nosotros mismos la historia, gracias a estas grandes herramientas. Eso es hermoso e importante.
Bueno y finalmente sin más preámbulos, les presento mi imagen. Para mí tiene mucho valor, un valor propio. Espero que mi mensaje pueda llegar a ustedes también. Y así como muchas profesiones e historias en la vida, podamos entender que el valor de la imagen habla por sí solo.