Aunque el tráfico era complicado en las calles aledañas a la Asamblea Legislativa alrededor de las 7:30AM, este 1 de junio no hubo cierre de calles, como si los hubo en la misma fecha de 2016 y 2017. El dispositivo de seguridad dispuesto por la Policía Nacional Civil (PNC) suplió este año a los buses alquilados en los que simpatizantes del gobierno y empleados públicos llegaron a aglomerar la diagonal universitaria en 2016 y 2017, para presenciar un mitin con el presidente Salvador Sánchez Cerén.
El mandatario compareció por última vez en su período ante la Asamblea Legislativa, para rendir cuenta de su cuarto año de gestión. Dentro de 365 días entregará el poder a quien resulte elegido en los comicios presidenciales de febrero de 2019.
Su informe se dio en un momento complicado para su gobierno y su partido, el FMLN. Después de caer en casi 400 mil sufragios su votación en las pasadas elecciones legislativas y municipales, dicho instituto político perdió incidencia en la Asamblea Legislativa y pasó de tener 31 diputados en la legislatura pasada a solo 23 en la presente gestión.
La mala gestión gubernamental que se refleja en las encuestas de opinión pública, en la que nunca ha obtenido una nota superior al 5, golpearon a Sánchez Cerén y al FMLN, obligando a ambos a entrar en un proceso de reflexión que trajo como resultado una rotación de nombres en el gabinete del Ejecutivo y un replanteamiento en la elección del candidato presidencial efemelenista, en la que se pasó de apoyar abiertamente como candidato único al exministro de Obras Públicas, Gerson Martínez, a abrirle la puerta al excanciller Hugo Martínez, quien a la postre ganó la designación en las internas del partido oficial del 27 de mayo.
Aunque los diputados del FMLN y los miembros del gabinete que asistieron al informe de gobierno de Sánchez Cerén no lo expresaron, el panorama antes descrito puede explicar por qué este año no se convocó a lo que el secretario general del FMLN, Medardo González, alguna vez describió como una rendición de cuentas “frente a la gente”.
No obstante todo lo anterior, esto no impidió que un pequeño puñado de empleados públicos y beneficiarios de programas gubernamentales llegaran al Palacio Legislativo a dar apoyo al discurso del presidente. Todos ellos se sentaron en el mezzanine del Salón Azul.
El arribo de Sánchez Cerén a la Asamblea Legislativa se dio a las 10:17 AM. Su paso lento a la entrada del Salón Azul fue acompañado por aplausos por parte de los 23 diputados del FMLN, los miembros del gabinete y los simpatizantes que se encontraban en las gradas destinadas al público general.
Durante 35 minutos de discurso, Sánchez Cerén trató de guardar su dicción en su lectura de los telepronters que tenía a cada costado de su podio. Tal y como han sido todas sus rendiciones de cuentas, esta fue caracterizada por un tono concertador, sin sobresaltos ni mayores reclamos directos a la oposición política.
En cada curul de los diputados del FMLN había un pequeño cartel en el que se resaltaba todo lo que podían considerar como logros del gobierno. Cada mención que hacía el presidente a cada uno de esos logros era acompañado por un aplauso por parte del lado oficialista del público, y un silencio de la oposición y los invitados especiales.
Sánchez Cerén comenzó su discurso con una mención a la próxima canonización por parte del Vaticano de Óscar Arnulfo Romero como “un mensaje de esperanza” para el gobierno, lo que provocó los primeros aplausos de sus simpatizantes y sentó la tónica de su discurso.
Menciones a medidas tomadas por el actual gobierno, como el aumento al salario mínimo, la reducción del analfabetismo en territorios rurales, la entrega de escrituras de propiedad a más de 70 mil familias y otros, también arrancaron aplausos entre los aliados de Sánchez Cerén.
Las únicas dos ocasiones en las que el presidente tuvo reclamos hacia ARENA y sus gobiernos, fue durante la mención de las constantes negativas del partido de derecha a aprobar préstamos para la construcción de más sedes de Ciudad Mujer y los cambios en el estilo de gestión gubernamental que el FMLN adoptó, luego de 20 años de lo que llamó “gobiernos neoliberales”.
Dado que entra a la última parte de su gestión, cualquier llamado al diálogo que pudiera expresar Sánchez Cerén en su discurso no iba tener mucho eco entre los asistentes, por lo que terminó su alocución con una exhortación a no dar marcha atrás y a “seguir construyendo futuro”, el eslogan del último año del actual gobierno.
Al culminar el acto de rendición de cuentas, la bancada efemelenista siguió a Sánchez Cerén en su camino al patio exterior del Palacio Legislativo. El presidente y su séquito no irían a un mitin con centenares de simpatizantes, sino que a abordar los vehículos de su comitiva.
Al llegar a las gradas, el jefe de Estado y su bancada de diputados posaron para las cámaras de los periodistas y gritaron vítores a favor del gobierno. Fiel a su costumbre, Sánchez Cerén se retiró sin dar declaraciones a la prensa.
La jefe de la fracción del FMLN, Nidia Díaz, suscribió todos los logros que el presidente expuso en su discurso, y destacó que el reto en el último año de gobierno será dar marcha al denominado “Plan 10”, un esfuerzo para intentar revertir el malestar en la población que se expresó en las urnas el pasado 4 de marzo, a través de medidas como ampliación en la cobertura de subsidios y abastecimiento de insumos en hospitales públicos, entre otros.
En cambio, la bancada de ARENA desaprobó el discurso por considerarlo “alejado de la realidad que se vive en el país y que el gobierno quiere ocultar”.
ARENA señaló que el gobierno no habló nada acerca del costo de la canasta básica, el incremento de los servicios básicos hasta en un 400 por cierto, un retroceso en la inversión en educación y en indicadores como la nota promedio en la Prueba de Aprendizaje y Aptitudes para Estudiantes de Secundaria (PAES).
“Hemos tenido un discurso mentiroso y cuando el presidente viene a dar excusas, agrava su incapacidad”, sostuvo el diputado de ARENA, Orlando Cabrera Candray, quien “siendo muy bueno” con Salvador Sánchez Cerén, calificó su gobierno con un 4 de nota.