Hugo Martínez sabe que es ser “carne de cañón”. Fue guerrillero y perteneció a las Fuerzas Populares de Liberación (FPL). Aunque todo parece indicar que Gerson Martínez es el ungido de la cúpula roja, este miércoles el aún canciller de la República anunció que buscará la candidatura presidencial en las elecciones internas del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
En noviembre de 2017, Hugo Martínez dijo que estaba enfocado en el trabajo como ministro de Relaciones Exteriores y que estaba comprometido con la gestión de una solución para los salvadoreños que viven en Estados Unidos amparados bajo el Estatus de Protección Temporal (TPS).
En la entrevista Frente a Frente de TCS, el 8 de noviembre del año pasado, cuando le preguntaron si buscaría la candidatura presidencial, respondió: “Yo lo que diría es que para todo hay tiempo, y el tiempo para este momento requiere un enfoque al TPS”.
Tras la derrota electoral de marzo pasado, Gerson Martínez pidió al FMLN una elección “democrática, transparente y abierta” para elegir al candidato presidencial. Y agregó: “No acepto ser candidato único”.
El actual vicepresidente de la República, Óscar Ortiz, era considerado como una de las cartas fuertes del FMLN para buscar la presidencia de la República. Pero el 21 de marzo anunció: «He decidido, y esto se le comunico al país y a mi partido, no participar en las elecciones internas para la candidatura presidencial del año 2019».
Por el momento solo Gerson Martínez y Hugo Martínez han expresado su interés en la candidatura presidencial. Varios miembros de la cúpula roja apoyan a Gerson Martínez, quien desde hace algunos meses realiza visitas en el interior del país en busca de apoyo.
Gerson y Hugo se conocen desde hace tiempo. Los dos formaron parte de un movimiento interno en el FMLN que pretendía cambiar la verticalidad del partido. Eran denominados como “reformadores”.
Hugo comenzó a reunirse con los reformadores. Lo hacían en hoteles y en casas particulares. Ahí conspiraban en secreto. El plan era acabar con la hegemonía partidaria de Schafik Hándal y Salvador Sánchez Cerén, quienes eran considerados dictadores y verdugos, artífices de una potente maquinaria que desprestigiaba a todo el que se atreviera a refutar y desafiar sus órdenes. El método para purgar a los disidentes era sencillo: difamarlos, denigrarlos, boicotearlos. Los acusaban de traidores, desleales y derechistas.
Muchos se sorprendieron que Hugo Martínez se colocara al lado de los reformistas. Años atrás había sido férreo defensor de la postura oficial del partido y algunos lo tenían como cómplice de los ortodoxos. A mediados de junio de 2004, en unas declaraciones a La Prensa Gráfica, aclaró su postura: “Nunca me ha gustado ubicarme en bandos, pero ya eran demasiadas señales negativas como para continuar en la inercia”. Además lanzó fuertes críticas a la dirección del partido. La catalogó como “mediocre” y “acomodada”.