Expansionistas, agresivos, con abogados expertos en Derecho Internacional, con buenos archivos e historiadores. Pero sobre todo, con mucho presupuesto estatal y una voluntad de ensanchar su territorio, el gobierno hondureño de Pepe Lobo tiene en jaque a Mauricio Funes por la disputa de la isla Conejo.
No hay duda que, desde hace algunos días, los hondureños le están tocando la cara a Funes con este tema. Lo tienen contra la pared, sobre todo si se toma en cuenta que, resueltamente, es un pequeño territorio salvadoreño.
Durante toda su administración, Honduras ha mantenido soldados en la isla Conejo. Lo han hecho desde que un gobierno salvadoreño decidió, no hace muchos años, correrse de la isla y dejarla en manos de nadie.
Pero ahora no sólo instalaron ahí la bandera hondureña, no sólo cantan el himno de su país el 14 de septiembre; sino que ahora anuncian que harán un helipuerto y que fundarán un sistema de electricidad. En otras palabras: declaran que realizarán obras públicas en lo que, estiman, es su isla.
Ante tanta prueba junta de usurpación hondureña, y frente a todos los desafíos unidos, el gobernante Mauricio Funes sólo tiene un camino que recorrer: mostrarse fuerte, como nunca antes, ante los hondureños. Ya no puede juguetear o coquetear con ellos. La historia tiene a Funes contra la pared.
Lo primero que debe hacer el gobernante salvadoreño es elevar el tono de sus manifestaciones. Su voz debe ser firme. Ya no puede ser apagada. Los hondureños deben saber que nadie le toca la cara al gobernante salvadoreño y que ya basta de desafíos que violen el derecho internacional.
Otro camino que debe seguir el mandatario es convocar a todos los sectores políticos de El Salvador para que, en todas las direcciones, se sepa que la Patria se defiende con todo lo que se tenga a mano.
Juntos Funes, su gabinete, los representantes de los partidos políticos y de la sociedad civil deben embarcarse en la misma nave. El canciller de la República, que poco o nada ha dicho sobre el tema, debe, además, rodearse de expertos y de todos aquellos que ayuden a convocar las mejores fuerzas para asumir esta lucha.
A ese tipo de enfrascamientos internacionales no hay que ir con bordones. Se debe acudir con los mejores. Con talento, con habilidades, con conocimiento y con todo lo que soporte nuestras posiciones de cara al derecho internacional.
Funes debe pensar, incluso, si presenta reclamos ante las Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad, o ante la Corte de la Haya por un territorio invadido por los hondureños y que, nunca como ahora, se ve amenazado por una fuerza extranjera.
Los caminos a seguir deben ser adoptados con la ayuda de excancilleres de la República, a quienes no les tiemble la mano para recomendar los mejores senderos que la Patria debe recorrer.
En estas luchas no se puede ser timorato. En estas luchas no nos debe temblar la voz. En estas luchas no se puede hablar con la voz mediatizada por el miedo ante el hecho de que los hondureños son más arrogantes o tienen aviones superiores a los nuestros.
Este es un momento de decencia nacional. No es hora de correrse. Es hora de juntarnos todos a enfrentar el desafío que una fuerza invasora del territorio nacional decreta porque cree estar por encima del derecho internacional.