— ¿Cómo es posible que no tengamos más mujeres en cargos de elección popular?— es la pregunta que lanza la diputada Carmen Elena Figueroa sobre los porqués de que las mujeres aún no logran tomar ‘el sartén por el mango’ dentro de la política salvadoreña. Figueroa, candidata a reelección en las próximas elecciones del 1 de marzo bajo la bandera del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), considera que el sexo femenino debe inmiscuirse cada vez más en la toma de decisiones a través del poder.
Pese a que es administradora de empresas, recalca que ha logrado formarse en temas relacionados a la familia. Desde la Asamblea Legislativa, sostiene que su fuerte son las leyes relacionadas a la equidad de género, que erradiquen la violencia hacia la mujer. De sus principales logros: haber promovido una ley contra la trata de personas. Entre las nuevas propuestas está el lograr que exista una ley para agilizar los procesos de adopción. De tener una normativa, se establecerían los mecanismos adecuados para agilizar las adopciones de infantes salvadoreños siempre y cuando no se propicie la trata.
Lograr más ahorros dentro del Estado es posible, según Carmen Elena, si se empieza por la austeridad. Por eso, critica a los políticos que hacen mal uso de los fondos asistiendo a viajes que califica de innecesarios. “Yo sí he asistido a algunos viajes, pero han sido congresos, capacitaciones relacionados a los temas en los que estoy involucrada y que definitivamente me han servido. No he asistido a viajes que no tengan que ver con los temas en los que yo no estoy relacionada. Y sí requiere de mucha dedicación y esfuerzo”, comenta.
Si se quieren parar esos viajes, una de sus propuestas es que la Junta Directiva tenga más control en cuanto a la asistencia de los parlamentarios a las visitas que realizan en el exterior. Es decir, su punto es que los diputados asistan a aquellos congresos que tengan relación con las comisiones que están trabajando.
Los años previos a la guerra civil es que la llevan a participar en movimientos políticos. “Veíamos cómo se estaba atentando la libertad de expresión…Estábamos atentando contra un sistema democrático, el Estado de derecho”, recuerda de cuando aceptó unirse al proyecto liderado por el Mayor Roberto d’Aubuisson, fundador de ARENA, con el que se fortaleció la concepción de defender el un sistema republicano, democrático y representativo. “Siempre hemos creído que tiene que haber un país mejor, más justicia social. Pero no era con las armas”, añade.
Pero ser parte del medio político no lo contempló en sus años de juventud, tiempos en los que en cambio se dedicaba a promocionar el turismo del país. Fue Miss El Salvador en el 75, pero no quería quedarse como reina de belleza toda su vida. En esa época decide arriesgarse y ponerse nuevos retos. Abre su empresa, como administradora y corredora de seguros.
Al buscar su nombre en internet, existen sitios que la posicionan entre las misses más guapas que han representado al país. Cuando participó en Miss Universo, El Salvador era la sede. El objetivo en ese entonces del Instituto Salvadoreño de Turismo (ISTU).
“Cuando me eligieron como Miss El Salvador, de inmediato fui contratada por Turismo para ser la voz que promocionara el turismo salvadoreño a nivel mundial. Se contrató una agencia de publicidad, que promocionaba y hacía viajar a Figueroa alrededor del mundo con el slogan: “El país de la sonrisa”.
– ¿Y sonreía todo el tiempo?
“Bueno, no sé. Creo que es parte de mi carácter ja,ja,ja. Soy una persona muy positiva”.
La labor que le había sido encomendada se enfocaba promover y lograr el desarrollo del turismo dando a conocer a El Salvador en el extranjero como destino turístico.
El Salvador, para esa fecha, logró colarse y abrirse paso en grandes revistas neoyorquinas como “The New York Times” o la “Times”.
Las bellezas naturales, como las costas del Pacífico, era la principal carta que pretendía atraer la inversión extranjera. La diputada recuerda que entre los principales logros alcanzados, durante la contratación de la agencia de publicidad estadounidense, específicamente de Nueva York, es que la gente supiera qué es El Salvador. Grupos de turistas llegaron; visitaron las playas o se trasladaban a la montaña.
Desafortunadamente, como ella misma lo califica, el país pasó ese momento de ser conocido como el país de la sonrisa al “país de la guerra”.
Aunque no había guerra a totalidad, ¿pero promover el país en ese momento no le fue difícil?
Realmente, la promoción se realizaba. Estamos hablando de 1975. Ya nuestro país estaba un poco convulsionado, pero no tanto como en los 80. Tratábamos nosotros de vender nuestra naturaleza, nuestra gente trabajadora y sí logramos bastante. Cuando fue el proceso de guerra, ese trabajo se vino abajo. Nos llegamos a conocer por la guerra, más que por el turismo.
¿Cuánto tiempo promovió El Salvador?
Cuando yo comencé tenía 20 años. Acepté participar en el concurso porque creía en lo que estábamos haciendo. Creía que era importante. Pero, obviamente, tenía mis metas personales que no era ni dedicarme a ser modelo ni artista, nada de eso. Yo siempre estaba enfocada en terminar mis estudios. Estuve como año y medio trabajando en eso. Y luego regresé a la universidad.
Aunque no pensó ni en ser modelo ni nada que tuviera relación a la belleza, pero ¿pensó en hacer política?
En ese momento yo estaba estudiando Economía. Y sí mi enfoque era trabajar en organismos internacionales. La vida me enseñó que para trabajar en organismos internacionales debía movilizar familia, carrera y me empecé a dar cuenta que no iba a ser tan fácil poder movilizar a una familia, en el caso pues, cuando estaba estudiando. Entonces me cambié a administradora de empresas. Siempre pensé en trabajar como empresaria. Yo me involucré. Pero, básicamente, acompañé a mi padre porque en esa época todos los jóvenes veíamos realmente la amenaza que se estaba dando en nuestro país. Yo vengo de una familia de políticos: mi madre y mi padre se involucraron en el partido ARENA. Veíamos amenazadas la democracia, las libertades y empezamos a trabajar, yo por un lado acompañando a mi padre. Yo me involucré en el sector femenino, juventud, que en esa época eran los sectores más fuertes. Así comencé a trabajar de manera indirecta. Me retiro un poco de la política porque formo mi empresa. Y fue hasta el 2000 que me involucro de lleno como parte de la directiva de San Salvador. Ahí realizaba trabajo de organización, de estructura.
Dado que su papá era militar, ¿él nunca se opuso a su participación como activista social?
No. Siempre fuimos educados con mucho orden, disciplina. Nos inculcaron mucho la importancia de la educación en una persona. Y es lo que ahora promuevo, porque estoy consciente que es el único legado que le puede dejar a su familia, a sus hijos. Él decía que la mujer debe salir adelante por sí sola y no depender de los demás. Y él sí me motivó mucho, a mí y mis hermanas, de que nosotros debíamos de capacitarnos, trabajar arduamente porque era la forma de salir adelante.
Ya que le gustan los retos, ¿cuándo usted decide jugársela como candidata a diputada?
Me involucro en el 2000. Pero cada vez que me decían que si quería participar en un cargo de elección popular, siempre decía “tengo dos hijos”, “soy madre soltera”. En esa época estaba divorciada. Siempre estaba yo como poniendo peros. Y un día me dicen: “Tú estás promoviendo a la mujer, estás promoviendo la participación política. “Estás empoderando a la mujer, pero a la hora de que te pedimos que optés por un cargo de elección popular siempre nos ponés una excusa”. Y, en realidad, recapacité. No nos queremos involucrar, aparte de las razones, el concepto del político está deteriorado. Hablar de políticos es hablar de corrupción, de falta de transparencia, de un mal uso de los recursos. Y es así cuando acepto ser candidata como suplente (periodo 2006-2009). Y en el 2009 como candidata propietaria. Y, realmente, al principio me decían que por qué me iba a meter a la política. Bueno, decía yo, tendemos a estar criticando a los políticos, al Gobierno. Todos son malos, pero cuando nos piden que nos metamos, no lo queremos hacer. Entonces, trabajemos porque haya un cambio. Obviamente es difícil. El cambio se va a ir dando paulatinamente en la medida que gente honrada, leal, transparente, que gente que de verdad quiera venir a servir lo haga. En el Asamblea, en primer lugar, es un ente colegiado. Aquí una golondrina no hace nada. Si usted no tiene la capacidad de hacer diálogo, consenso, concertación, en la Asamblea no se hace nada. Son 84 personas que piensan diferente.
¿Se considera usted una mujer con poder?
¿Con poder? Me considero que puedo influenciar al medio en el que me muevo, que puedo influenciar para que tengamos un mejor país. Todos hablamos de falta de seguridad, de falta de crecimiento económico, todos hablamos de poca inversión, de poca educación, pero nos olvidamos de hablar de los sectores que son los más vulnerables a falta de visión que tenemos en las diferentes áreas. Yo sí creo que es en esos sí puedo influenciar. Ya hemos estado trabajando en estas áreas y sí me reconocen que puedo hacer la diferencia.