El Salvador
sábado 23 de noviembre de 2024

A pie por los pasillos imaginarios de Carlos Clará

por Redacción


Y digo a pie, no solo por el largo recorrido del autor para publicar esta obra, sino porque para sentir el libro hay que estar descalzo y caminar.

Este mes y después de más de catorce años, el escritor, editor y miembro de la generación poética de los noventa, Carlos Clará, publica y presenta su segundo libro. Esta es la entrevista realizada a Clará, quien responde a las preguntas por medio de las cuales se piensa a sí mismo,  sobre su oficio y el sentido de su obra.

Entrevista a Carlos Clará

Luis Angulo Violantes (L.A.V.) : Recuerdo la última vez que hablamos sobre el quehacer del escritor, de lo viejos que nos estamos poniendo, de que soy un total antihéroes y que en realidad me importan pocas personas y cosas, en cambio vos tenés mucha fe en la gente, en lo que hacés, en la obra, ¿cuándo empezaste a escribir?

Carlos Clará (C.C.) : Vengo de un hogar de humanistas y la fe es algo común. Tenés razón al decir que tengo fe en la gente, en el oficio y en mi obra. Esa fe ha estado siempre y me la dieron los libros. Ahora, escribir es otra cosa, empecé a hacerlo como algo natural aunque bastante marginal a los quince o dieciséis años.  En casa se respiraba la poesía y los libros estaban por todas partes. Mis padres eran dos profesores normalistas y se preocuparon por inculcarnos el hábito por la lectura. Pero aun cuando escribir podría ser algo natural en casa, lo hice con la secretidad de una religión oculta. Ellos no lo sabían. Para mí era tan íntimo que no se me pasaba por la cabeza mostrar mis escritos. Sin embargo, en el colegio me enamoré de una compañera y eso pudo más que cualquier otro libro. Tuve las condiciones para hacerme escritor, pero llegué a la poesía por accidente y de forma definitiva a los veinte años.

L.A.V: Acerca de tus temas, ¿los definís, vienen solos?

C.C.: Normalmente los temas vienen solos y la mayoría puede tardar años en cuajar. En el caso de Los pasillos el proceso creativo me rebasó y se fue haciendo solo, tomó vida propia. Ahora trabajo en otro poemario en el que el proceso es distinto: tengo una idea general y sobre esa línea construyo el material. Si ves, son dos procesos vitales que creería tienen que ver con que Los pasillos tuvo un afán por experimentar y con el nuevo ya utilizo las herramientas que me afinó y pulió el anterior.

L.A.V: Háblanos un poco sobre este libro, ¿para qué lo escribiste? ¿Qué dice?

C.C.: Para mí, el libro es una metáfora del tiempo. Un pasillo es un tránsito, no un lugar para vivir o quedarse. Igual el tiempo, te lleva a otros lugares, nunca es estático. En el camino te das cuenta que hay personas que aparecen y desaparecen. El libro son pequeñas historias de ese mismo transitar. Lo escribí para luchar contra el tiempo, ¿quién no está tentado a hacerlo? Este libro casi me mata, pero con él moriré cada día menos.

L.A.V: Morir cada día menos…¿para tus lectores? ¿Cuál sería el lector ideal de tu obra?

C.C.: Me encantaría decirte todo mundo, pero te mentiría. Nunca he creído que Los pasillos sea un libro popular, tampoco estuve seguro de que fuese un libro que deba siquiera leerse en público. Pero cada vez que lo leo encuentra más gente que lo disfruta, lo odia o lo abraza. Me basta con que el lector sepa que lo que lee es palabra de un semejante y que también puede sentirla.

L.A.V: ¿Por qué esperar tanto tiempo para publicar?

C.C.: Por dos cosas: no he padecido la prisa en mi obra, me interesa que los materiales reposen y se vayan puliendo. Y la segunda razón: estuve más preocupado por trabajar y publicar la obra de otros. Siendo así, te confieso que no me arrepiento de haberme tardado tanto, había que sacar esos libros y lo hice. Ahora es mi turno.

L.A.V: ¿Crees que dicha pausa se deba a que estabas escribiendo contra algo? ¿Quizá contra las ganas mismas de publicar, digamos, para sentar una postura?

C.C.: No, no. No creo. Como ciudadano, como editor, está claro lo que pienso, están claras las acciones. Como poeta cualquier momento es bueno para decir o definir una postura en el mundo, aún después de la muerte. Mi interés es que lo que tenga en mis manos sea auténtico y eso puede llevar cinco minutos o más de una década.

L.A.V: ¿Crees que es necesaria la reflexión, la madurez, la pausa, antes de publicarse e intentar no dejarse seducir por las publicaciones tempranas?

C.C.: Hay que equivocarse. La reflexión es buena, pero también tenés que equivocarte, lo que no podés permitir es hacerlo todo el tiempo. A veces los errores son puntos de comparación necesarios. Es común tener un pésimo primer libro, aunque es más común tener una obra completa insignificante.

L.A.V: ¿En relación con qué autores piensas tu propia obra?

C.C.: Hugo Lindo, Luis la Hoz, Salvador Espriu, Milozs (el franco lituano), Ricardo Lindo, Kijadurías.

L.A.V: ¿Consideras que este libro es la obra que hoy mejor te representa? porque sé, que te llevo más de una década publicarlo

C.C.: Definitivamente, no tengo duda alguna. Pero ya trabajo en otro poemario y creo que Los pasillos, al salir el nuevo, quedará en una etapa anterior.

L.A.V: Todos los días escucho un sinfín de propuestas/reclamos/sugerencias, pero ¿de qué debería hablar un poeta?

C.C.: No importa de lo que hable, escriba. Lo importante es que sea auténtico.

L.A.V: Sé que lograste entrevistar a uno de tus héroes y/o maestros ausentes, al gran Ernesto Sábato, ¿tu obra tiene algo de su espíritu?

C.C.: Lo visité dos veces en su casa de Santos Lugares, ya estaba muy mayor, fue hace años. Por cierto, tengo una crónica que pienso publicar pronto. La influencia de Sábato está en el pensamiento, en el Carlos de a pie, el ciudadano y el editor. Ser poeta me sirvió para conocerlo, por eso me dejó entrar, ja, ja, ja.

L.A.V: Háblanos sobre tu oficio como escritor, ¿cuál es tu método? ¿Alguna rutina: diurno, nocturno? ¿una, dos, tres horas?

C.C.: No tengo horarios, ni lugares favoritos. Tengo momentos proclives: cuando voy en tránsito y cuando me ducho. En esos momentos la poesía tiene las condiciones para que se manifieste. He pasado seis meses sin escribir y también he escrito como loco en una hora, en una hora podría haber hecho lo que en un año. Es incierto. Ahora escribo en el teléfono, es algo rarísimo en mí, el nuevo poemario, los manuscritos, están entre circuitos y llamadas telefónicas.

L.A.V: ¿Qué es el poeta?

C.C.: Un ángel caído.

L.A.V: Un buen amigo (J.V.) bromea mucho con el hecho de llamarnos/me «jóvenes poetas» o «poetas jóvenes» tú eres…

C.C.: Quiero ser poeta, si viejo llego a ella no importa, ja, ja, ja. Con que al final pueda haberme ganado ese lugar me basta. Lo demás son etiquetas transitorias.

L.A.V: 5 libros que recomendarías a nuestros lectores

C.C.: Si es poesía: Cementerio de Sinera (Salvador Espriu), Antología de Spoon River (Edgar Lee Master), Canto de guerra de las cosas (Joaquín Pasos), Taberna y otros lugares (Roque Dalton), Sólo la voz (Hugo Lindo) y Sinfonía de noviembre y otros poemas (Oscar Vladislas de Lubicz Milosz). Te dije seis, ja, ja, ja.

L.A.V: Para cerrar esta entrevista, ¿eres un lunático?

C.C: Profundamente.

Los pasillos mini