Se atribuye a Albert Einstein la frase “locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes”. Y los dueños y los parásitos (los que tienen décadas de vivir de la política) del derechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) pareciera que están locos. Sí, orates. Pero no lo son. Están cuidando su “gallinita de huevos de oro” y no les importan los intereses del país.
Supuestamente ARENA debería ser un verdadero instituto político. Pero muchos ponen en duda eso. Este partido continúa siendo madriguera de algunos politiqueros corruptos que antes, por ejemplo, vivían en una modesta casita en la colonia Panamá y ahora son millonarios que llevan una lujosa vida. Por cierto, viven exclusivas zonas residenciales y se han olvidado del “verdadero pueblo salvadoreño”.
El fundador de ARENA –el temido, sanguinario y a la vez carismático Roberto d´Aubuisson−, para los que aún creen que existe el infierno, quizá tiene más calor ahorita. Su “verdadero pueblo salvadoreño” ha rechazado a su partido en las últimas tres elecciones presidenciales y se encamina a quedarse con una tercera vía.
Analistas políticos creen que los dueños de ARENA y los parásitos tienen secuestrado a este partido. No ven el bosque, solo los árboles. Esto es entendible porque por lo visto no tienen ni dos dedos de frente, pero en su mezquino y enfermizo interés personal no miran más allá de sus narices.
En las pasadas elecciones legislativas y municipales ARENA ganó una importante mayoría en la Asamblea Legislativa. Pero los dirigentes de ese club político y algunos politiqueros que ni siquiera ven un mundo real porque todo lo miran en blanco y negro, pensaron que era un cheque en blanco y se envalentonaron.
Se podría decir que la debacle de ARENA en las recientes elecciones presidenciales comenzó justo después de los comicios pasados en los que se eligió la actual Asamblea Legislativa. Hubo un personaje, por llamarlo de alguna manera pero de personaje no tiene nada, que quizá porque no pudo ser presidente de la República se encaprichó en ser presidente de la Asamblea Legislativa.
Y para cumplir sus propósitos personales convenció al presidente de ARENA –quien por cierto tiene la piel más gruesa que la de un cocodrilo y sigue dirigiendo ese partido− que apartaran a GANA en la negociación para la conformación de la junta directiva de la flamante y desprestigiada Asamblea Legislativa.
Un diputado y dirigente de GANA les dijo públicamente: Se van a arrepentir. Para algunos conspiradores, si ARENA hubiese visto más allá de sus narices y hubiera concretizado una alianza pragmática estratégica con GANA, Nayib Bukele no fuera presidente electo de la República. Desde este punto de vista, ARENA debería estar arrepentida.
Es que quizá realmente afecta mentalmente no ver colores y turba hasta la razón.
Ni siquiera son capaces de ver que ese partido ya no tiene futuro. Es un cadáver que ni Jesús podría resucitar. La renovación debería ser total. Incluso pensar en dejar que los muertos entierren a sus muertos y fundar otra opción política.
El problema no es tropezar, el problema es tropezarse con la misma piedra. Y sobre todo encariñarse con la piedra.