A un lado está el presidente Salvador Sánchez Cerén con otros funcionarios de gobierno. Dentro de unos minutos leerá un discurso conciliador, optimista, esperanzador. Pero en la tarima faltan muchos. No todos los firmantes de los Acuerdos de Paz han llegado a la conmemoración del 26 aniversario.
Las ausencias de Alfredo Cristiani, David Escobar Galindo, Mauricio Ernesto Vargas, Dagoberto Gutiérrez y Joaquín Villalobos pesan en el escenario. Evidencian que no todo es reconciliación. Por parte del FMLN histórico están Francisco Jovel, Ana Guadalupe Martínez, Roberto Cañas, Nidia Díaz y Eduardo Sancho. De la otra delegación solo está Óscar Santamaría.
Al finalizar la guerra muchos de ellos fueron vistos como héroes. Pero ahora algunos están olvidados, alejados de la política y de los medios de comunicación. Algunos buscaron refugio en la academia. Otros se volvieron asesores de poca trascendencia. Sus ideas no calaron en los esquemas tradicionales y fueron relegados de los partidos tradicionales.
Eduardo Sancho es uno de ellos. Durante la guerra perteneció a la comandancia general del FMLN. Fue uno de los jefes guerrilleros que más impulsó la vía del diálogo como solución a los problemas políticos y sociales. Cuando finalizó la guerra se incorporó al FMLN, pero sus ideas socialdemócratas desencajaron y abandonó el partido. Se dedicó a la academia. Desde ahí le ha dado seguimiento a los acontecimientos históricos.
Sancho considera que los acuerdos alcanzados en 1992, en Chapultepec, México, ya cumplieron su misión. Ahora se necesita “una nueva oxigenación” porque el mundo ha cambiado y se deben recoger otras propuestas que ayuden a reconstruir el país.
“Después de 26 años el país ha cambiado bastante y hay que hacer un nuevo inventario. La apuesta es el país, volver a reconstruir el país. En esto no hay fórmulas. Nadie tiene la verdad absoluta. Aquí es clave que el gobierno y los empresarios creen formas de discusión y solución”, manifiesta.
Francisco Jovel fue otro de los comandantes del FMLN históricos. Fue el comandante del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC). Ahora es asesor en la Asamblea Legislativa. Asegura que la negociación de los Acuerdos de Paz fue “superficial” en algunos puntos. Solo hubo reformas en el campo político, pero se descuidó el terreno económico y social.
Desde su perspectiva eso tiene una explicación: los actores que estaban en la negociación eran políticos y su principal obligación era transformar el Estado salvadoreño. Algunas cosas se lograron. Otras no. Por ejemplo, participar en una elección y llegar al poder fue una de las batallas ganadas.
Jovel indica que sí hubo acuerdos económicos y sociales, pero que se echaron a perder por la polarización que se generó desde el momento que firmaron los acuerdos y ahora es una de las principales deudas.
“Los Acuerdos de Paz le dieron una brújula al país. Ahora hay que revisar esa brújula con relación al mapa, porque ahora se deben de hacer muchas reformas en distintos ámbitos… Hay un estado de polarización que nos inmoviliza como país. Necesitamos urgentemente llegar a esos acuerdos que nos permitan subir la cuesta”.
Del otro lado está Óscar Santamaría, quien fue uno de los hombres de confianza de Alfredo Cristiani en el proceso de negociación con la guerrilla. Fue el único de esa delegación que asistió al evento.
Santamaría dice que los Acuerdos de Chapultepec están agotados, que ahora se debe trabajar en unos acuerdos de segunda generación que resuelvan los actuales problemas del país: la inseguridad y la economía, sobre todo.
Para Santamaría los acuerdos de 1992 fueron el punto de partida, no de llegada. A su criterio produjeron una reforma política y eso ha sido importante en la historia contemporánea del país.