Diario 1 reproduce íntegramente el artículo titulado “Terremoto en el orteguismo: así se originó”, publicado en el periódico La Prensa de Nicaragua, en el cual se explican los orígenes y la peor crisis que atraviesa régimen de Daniel Ortega en los últimos 11 años.
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En las morgues de los hospitales siguen encontrando cadáveres de personas acribilladas durante las protestas que iniciaron desde el 19 de abril. El número de muertos asciende a más de sesenta, según organismos de derechos humanos, y el Gobierno pidió un diálogo nacional para encontrarle una solución a la peor crisis que ha vivido el orteguismo en 11 años en el poder. Cientos de manifestantes a diario salen a las calles para hacer pintas a la publicidad de la pareja presidencial, derriban “árboles de la vida”, símbolo oficial de Rosario Murillo, y sobre todo gritan: “Que se vaya Ortega”.
El terremoto político sigue sacudiendo los cimientos de un país que ya no tiene el mismo panorama de hace unas semanas. El gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo, que había consolidado una alianza con los empresarios, controlaba el poder judicial, electoral y legislativo, mandaba con mano férrea las fuerzas armadas y paramilitares, había aniquilado a los líderes políticos adversarios y partidos opositores, de golpe fue rebasado por la manifestación masiva y cívica sin precedentes.
Pero ¿cómo ocurrió y cómo terminará?
En LA PRENSA consultamos a diferentes analistas políticos, entre ellos expertos jurídicos y sociólogos, quienes identifican cuáles eran las fortalezas del régimen y las razones por el cual el modelo Ortega-Murillo pareciera estar en la lona.
Auge de cooperación venezolana
La llegada de Daniel Ortega al poder coincidió con el auge petrolero de Hugo Chávez en Venezuela. La importancia de la cooperación venezolana, a través de créditos petroleros, exportaciones, inversiones en plantas eléctricas, entre otros, llegaron a representar en promedio el 13.7 por ciento del PIB.
Este acuerdo de cooperación aportó más de cuatro mil millones de dólares en estos 11 años de gobierno de Ortega. Venezuela, además, se convirtió en el segundo destino de importancia para las exportaciones nicaragüenses.
Las arcas llenas le permitieron al Gobierno financiar programas sociales, comprar medios de comunicación y mantener los beneficios a los empresarios por medio de subsidios y exoneraciones.
Sin embargo, la cooperación venezolana empezó a ralentizarse desde hace dos años y la economía nicaragüense dio malos síntomas: bajaron las ventas de automóviles, casas y consumo en general. La falta de dinero en el Gobierno hizo que se adoptaran medidas para salvar al Seguro, descargando todo en los bolsillos de los ciudadanos y en su principal socio: los empresarios.
Buenas relaciones con Estados Unidos
La diplomacia y las buenas relaciones, sobre todo con Estados Unidos, han sido clave para mantener la estabilidad en el país, según escribió el politólogo Manuel Orozco en un ensayo titulado “El nuevo régimen Ortega-Murillo”.
Nicaragua ha privilegiado el comercio y la seguridad, con lo que había mantenido buenos lazos con Estados Unidos.
Para José Luis Rocha, investigador de la Universidad Rafael Landívar de Guatemala, Nicaragua no es un país clave para la geopolítica estadounidenses y no presenta los niveles de violencia que por décadas han afectado a los países del Triángulo Norte.
En el ensayo para la revista Envío, “El proyecto Ortega-Murillo: cuatro claves de un éxito volátil”, Rocha escribe que basta un detalle para explicar porque Estados Unidos prioriza, por ejemplo, a países como Guatemala donde se conformó la Comisión Internacional Contra la Impunidad (Cicig), por encima de Nicaragua: los guatemaltecos detenidos ingresados irregularmente fueron más de 97 mil, mientras que los nicaragüenses apenas fueron más de 2 mil.
¿Qué es el orteguismo?
A sí como existe el fascismo y el nazismo, el orteguismo se convirtió en una categoría política, según el analista político Fernando Bárcenas. Para él, el orteguismo no se explica sin el sandinismo de los años 80, ya que es una evolución degenerativa.
Para Bárcenas, el sandinismo fue un movimiento extraordinariamente burocrático, en donde se formó un grupo de nueve personas, que su lema era: “Dirección nacional, ordene”. Esto quería decir que estaban por encima de la sociedad y se consideraban fuente de derecho. “En esos años la cúspide hacía lo que se le ocurría, de donde llevar el rumbo del país. Y las masas quedaron expropiadas de los derechos”, dice Bárcenas.
Durante los años 90, después que perdió el poder, Daniel Ortega fomentó el caudillismo al conspirar e intrigar para convertirse en el único candidato del partido FSLN.
Una vez que triunfó Ortega apareció la figura de Rosario Murillo, quien le dio a su esposo un carácter “mesiánico”. “Ortega dejó de ser una persona normal, al que el partido podría cambiar, y pasó a ser un mesías. Porque si él es un mesías, ella es la vocera del mesías, y quiere el poder. Entonces crea el mesianismo y anula al partido. De tal manera que el partido solamente deposita las decisiones en Daniel Ortega, su mesías”, dice Bárcenas.
El FSLN ya no funciona como un partido, en donde existan verdaderos congresos, debates, fracciones y opiniones. Según Bárcenas, esto es impulsado por Murillo, quien ha convertido al partido en solamente una fuerza de choque que cuenta con las turbas, la Policía y el Ejército.
Bárcenas caracteriza al orteguismo como el movimiento que impuso el terror entre los trabajadores estatales corridos por capricho, el servilismo que descartó el método profesional con el que eran contratados los funcionarios, el secretismo mafioso, la ignorancia, el miedo a las turbas y la reducción del Estado a una finca privada donde gobierna la pareja presidencial.
Monopolio de la ley
Daniel Ortega y Rosario Murillo, desde que llegaron al poder, construyeron un modelo político sin ningún freno ni contrapeso, dice el experto jurídico Gabriel Álvarez. De tal forma que pulverizaron a la bancada sandinista, eliminando al partido, y a la oposición política. “Demolió el sistema de partido político: los dividió, los corrompió, los chantajeó. Es decir, una pulverización que hizo que no haya alternativa de liderazgo político”, analiza Álvarez.
La clave de la destrucción del Estado fue haber corrompido al poder judicial. Dichos poderes, en todos los países, son la garantía del funcionamiento democrático de un estado de derecho. Por lo tanto, si alguien no quiere respetar un estado de derecho, lo primero que debe hacer es tomarse el poder judicial. “Esto fue lo primero que hizo Ortega, para por medio de los jueces instrumentalizar sus decisiones políticas”, analiza Álvarez.
El control del poder judicial les permitió eliminar a cualquier oposición política. Anularon la personería jurídica de varios partidos y chantajearon a líderes opositores por medio de sentencias judiciales.
El siguiente paso fue la toma del poder legislativo, que se logró por medio de los fraudes electorales, avalados por el Consejo Supremo Electoral, que preside el magistrado Roberto Rivas, sancionado por corrupción por Estados Unidos. Los fraudes les dio mayoría parlamentaria: 71 de 92 diputados en la Asamblea Nacional.
Manuel Orozco, politólogo, analiza que Daniel Ortega tiene el monopolio de la autoridad y la ley a su favor. “La independencia del poder judicial no existe, desde hace más de diez años el poder judicial está controlado también por el orteguismo: 11 de 16 magistrados de la Corte son sandinistas. Estos magistrados responden directamente a señales del ejecutivo sobre las decisiones a tomar”, señala Orozco.
Acaparamiento de medios
La familia presidencial no contaba con el control mediático en el país. Solamente tenía a su alcance el Canal 4, la Nueva Radio Ya y Radio Sandino. Actualmente, de nueve canales en televisión abierta, ocho son controlados por la familia Ortega-Murillo, que dirige los canales 4, 6, 8 y 13 y el sistema informativo de Canal 2. El otro grupo de medios los controla el empresario mexicano-estadounidense Ángel González (canales 2, 9, 10 y 11) y que también son afines a Ortega.
“Tenemos varios puntos de preocupación, en particular la concentración de medios en pocos propietarios, entre ellos, la familia del presidente de la República y Ángel González, que en general es un empresario que pone los medios a disposición de los Gobiernos”, dijo Edison Lanzas, relator especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), durante la Conferencia de Periodismo de Investigación #Colpin2016, realizada en Panamá.
El gobierno de Ortega ha ahogado económicamente a los medios, no investiga las agresiones a periodistas, censura la información y no permite cobertura de medios en instituciones públicas.
Gabriel Álvarez, analista político, dijo que el acaparamiento de medios fue otra estrategia de control del Gobierno. “Porque en una sociedad abierta, las libertades de expresión e información, son clave. Pero el Gobierno sometió la libertad a través de la compra de medios, incluso con fondos públicos de la cooperación venezolana, que no eran de ellos”.
Poder de las armas
“Gobernar desde abajo”, fue una de las primeras declaraciones de Daniel Ortega, cuando perdió las elecciones en 1990. Para el analista político Fernando Bárcenas, Ortega intentó recuperar el poder vía turbas, haciendo asonadas a todos los gobiernos liberales de turno. Cuando llegó al poder en 2007, con el auge económico de la cooperación venezolana, logró comprar a la Policía Nacional, a la que convirtió en orteguista.
“A la Policía la convirtieron en una fuerza de choque, que la juntan con los paramilitares, las turbas, para andar los dos en consonancias. Trabajan en armonía para reprimir. Destruyeron la institución policial y la transformaron en fuerza de choque”, dice Bárcenas.
Gabriel Álvarez también recuerda que la Policía y el Ejército han sido utilizados para abatir a decenas de personas calificadas de “narcotraficantes” que no se han investigado. “Ellos (Ejército y Policía) solo habían sido utilizados de manera selectiva porque no había una expresión masiva contraria al Gobierno, como la que hubo ahora, en donde provocaron una masacre. Pero el control de las fuerzas armadas ha sido fundamental para el Gobierno”, agrega Álvarez.
Neutralidad de la iglesia y evangélicos
Antes de esta represión, la Iglesia había mantenido una “neutralidad relativa con el régimen”, según Óscar René Vargas, sociólogo. Aunque en estas últimas semanas, los obispos, encabezados por monseñor Silvio Báez, se pusieron al frente de la defensa de los estudiantes masacrados por las fuerzas de choque del Gobierno y aceptaron la invitación de ser garantes del diálogo nacional, convocado por Ortega.
En 2014, a través de una Carta Pastoral, los obispos solicitaron cambios al Gobierno, pero las solicitudes no fueron respondidas satisfactoriamente. La posición de algunos líderes religiosos ha sido fuerte, pero como institución, la Iglesia ha mantenido una relación respetuosa con el Gobierno, que ha hecho suponer que existen obispos progobierno y obispos contra Gobierno.
Según Vargas, muchos de los dirigentes evangélicos han sido comprados por el Gobierno, y esto se explica en la ausencia de crítica al poder y el silencio por la última masacre que cometieron las fuerzas armadas de Ortega-Murillo.
¿Cómo se deshace el castillo de naipes?
Ya sabemos que las protestas empezaron tras la aprobación de las reformas a la seguridad social, que cinco días después revocó Ortega. Sin embargo, de la ley del INSS ya nadie habla aunque los ciudadanos no dejan de manifestarse en las calles.
El investigador José Luis Rocha, en el texto “El tigre nicaragüense y las emociones del contrapoder”, explica que el problema del INSS “rebalsó un acumulado de dos quinquenios y pico: el destape de las millonarias mansiones que en Costa Rica y en España compró el presidente del Consejo Supremo Electoral Roberto Rivas, más de cuatro fraudes electorales, la represión a las ONG, el control de los fondos de la cooperación externa, el monopolio de la publicidad estatal por empresas de los hijos de Ortega-Murillo, las concesiones a las empresas mineras, el monopolio de las empresas que prestan servicios de salud a la seguridad social, los oligopolios del mercado de medicamentos y similares, y un larguísimo etcétera que llenaría tratados y enciclopedias”.
El sociólogo Óscar René Vargas agrega a esta lista las reiteradas ilusiones vendidas a la población que nunca se realizaron: Canal, refinería, satélite, fábrica de aluminio, y los problemas ambientales y de agua potable que fueron denunciados a lo largo de los años hasta que el incendio en Indio Maíz, ocurrido a inicios de mes, hizo tomar conciencia de que era un problema nacional.
Otras de las molestias de la población, que recoge Vargas, es la elección de Murillo como vicepresidenta, en donde se abrió la posibilidad de una nueva dinastía y recordó a la somocista.
El analista dice que un tema grave es la impunidad en los casos de corrupción con el dinero venezolano, con el cual se enriquecieron varios funcionarios. “Con el derroche del dinero venezolano, Nicaragua perdió la oportunidad histórica de dar un salto en su desarrollo si el dinero se hubiese invertido de manera racional”, dice Vargas.
Vargas considera que las medidas económicas tomadas por el Gobierno, en todos estos años, han dejado en evidencia que ha provocado más desempleo, empleo informal, pobreza, desigualdad social, concentración de la riqueza, entre otras situaciones que mantienen el descontento entre la población.
Sin embargo, para el experto jurídico Gabriel Álvarez, el desmoronamiento tiene una explicación más estructural. Álvarez considera que el orteguismo al destruir todo, se ha quedado solo: “Destruyó todo ápice de oposición, tanto interna como externa, de tal manera que no tiene con quien negociar esta crisis. No hay mecanismo de salida”.
El experto explica que cuando este tipo de crisis ocurren en un Estado democrático, lo normal es que el mandatario llame a los líderes de oposición para negociar y resolver el problema: “Pero aquí hay un sistema sin controles ni límites, donde gobierna una persona con la complicidad de otra. Y las crisis se resuelven a sangre y fuego. Pero cuando de esa manera no se pueden resolver, pasan estas cosas”.
Fernando Bárcenas argumenta que el régimen subestimó la capacidad de resistencia juvenil, sin comprender que el asesinato de estudiantes, en lugar de desbandar a los jóvenes, galvanizó al extremo la confrontación. “Murillo provocó un desastre al confiar únicamente en la represión. La manifestación simultánea en varias ciudades del país, con centenares de movilizados, puso de manifiesto que la dictadura es inviable, y que la dirección orteguista es sumamente torpe”, dice Bárcenas.
Posibles escenarios
En un ejercicio teórico, Álvarez considera que existen dos escenarios. El primero es que Ortega se percate de que estamos al borde del colapso —ya que todavía no estamos en una crisis económica aguda— y le dé una solución al país, utilizando el diálogo para recomponer el rumbo democrático.
El segundo escenario es que Ortega utilice el diálogo para pasar los golpes durísimos que ha recibido ahorita con tal de mantenerse en el poder. “Esto provocaría una catástrofe que no podría sostener nadie, ni la comunidad internacional ni los empresarios. Porque quedó demostrado que al pueblo le repugna la política Ortega-Murillo dibujada con un supuesto consenso con los empresarios”.
Para Gabriel Álvarez, la mesa de diálogo tiene un diseño desafortunado y no permite ir construyendo los canales de legitimación democrática, sino que más bien responde a la lógica corporativista con el que ha venido gobernando Ortega y que al final destruyó al país.
El analista político Fernando Bárcenas considera que en lugar de diálogo, lo que debe haber es una negociación entre el movimiento universitario y Ortega para abrirle una posibilidad a la salida pacífica de la dictadura.